Ocho expresidentes de Costa Rica pidieron otorgar el Premio Nobel de la Paz a los obispos nicaragüenses Rolando Álvarez y Silvio Báez, quienes son perseguidos por el régimen de Daniel Ortega por alzar la voz en favor de los derechos humanos en ese país.
La petición consta en una carta enviada a Berit Reiss-Andersen, presidente del Comité Noruego del Nobel, encargado de entregar el reconocimiento. La firman los exmandatarios Oscar Arias, Abel Pacheco, Laura Chinchilla, Rafael Ángel Calderón, Miguel Ángel Rodríguez, José María Figueres, Luis Guillermo Solís y Carlos Alvarado.
El obispo Rolando Álvarez, de Matagalpa, fue condenado a 26 años de prisión. Él se negó a abandonar Nicaragua junto con un grupo de presos políticos y otras figuras que fueron expulsadas del país por el régimen.
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Báez, obispo auxiliar de Managua, debió abandonar el país en el 2019 por órdenes de El Vaticano, debido a amenazas contra su vida. El régimen les quitó la nacionalidad nicaragüense a los dos prelados.
Los exmandatarios costarricenses instan a reconocer el coraje y la dedicación de ambos prelados, quienes han enfrentado la represión del régimen de Ortega en su lucha por los derechos humanos y la justicia en Nicaragua.
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La propuesta de otorgarle el premio a los sacerdotes la impulsan miembros de la Sociedad Internacional de Derechos Humanos (ISHR, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, Canadá y Nicaragua. La ISHR es una organización no gubernamental internacional de defensa de los derechos humanos.
“Con afán de justicia nos unimos entusiasmados a la propuesta”, reza la carta de los exgobernantes costarricenses.
“Lamentablemente, es bien conocido el dolor que está sufriendo el pueblo nicaragüense por las arbitrarias y crueles acciones en su contra que ha venido ejecutando el gobierno de esa querida nación, principalmente a partir de la cruenta represión a las pacíficas manifestaciones de abril de 2018″, añade la misiva.
Uno de los firmantes del documento, el expresidente Oscar Arias, fue ganador del Premio Nobel de la Paz en 1987 por su labor en pro de la paz en Centroamérica.
Los exmandatarios costarricenses expusieron que las protestas del 2018, en Nicaragua, fueron “atrozmente reprimidas por la policía y por organizaciones paramilitares del gobierno”.
La carta señala que 355 personas fueron asesinadas según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y que el régimen encarceló arbitrariamente a cientos de personas, al tiempo que se impidió a médicos dar asistencia a los manifestantes heridos que llegaban a los hospitales.
“Después del fracaso de las conversaciones posteriores a los sangrientos hechos de abril de 2018, continuaron los asesinatos, los heridos, los encarcelados, decenas de miles de nicaragüenses fueron forzados al exilio, hay totalitarias limitaciones a la prensa.
“Esa dura realidad incluyó en los últimos años una violenta persecución a la Iglesia Católica con la expulsión y el aprisionamiento de sacerdotes, monjas y religiosos y con el decomiso de sus estaciones de radio y otros medios de comunicación”, anotaron los expresidentes.
En ese marco, recordaron que monseñor Silvio Báez, desde antes del 2018, levantó la voz en defensa de la vida, la libertad y los derechos humanos.
“Sufrió agresiones y tuvo que salir de su país. Desde entonces, en el sur de Florida, mantiene su acción en favor del pueblo nicaragüense. Le fue eliminada arbitraria, ilegal e inconstitucionalmente su nacionalidad nicaragüense por el gobierno del presidente Ortega”, señalaron.
Con respecto a monseñor Rolando Álvarez, la carta reseña que fue arbitrariamente detenido y que, cuando se negó a abandonar el país con los 222 prisioneros políticos que fueron expulsados a Estados Unidos, “se le condenó sumariamente”.
“Recientemente, ante negociaciones del Vaticano y el gobierno de Ortega, el obispo de Matagalpa de nuevo se ha negado a abandonar su país, en una nueva muestra de su valor para soportar la cárcel para estar cerca de sus conciudadanos para dar ejemplo de dignidad y sacrificio, y alentar la lucha por la democracia y la libertad”, agregaron los exgobernantes.