Mientras el país vertía su mirada sobre el fresco gabinete de Luis Guillermo Solís, los sobrevivientes de la administración Chinchilla Miranda se dirigían a un almuerzo privado de despedida en el complejo de eventos Swiss Travel, en Santa Ana.
Minutos después de la 1 p. m. comenzó el desfile de quienes fueron ministros, viceministros y presidentes ejecutivos, esos que pocos minutos antes habían estrenado el prefijo ‘ex’.
Sus rostros delataban el alivio y la fatiga típica de una graduación, a la cual llegó menos del 30% de la generación inicial.
Al igual que escasean los ánimos para hablar de Matemáticas o Ciencias en la ceremonia de culminación de la secundaria, pocos exjerarcas quisieron conversar del capítulo recién cerrado.
Una de las excepciones fue Roberto Gallardo, exministro de Planificación, quien contó que se daría “bastantes” días de vacaciones, fuera de San José, antes de reincorporarse como profesor a la Universidad de Costa Rica.
“Sin embargo, yo no quiero desentenderme de la vida nacional, siempre he dicho que mi ciclo de servicio público no ha terminado y creo que puedo darle algunas cosas al país”, adelantó.
El politólogo agregó que entiende “que lo primero que hay que hacer es revitalizar al partido que tanto le ha dado al país y, por supuesto, hay que leer el mensaje que se mandó en la elección anterior, es absolutamente inevitable”.
También dirigieron unas palabras a los medios de comunicación en las afueras del recinto, Pedro Castro y Guido Monge, exministros de Obras Públicas y Transportes y Vivienda, respectivamente.
Ileana Balmaceda, expresidenta ejecutiva de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS); Mario Mora, exviceministro del Ministerio de Educación Pública (MEP), y el excanciller Enrique Castillo, fueron otros de los rostros familiares que ingresaron en las instalaciones reservadas para la actividad.
Pocas palabras. La exmandataria Laura Chinchilla llegó al encuentro a la 1:30 p. m., escurridiza con la prensa, como se mostró desde horas de la mañana cuando salía hacia la ceremonia de traspaso.
Su última declaración como gobernante la había dado en las afueras del residencial Villa Real, a las 9:30 a. m. cuando confesó sentir un gran “desahogo” con la entrega de la banda presidencial a su sucesor.
“Estamos profundamente agradecidos con Costa Rica por el cariño y también por la comprensión que tuvo en algunos momentos difíciles”, expresó en ese momento.
“Confío en que Costa Rica será generosa con la persona que viene y que la prensa comprenda la importancia de la crítica, pero también de ayudar a construir una agenda nacional”, agregó.
También confesó que había dormido poco la noche anterior, después del agasajo con las delegaciones extranjeras, pues dedicó tiempo a despedirse de algunas personas por medio de las redes sociales.
“Luego me fui y me acosté y por primera vez en mucho tiempo abrí un libro de literatura, el último de Mario Vargas Llosa”, contó.
Sin embargo, la despedida final la dio Chinchilla por medio de su cuenta en la red social Facebook, durante un pequeño descanso entre el traspaso de poderes y el almuerzo con su gabinete.
En el texto publicado dijo sentirse agradecida y honrada.
“Los momentos de tensión, angustia o sacrificio, se vieron siempre retribuidos por las infinitas bendiciones y alegrías que me deparó el haber servido a las y los costarricenses”, escribió en su primer mensaje como expresidenta.
Minutos después, compartió una última imagen desde la sala de su hogar, con su esposo de un lado, y su hijo, José María, del otro, plantándole un beso en la mejilla.
Un afiche escrito a mano le daba una “¡Bienvenida a casa, mamá!”.
Ella comentó en la misma publicación: “Ellos supieron esperar. ¡Cuánto nos extrañamos!”.