Caño Negro, Los Chiles. Francisca Hernández Pérez, la abuela Pancha, dejará hoy la comodidad de su casa y de la isla donde vive para embarcarse en un breve recorrido por el río Frío hasta las urnas.
La abuela, de 92 años, está maciza y, sobre todo, consciente de que hay un llamado ciudadano por atender. Por eso, prefiere ignorar los dolores y “cumplirle a la patria”.
Los partidos políticos no han querido dejar todo a voluntad de los electores y han preparado un contingente para trasladar votantes por tierra y, algunos por mar, para asegurarse de que ninguno se quede sin ejercer ese derecho.
Las principales agrupaciones políticas (Liberación Nacional, Movimiento Libertario, Acción Ciudadana, Unidad Social Cristiana y Frente Amplio) contarán hoy con unos 55.500 vehículos para acarrear a los electores en todo el país.
Abuela Pancha, como la llaman sus coterráneos, no necesitará carro, pero sí una lancha para ir al centro de Caño Negro.
Ella es jefa de una familia compuesta por ocho hijos y una larga lista de nietos, cuya cantidad dice no poder precisar. Su marido, Santiago Romero, falleció hace ya muchos años.
La abuela Pancha vive en una isla de cinco hectáreas rodeada por el caudaloso río Frío y la laguna Caño Negro, parte del refugio de Vida Silvestre del mismo nombre.
No hubo necesidad de preguntarle a la ciudadana nonagenaria su color político: espontáneamente se declaró liberacionista.
Según contó, en los últimos días no se ha sentido bien de salud, pero mientras pueda ponerse de pie, hoy madrugará y volverá a sufragar como lo hace desde hace 50 años.
“Tengo tantas campañas sobre mis hombros que ya no recuerdo a quién le di mi primer voto”, dijo.
El deber llama. En esta misma zona, Auxiliadora Zambrana, de 67 años, tampoco esquivará el sacrificio e irá a votar.
Ella vive en El Espejo, uno de los sectores más apartados y escasamente habitado del refugio silvestre, por lo que su viaje en lancha hasta el centro de Caño Negro, donde se ubican las juntas receptoras, se prolongará una hora.
Esta mujer asumió la difícil tarea de ser la cabeza de su familia, compuesta por 11 hijos, 30 nietos y tres bisnietos, desde que se separó de su esposo.
Tiene raíces socialcristianas. Ha seguido la campaña por televisión y le parece muy aburrida.
“Soy una mujer sencilla, sin estudio, que no sabe de política, pero a la que le gusta la política. Esta vez tengo que decir que los candidatos no han hecho propuestas nuevas que muevan a la gente a votar”, comentó Zambrana. La campesina dejará hoy el cuido de sus vacas unas horas para estar en Caño Negro a primera hora de la mañana.
“Un lanchero quedó de venir a recogerme y espero que no me falle”, dijo la menudita madre, abuela y bisabuela, quien no puede ocultar que siente cierta ansiedad por participar de la fiesta electoral.