Más de la mitad de los 27 candidatos presidenciales inscritos para la contienda electoral del 2022 nunca militaron en el partido que hoy representan. Se trata de 15 figuras que, como nómadas de la política electoral, han cambiado hasta tres veces de bandera en su afán por llegar a Zapote o del todo carecían de experiencia previa en estas lides.
Por ejemplo, Rolando Araya se postulará a la Presidencia de la República con su tercera divisa política. En el 2002, lo hizo con el Partido Liberación Nacional (PLN), con el cual obtuvo el 31% de los votos. En el 2010, se postuló con Alianza Patriótica, con el que recibió el 0,17% de los sufragios; y, ahora, lo hará con el nuevo partido Costa Rica Justa.
Este grupo fue fundado por el diputado independiente Dragos Dolanescu, quien a su vez renunció al Partido Republicano Social Cristiano (PRSC), del cual era presidente, hace poco más de un año, en medio de cuestionamientos por el manejo de las finanzas partidarias.
El caso de Araya es todavía más dramático porque, hace apenas cuatro meses, era precandidato presidencial del PLN y quedó de segundo lugar en la convención ganada por José María Figueres.
“Yo en realidad fui invitado a salirme del PLN y mi compromiso es con el proyecto político que yo tengo, el planteamiento y las ideas. En todo caso, estamos notificados de que hay un 70% de electores que vota por un candidato y no por un partido político”, comentó Araya a La Nación.
Por su parte, Fabricio Alvarado, candidato de Nueva República, era hace cuatro años el aspirante presidencial del Partido Restauración Nacional (PRN), divisa con la cual llegó al Congreso. Alvarado se separó de la agrupación en octubre del 2018 por diferencias con su presidente, Carlos Avendaño, y en ese momento se llevó ocho legisladores para fundar su nueva tienda política, aunque luego perdió el apoyo de dos de ellos.
Origen socialcristiano
Rodolfo Piza se desvinculó del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) después de salir del gobierno de Carlos Alvarado, en donde fue ministro de la Presidencia, y ahora es el candidato de un partido que nació a escala provincial, en San José, para las elecciones municipales del 2020. Se trata de Nuestro Pueblo.
Piza fue dos veces candidato presidencial de la Unidad. Su mejor resultado lo obtuvo en el 2018, con un 16% de los votos válidos.
“Prefiero cambiar de partido que cambiar de ideas; es una expresión que utilizó Wiston Churchill cuando cambió de partido. Los valores, las reglas, el compromiso que tiene Nuestro Pueblo representan mucho mejor mis ideales; como ocurrió en el pasado con el PUSC”, alegó Piza para justificar su traslado.
A su vez, criticó el cambio que introdujo el PUSC años atrás, el cual permite a las asambleas provinciales elegir candidatos a diputado, lo cual considera que deja al aspirante presidencial con muy poco margen para conformar una eventual fracción legislativa. “Lleva a una atomización de la Asamblea y a una pérdida de criterios comunes que este país necesita para salir adelante”, aseveró.
El candidato Rodolfo Hernández, del Partido Republicano Social Cristiano (PRSC), comparte con Rodolfo Piza su pasado en el PUSC.
De hecho, Hernández le ganó Piza la convención socialcristiana del 2014, pero renunció a la postulación antes de las elecciones, lo que permitió al segundo asumir la candidatura, en vista de que era candidato a vicepresidente.
Cuatro años después, para el 2018, el exdirector del Hospital Nacional de Niños se postuló por primera vez con el Republicano Social Cristiano, partido recién fundado en ese momento.
Los cuatro hijos del Libertario
En el Movimiento Libertario, la agrupación que fue representada cinco veces por el exdiputado Otto Guevara, apareció a última hora como candidato presidencial el exliberacionista Luis Alberto Cordero, luego de la retirada de Carlos Valenciano por motivos de salud.
Otto Guevara, por su parte, fundó una nueva agrupación, Unión Liberal, después de recibir apenas un 1% de los votos para presidente en los comicios del 2018, lo que le impidió al Movimiento Libertario cobrar deuda política, además de que la agrupación había sido condenada por una estafa cometida por tres colaboradores en el 2010 y arrastraba numerosas deudas con proveedores.
Ahora, Guevara es candidato a diputado en el primer lugar de Unión Liberal por San José, mientras que el también exdiputado libertario, Federico Malavassi, es candidato a presidente con doble postulación.
