Managua. Un barrio periférico de esta ciudad tiene un nombre que no pasa inadvertido. Lo anuncia el arco sobre la entrada: “Bienvenidos al B.° Hugo Chávez”.
Encima del rótulo, ondean las banderas de Venezuela, de Nicaragua y del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el partido de gobierno.
El vecindario se ubica camino de Managua desde el aeropuerto Augusto C. Sandino. Está entre la carretera Norte y el lago Xolotlán (o de Managua).
Consta de una única calle pavimentada, estrecha y de un kilómetro de largo, a partir de la cual se intersecan 38 alamedas de tierra. “Aquí somos simpatizantes del Frente”, dice Mario Castro, de 49 años, quien agrega que la población es de 13.000 personas.
Castro, excombatiente de la Revolución sandinista, fue uno de los primeros habitantes del lugar en el año 2000 y hoy es uno de sus coordinadores políticos. Dijo que el nombre del barrio se debe a que el expresidente venezolano les ayudó a pavimentar la calle principal, a proveer agua potable y desfogue de aguas sucias.
Recordó que Chávez los saludaba cuando visitaba Managua y viajaba por la carretera Norte.
“Ahí tenemos al comandante”, afirma con una foto del exmandatario venezolano en el billar de su propiedad, donde cobra cinco córdobas por juego (¢100). Además, él es de los encargados de dar mantenimiento a las banderas. “Cuando se rompen, las volvemos a poner”.
En el barrio abundan imágenes del FSLN y su negocio no es la excepción. En una pared, tiene un rótulo de Rosario Murillo, esposa del presidente Daniel Ortega.
“Los rótulos los dan en la sede. Tenemos un secretario político en el distrito 6, yo coordino una cuadra. Miramos problemas del barrio y organizamos manifestaciones (...). Lo bonito es que no nos han quitado ni nos quitarán, ya hay escritura”, añade el hombre que también ayuda al FSLN en elecciones.
A lo largo de la calle principal, circulan decenas de “caponeras”, motocicletas o triciclos modificados para llevar personas. Es el principal medio de movilización.
Es domingo por la tarde. Al fondo, cerca del playón, se desarrolla en la calle una reunión entre vecinos y un funcionario del Instituto Nacional de Defensa del Consumidor. Hablan de líos con los recibos de electricidad, sobre altos cobros, conexiones ilegales y deudas.
“Lo importante es que estén ordenados. Una vez hicimos un plantón y solo llegaron 50 personas”, dice el hombre con un collar vistoso, en referencia a que vendrán funcionarios de la proveedora de energía para buscar arreglos. Y agrega: “Lo importante es estar al día”.
Según el vecino Johnatan Murillo, quien labora como guarda, a algunas familias el recibo les ha llegado en 350 córdobas (¢7.000), casi el 9% del ingreso de una familia que gana 4.000 córdobas (¢80.000).
El funcionario recibe preguntas. Un vecino toma el micrófono y aprovecha para reclamar: “¿Qué pasó con los $8 millones que dio Hugo Chávez Frías. Que venga el embajador de Venezuela a verificar el robo, la malversación?”, dice.
El funcionario responde: “Invitar al embajador nada tiene que ver. Eso lo tiene que ver el Gobierno de Nicaragua. Los $8 millones es tema que tiene que ver la Fiscalía”.
Pero los vecinos piden el perdón de las deudas. “Nuestra posición es que empecemos de cero, no tenemos apoyo de él ni de nadie, que nos unamos”, dice una mujer. El funcionario exige respetar las leyes.
Mientras tanto, Mario Castro come pupusas que le trae su esposa y comparte una: “Nosotros queremos a Costa Rica. Hay mucha gente de Nicaragua en Costa Rica”.