El discurso que pronunció Rafael Correa ayer, al asumir la presidencia de Ecuador, sonó conocido.
En términos generales, se trata del mismo contenido del discurso de Daniel Ortega, quien asumió el mando el 10 de enero en Nicaragua; Evo Morales, en Bolivia, y Hugo Chávez, en Venezuela.
Correa es el último peldaño que ha escalado la propuesta de “socialismo del siglo XXI” trazada por Hugo Chávez y alimentada por la pérdida de credibilidad de los partidos tradicionales.
Correa capitalizó el descontento latente en la población ecuatoriana por más de diez años, en los cuales tres presidentes elegidos en las urnas han sido derrocados.
Al igual que Ortega hace una semana, Correa reiteró su promesa de cambios constitucionales. En tal sentido fue el primer decreto que firmó ayer, para acabar con el neoliberalismo y construir las bases del socialismo.
“El nefasto ciclo neoliberal ha sido definitivamente superado por los pueblos de nuestra América como lo demuestran los procesos de Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela, Bolivia, Chile, Nicaragua y ahora Ecuador”, dijo.
Correa, de 43 años, al igual que su amigo Hugo Chávez, muestra un carácter de confrontación que, junto con sus ideas antineoliberales, le abrieron frentes con sectores políticos y empresariales de derecha que lo cuestionan por considerar que genera nerviosismo e inestabilidad en el país.