LEA MÁS: Movimiento Libertario se declara sin recursos para pagar ¢400 millones por estafa al Estado
Del Libertario, salieron otras tres figuras que hoy son candidatas con otros partidos. Se trata de Natalia Díaz, de Unidos Podemos; Carmen Quesada, de Justicia Social; y Viviam Quesada, de Fuerza Democrática.
Natalia Díaz y Carmen Quesada fueron diputadas libertarias, mientras que Viviam Quesada fue candidata a vicepresidenta por el Libertario en el 2018 y antes había pasado por las tiendas del PLN.
Ahora, es la cabeza de Fuerza Democrática, agrupación que, en los años 90, llevó al Congreso a legisladores como Gerardo Trejos, Rodrigo Gutiérrez, José Merino, José Manuel Sáenz y Célimo Guido.
Célimo Guido, por cierto, ahora es candidato a diputado por el Partido Integración Nacional (PIN), después de haber promovido bloqueos de vías en el 2020.
En suma, cuatro de los actuales aspirantes presidenciales salieron de las filas del Libertario y ahora representan a otros partidos.
Emergente tras naufragar coalición
Óscar Campos, exdiputado del PLN que organizó con Célimo Guido los bloqueos de vías del 2020, ahora se postula con Encuentro Nacional. Campos también estuvo en Alianza Patriótica en el 2010, cuando Rolando Araya fue el candidato de esta agrupación.
Christian Rivera, un cirujano reconstructivo sin pasado partidario, asumió la candidatura del partido Alianza Demócrata Cristiana (ADC), cuyo líder es el exdiputado y actual alcalde de Cartago, Mario Redondo.
Rivera dijo que encontró en el alcalde cartaginés similitudes con sus ideas, con lo que terminó siendo ratificado como aspirante presidencial el 25 de setiembre por la Asamblea Nacional de ADC.
Apenas tres meses antes, Mario Redondo había anunciado una coalición entre su agrupación y el Partido Liberal Progresista (PLP), pero se separó de esta el 25 de junio después de trascender que se reunió con el gerente de Operaciones de MECO, Abel González, dentro de un vehículo en el parqueo de un comercio para hablar sobre una licitación de la Municipalidad de Cartago.
Por su parte, Rodrigo Chaves, candidato del Partido Progreso Social Democrático, fue ministro de Hacienda en el actual gobierno de Carlos Alvarado, del Partido Acción Ciudadana (PAC), después de renunciar al puesto de director del Banco Mundial en Indonesia.
Chaves estuvo en el Poder Ejecutivo entre noviembre del 2019 y mayo del 2020. Después, intentó formar una coalición partidaria para los comicios del próximo año, pero la idea no se concretó. Finalmente, apareció en la fórmula presidencial de una divisa que nunca antes había participado en política electoral.
Otra novedad es que los comunicadores Camilo Rodríguez, Greivin Moya y Martín Chinchilla también debutarán en las elecciones del 2022. El primero lo hará con Renovación Costarricense, el partido que llevó dos veces a Justo Orozco al Congreso; el segundo se presenta con el nuevo partido Fuerza Nacional; y el tercero aspira con Pueblo Unido, organización que regresa a unos comicios nacionales tras más de 15 años de ausencia.
Los riesgos
Rónald Alfaro, investigador de la Universidad de Costa Rica (UCR) y del programa Estado de la Nación, advirtió sobre los riesgos de los candidatos nómadas.
“Hay riesgos altos; el riesgo es que, en la conducción del Gobierno, el político se comporte de la misma forma como asume el control de ese partido. ¿Cómo va a coordinar con la fracción legislativa? ¿Cómo va a enfrentar esas disputas? Si los partidos políticos están desinteresados en estos mecanismos internos, entonces a la Presidencia puede llegar cualquiera sin el respaldo para conducir el gobierno y la Asamblea Legislativa”, agregó Alfaro.
El investigador interpreta este fenómeno como una señal de partidos débiles que carecen de mecanismos para acercar o retener figuras que migran entre agrupaciones, porque el cambio no tiene ningún costo político.
Sin ninguna militancia previa, según Alfaro, la agrupación política no solo se expone a que se diluya su identidad, sino que además las figuras políticas se sientan cada vez menos obligadas a cumplir con los procedimientos o reglas partidarias.
Partidos políticos tradicionales como Liberación Nacional, la Unidad Social Cristiana o Acción Ciudadana, exigen en sus estatutos un periodo mínimo, siempre sujeto a ajuste, para que una figura política los pueda representar en las elecciones nacionales.