Tomó una decisión irrevocable, se fue ayer de la Contraloría General de la República, aunque confiesa que “le encanta” el trabajo que hizo por casi ocho años.
Rocío Aguilar Montoya hace un repaso de su gestión en el cargo, su visión de la corrupción y los requisitos que debe cumplir su sucesor.
No, a mí me encantaría seguir siendo contralora. Me gusta mucho el trabajo que hago aquí. Lo he sufrido, lo he disfrutado y en estos siete años realmente he aprendido tantísimo del país, de su realidad y de las oportunidades que perdemos todos los días en discusiones interminables sobre aspectos de carácter irrelevante. No es un tema de si hubiera tenido el apoyo o no lo hubiera tenido.
Hay días que siente una que le faltan fuerzas, pero es tan bonito también el trabajo que se hace aquí y de tal impacto, que inmediatamente levantan las fuerzas.
Es un tema personal; no tiene que ver nada ni con el trabajo ni con el ambiente.
Tome la decisión y fue terriblemente difícil.
Hacia finales del año pasado.
Ah sí y trate de convencerme, pero no, una vez que uno toma una decisión, no hay marcha atrás.
Ante mí misma, pero obviamente en estos temas siempre hay personas de la familia más cercanas con las cuales uno las comparte.
No, jamás (risas). No, no. Es más este trabajo, y se lo voy a poner de la siguiente manera: yo lo haría de gratis.
Es muy satisfactorio escucharlo, pero es una decisión ya tomada y no puedo echar para atrás.
Yo creo que la persona que esté aquí ojalá tenga un buen apoyo legislativo. Tiene que ser una persona con altísimas cualidades profesionales porque el trabajo de la Contraloría es un trabajo de profesionales, de técnicos y altamente especializado. Debe ser una persona que no sea influenciable en ninguna dirección.
Profesionalismo, mantener una rigurosidad técnica y la capacidad de trabajar con el Congreso.
¿Será que estoy dándole un espejo mío?
Tengo una primera visión de esto y es que la mayor cantidad de acceso a la información, la mayor denuncia ciudadana y el mayor control social que hoy existe, está haciendo aflorar quizás una corrupción que antes no se veía.
Sí. No es que hay una corrección, sino que esa mayor cantidad de denuncia ciudadana y de baja tolerancia, así como la mayor información de los medios sobre los casos y la mayor comprensión, han provocado un cambio importantísimo a nivel de percepción (...). También está, por supuesto, esa gran corrupción que de alguna forma comenzamos a observar años atrás cuando el país cayó en la cuenta con los grandes escándalos.
No hay un indicador para medir el combate, lo que tenemos es la atención de las denuncias y se han puesto plazos de atención y nos hemos puesto como meta el menor traslado a la Administración para atención de denuncias.
Tenemos en la vía penal 70 casos desde el 2008 para acá. Unos 500 sancionados y con esta reforma en el Código Contencioso se hace un cambio también en la Ley Orgánica de la Contraloría. Tenemos más legitimación y ha habido una mayor actividad en la vía judicial.
No podemos salir a la calle a decir llévese a equis persona porque hasta que efectivamente, a través de un órgano contencioso se defina que ha cometido un acto ilícito, lo podemos dar a conocer y además la propia Ley contra la Corrupción nos obliga a la discrecionalidad y a dar a conocer la información hasta que sea un acto final acabado.
A mí lo que me frustraría es que al final no haya un resultado, pero no creo que deba sentirlo porque no puedo andar pregonando.
No, porque los procedimientos administrativos, incluso de acuerdo con la reforma a la Ley, ya son públicos. O sea, el procedimiento, no el expediente, sino la audiencia y ustedes ya han asistido a algunos aquí. Lo que no podemos es decir que esta persona cometió ilícito sin un proceso previo.
Entonces, lo que hay que hacer es reformar la ley.
Yo lo que sí le puedo decir y que me voy a sentir siempre muy cómoda respetando la ley.
Hay unas reformas planteadas en la Ley contra la C orrupción y eso es un tema que se podría mejorar. Lo que yo si no puedo hacer y no voy hacer es violentar la ley.
Esa apreciación no se la acepto. Si hay una institución que ha trabajado por la transparencia con la información, es la Contraloría.
Jamás, jamás, jamás.
Totalmente, si mi conciencia no hubiera estado tranquila, no hubiera llegado aquí.
Es una decisión de la Asamblea.
Creo que Marta tiene los atestados y la experiencia, el conocimiento, pero eso es decisión de la Asamblea. Colaboró