Cerca de 7.000 adultos mayores están en lista de espera para recibir algún tipo de ayuda por parte de la red de cuido, una iniciativa estatal que intenta dar un respiro a una pequeña parte de ese sector de la población que vive en pobreza o en pobreza extrema.
Ese proyecto social, nacido en el 2010, en el gobierno de Laura Chinchilla, atiende hoy a 13.900 personas, pero cuenta con una larga fila de necesitados.
Con ese programa y los otros creados para auxiliar a los más desprotegidos de ese grupo etario, el Consejo Nacional de la Persona Adulta mayor (Conapam) logra llegar apenas a 24.200 personas, tan solo un 18% de los 131.000 adultos mayores pobres que hay en el país.
La institución es clara: “El presupuesto no es suficiente. La demanda de servicios aumenta día con día y el recurso para esa atención no aumenta”.
Sin embargo, Teresita Aguilar, presidenta de la entidad, asegura que aunque falta mucha más cobertura, el beneficio que ha traído la red de cuido a miles de adultos mayores y sus familias es “indiscutible” y es una iniciativa de la que “se sienten orgullosos”.
¿En qué consiste? La Red de Atención Progresiva para el Cuido Integral de las Personas Adultas Mayores tiene como objetivo lograr que el Estado sepa responder a ese grupo de la población, garantizándole un bienestar general.
Ese anhelo cobra más relevancia en la coyuntura actual, cuando las personas de la tercera edad son el segmento de la población que crece más rápido en el país, debido a la caída en los nacimientos y a una mayor esperanza de vida (hoy es de 80 años).
De hecho, la proyección del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y del Centro Centroamericano de Población de la Universidad de Costa Rica CCP-UCR es que, dentro de tres décadas, la cantidad de personas de tercera edad se triplique. Hoy, suman 550.000 personas, y se espera que sean 1,3 millones en el 2050.
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Entonces, para brindar esa asistencia, la red de cuido cuenta con 14 diferentes alternativas de ayuda que van desde entregar un comestible por mes al beneficiario; proveerlo de equipos especiales como sillas de ruedas y andaderas; y hasta proporcionarle un techo.
Los subsidios llegan, incluso, a reubicar a personas adultas mayores en casas donde un cuidador se hace cargo de ellas.
‘Una bendición muy grande’
“Enfermedad, aquí; dolor, aquí; pastillas, aquí; todo aquí. Si nos quejamos, ya es malacrianza”, afirma Luisa Amanda Zúñiga, de 81 años, quien asiste al centro diurno de la Asociación de Adultos Mayores San Antonio de Padua, en Rincón Grande de Pavas, San José.
“Aquí hacemos yoga, bailamos, cantamos, jugamos naipe, bingo. Hasta me ayudaron para que me dieran la pensión. Lo que más me gusta es la comidita y venir a compartir con mis compañeros. Hay una bendición muy grande aquí”, expresa.
Ella es una de las beneficiarias de esa asociación que, además del centro diurno, coordina tres redes de cuido: la de Rincón Grande; la Sor María Romero –que atiende a adultas mayores de la Gran Área Metropolitana–, y la San Pedro Nolasco, que se encarga de personas mayores de 65 años abandonadas o en condición de calle.
En total, por medio de esa asociación, esa red de cuido asiste a 230 personas.
Dicha agrupación es una de las 56 administradoras de la red de cuido distribuidas en las siete provincias. Estos entes pueden ser organizaciones sin fines de lucro –como es el caso de la asociación de la Asociación de Adultos Mayores San Antonio de Padua– o gobiernos locales.
Ante esos grupos es donde se gestionan los cupos para ingresar a la red. De hecho, la mayoría de solicitudes las reciben esas instancias; unas pocas llegan al Conapam.
Marilaura Córdoba Morales, coordinadora de esa Asociación en Rincón Grande, asegura que, aunque la asistencia estatal les permite atender a una buena parte de la población adulta mayor de la zona y de otros sitios, el dinero nunca sobra.
“El Estado ayuda mucho y enfatiza en que la alimentación es sumamente importante. Y en esta zona es demasiado necesaria. Los lunes, los señores vienen ansiosos por comer. Sábado y domingo, a veces, no sabemos qué comen”.
”Sí se necesita más presupuesto, porque deseamos tener un montón de cosas para mejorar, hasta las instalaciones en sí, y las actividades que se realizan con ellos”, enfatiza.
A ese centro diurno asisten 65 personas, 17 de ellos beneficiarios de la red de cuido quienes, además, reciben comestibles en su casa, pago de alquiler, entre otros aportes.
De lunes a viernes, de 9 a. m. a 3 p. m., ahí se atiende a los asistentes. Se les provee de desayuno, merienda de media mañana, almuerzo y café; y disfrutan de actividades para su bienestar integral.
Reciben clases de baile, pintura, manualidades, yoga, computación, entre otras disciplinas, y son capacitados con charlas para promover su empoderamiento y autocuidado. Muchas actividades incluyen a sus familiares.
Según comenta Córdoba, el deseo de abarcar a más población se ve minado por la escasez de recursos.
“A veces tenemos la cuenta vacía y hay que pagar salarios. ¿Cómo hacemos? Dios, porque en ese momento llega alguna donación o algo”, expresa.
El presupuesto soñado
El presupuesto anual de Conapam es de ¢19.000 millones, de los cuales ¢17.364 millones son para atender a la población adulta mayor en cuatro modalidades: red de cuido, hogares de larga estancia o asilos, centros diurnos y otros servicios como asesoría jurídica a los ciudadanos de oro.
Los ¢1.636 millones restantes se emplean en labores administrativas y operativas.
De los ¢17.364 millones para asistencia social, ¢7.173 millones van dirigidos a la red de cuido.
En promedio, ese dinero permite destinar poco menos de ¢43.000 mensuales a los 13.900 beneficiarios de la red.
Sin embargo, argumenta Conapam, el monto necesario para ofrecer atención integral a cada adulto mayor debería ser de ¢98.000 por persona.
De ser así, la cifra para prestar ayuda a los actuales adjudicatarios de la red de cuido tendría que ser de más del doble al año; o sea, de unos ¢16.300 millones.
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Y si se cuentan las 7.000 personas que están en lista de espera, se requerirían ¢8.200 millones más, afianza la entidad.
Es decir, que el presupuesto para la red de cuido debería pasar de ¢7.173 millones a alrededor de ¢24.500 millones.
Actualmente, esa iniciativa es financiada por la Ley 9188, de Fortalecimiento del Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor.