La emoción del primer día de clases rápidamente se hizo añicos para Camila Flores, quien, hace tres años, al ingresar al Instituto Tecnológico de Costa Rica (Tec), se topó con la primera barrera de muchas que deben cruzar las mujeres que estudian una ingeniería o una carrera tecnológica.
“En la primera clase que tuve en la universidad, un profesor, dando la introducción al curso, dijo que las mujeres íbamos a tener que ver si seguíamos en la carrera o decidíamos tener una familia, porque la carga académica era muy grande”, contó la estudiante, quien hoy tiene 20 años.
Lejos de amedrentarla, aquel comentario la retó a empoderarse para ponerle fin a lo que cataloga como una cultura machista que, históricamente, ha caracterizado las profesiones tecnológicas y científicas.
Concluyó la carrera de Tecnologías de la Información y, actualmente, estudia Diseño Industrial en la misma casa de enseñanza.
Además, Camila Flores integra la Comisión Feminista del Frente Ecologista del Tec (FETEC) y del colectivo Liberarte, el cual iniciaron en la carrera de Diseño Industrial “para acuerparse”.
“Eso (la violencia de género) es muy común en las ingenierías y las ciencias, en especial en las tecnologías de la información, que es un campo mayoritariamente de hombres".
“A las mujeres se nos pone a escoger entre familia o carrera, y nos cuestionamos por qué. ¿Por qué un hombre no tiene las mismas responsabilidades que una mujer en su familia? ¿Por qué debemos tener más tiempo? ¿Por qué ni siquiera podemos estudiar en paz?”, exclamó.
“Como vivencia en el TEC, todas las mujeres que estudiamos una ingeniería hemos sufrido desvalorizaciones hasta por parte de nuestros compañeros”, exhortó Flores.
La posición de la joven es validada por la Comisión Feminista de la FETEC.
“La cultura en el TEC es sumamente machista y los comportamientos en los espacios de trabajo son inaceptables bajo criterios internacionales. Muchas frases son inadecuadas para un ambiente de equidad de género y están normalizadas”, contestó la agrupación a una consulta de La Nación.
En esa coalición, a excepción de Camila, ninguna de las integrantes quiso dar declaraciones por miedo a represalias, según indicaron.
Un ambiente masculinizado
Cambiar un contexto histórico, donde la brecha de género se sigue notando hasta en la matrícula, es un desafío diario para las autoridades del TEC.
Según datos de la Vicerrectoría de Vida Estudiantil de este centro de enseñanza superior, la matrícula del 2019 se compone en un 65,9 % por hombres y en un 34,1% por mujeres en carreras de grado y posgrado.
“Evidentemente, hay un espacio predominantemente masculino. Eso tiene una influencia en la cultura institucional, porque nadie puede tapar el sol con un dedo; es una cultura que puede reproducir muchos esquemas de machismo”, expresó Laura Queralt, directora de la oficina de Equidad de Género de la universidad.
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Según la líder de esa instancia, urge trabajar en la población estudiantil la cultura de la denuncia.
Los datos son contundentes: de un promedio de 28 casos de hostigamiento sexual atendidos por la oficina de Equidad de Género, entre el 2013 y el 2018, si acaso uno o dos se traducen en denuncia formal. Lo mismo ocurre con las quejas por violencia de género.
Con indignación, pero esperanzada con los recientes avances en materia de equidad, Queralt rememoró un pasaje vivido por una de las miles de estudiantes que se han refugiado en su oficina.
En alguna ocasión, en un curso de mecánica, donde se estudian circuitos, luego de haber explicado el funcionamiento de estos, el profesor se devolvió a ampliar sobre el tema con el ejemplo de “una plancha, para que fulanita (la única mujer del grupo) entendiera”.
A pesar de las medidas que ha tomado el Tec con su reglamento contra el hostigamiento sexual, con una comisión para atender los casos de esa misma índole, con la oficina de Equidad de Género y demás esfuerzos conjuntos con los directores de carrera, la institución seguirá dando la lucha, argumentó Queralt.
Sin baño de mujeres en el segundo piso
Una de esas batallas la libran las alumnas de la Escuela de Ingeniería en Electromecánica, donde se imparte la carrera de Mantenimiento Industrial.
En el segundo piso del edificio de aulas de esa facultad, solo hay un gran baño para hombres. Si las muchachas desean usar el sanitario, deben bajar a la primera planta.
Lisandro Araya, director de esa escuela, aseguró que desde hace cuatro años hicieron la petición formal ante el departamento de Administración y Mantenimiento para que el baño de hombres de ese segundo piso se divida en dos y se construya ahí una batería para las alumnas.
“Yo lo noté (que no había baño para mujeres en el segundo piso) cuando empecé en la dirección. Despuésm las estudiantes hicieron personalmente la solicitud, y después, en un grupo focal que hizo la oficina de Equidad de Género por un estudio que estábamos haciendo para atraer más muchachas a ingenierías, y sobre todo a esta, también lo observamos”, enfatizó Araya.
El director de carrera recordó quem hace algunos años, las autoridades del TEC elaboraron un plano para echar a andar la construcción del baño.
Sin embargo, este fue desestimado porque la entonces directora de la oficina de Equidad de Género, no estuvo de acuerdo con que de las cuatro baterías de baños que proponían para el edificio (contando las del primer piso) solo una se contemplara para mujeres.
“Tenía que haber una para mujeres, para uso general, y otra para mujeres con discapacidad”, agregó Araya.
Pese a que la solicitud la han reiterado cada año, el problema todavía no se resuelve, prosiguió el líder de Electromecánica.
Sobre el asunto, la Vicerrectoría de Administración del TEC respondió que las obras no se han ejecutado porque “se presentaron necesidades de atención urgentes en materia de remodelaciones, por lo cual la remodelación del baño se planifica para el segundo semestre (de 2019)”.
Un desafío
Julio Calvo, rector del TEC, explicó que, aunque desde hace más de dos años la entidad se declaró como un espacio libre de todo tipo de discriminación, es consciente del desafío que implica la equidad de género en carreras científicas y tecnológicas.
“Las manifestaciones de profesores sobre la visión que tienen ellos de lo que puede ser una ingeniera y las limitaciones que va a enfrentar, a mí me parece que se están extralimitando en sus funciones”, opinó.
Esa percepción errónea sobre el rol de la mujer en carreras de ese tipo "no es un tema fácil de resolver”, acotó.
“Entonces, ¿cuál es mi posición? Reconocer que es una batalla cultural que tienen que dar la sociedad costarricense y las universidades”, reconoció Calvo.
Si bien el rector contó que se realizan campañas de concienciación sobre igualdad de género entre los docentes, seguirán trabajando al respecto.
“Vamos a insistir para que la gente modifique esa visión que trata de marginar a las mujeres en carreras de ciencia y tecnología".
“Nos falta mucho. La brecha que existe en este tema es grande y todavía prevalece, en algunas personas o en muchas, una visión errada y dolorosamente agresiva hacia el género”, concluyó.
A diferencia de la UCR, donde las faltas graves de los profesores son penalizadas con ocho días de sanción, en el TEC estas infracciones son causal de despido.
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