En entrevista con La Nación, el presidente Carlos Alvarado admitió errores de su gobierno en hechos trascendentales de los últimos meses.
Afirma que se produjo un “error humano” cuando el PAC bloqueó la votación de recortes al Presupuesto Nacional del 2021 en el Congreso; lo que ocurrió no era lo que él habló con su fracción, dijo.
En cuanto a su primera propuesta de ajuste fiscal para el Fondo Monetario Internacional (FMI), dice que fue “desafortunada” la propuesta de triplicar el impuesto a los bienes inmuebles.
Aparte de reconocer errores de comunicación, Alvarado dice que asume su responsabilidad con la intención de reconstruir puentes y sacar adelante reformas estructurales.
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-En un artículo reciente que usted publicó decía que no iba con reformas cosméticas, sino con reformas de fondo. ¿Nos puede explicar cuáles son las reformas de fondo que va a impulsar?
Hay un incentivo para escribir ese artículo. A nosotros nos ha tocado abordar tres temas muy grandes al mismo tiempo: la pandemia sanitaria, la situación socioeconómica y lo fiscal.
Escribí eso porque, en muchos sectores, creo que también políticos, está el escepticismo de que, al faltar 18 meses de administración, yo solamente iba a patear la bola para salir de la situación.
Y yo lo que quería dejar consignado es que no voy a hacer eso. Yo voy a seguir empujando las reformas de fondo que necesita el país, como Hacienda Digital, reforma al INA, reforma de fondo a la contratación administrativa, empleo público, jornadas excepcionales y la inspección laboral.
Otro tema de fondo tiene que ver con permitir a la Caja hacer el proyecto de las pymes (pequeñas y medianas empresas), la amnistía a las pymes para permitir legalmente que la Caja pueda abordar ese esquema y aliviar a las pymes y reconstruir el empleo.
Ahora, estamos trabajando en la materia de cargas sociales, que tiene que ver con los temas de reactivación.
-¿Hay alguna otra reforma que no esté materializada en un texto, que usted diga ‘aquí debemos entrar a ordenar las cosas’?
Bueno, uno que es clave y urgente es la alfabetización digital, el proyecto alfabetización digital. Yo creo que ese es el más importante, si estamos hablando de futuro, porque eso tiene que ver con cerrar la brecha. Quedamos desnudados como país, con la pandemia, de quiénes sí tienen acceso a educación con equipos y conexión y quiénes no.
Por 10 años hemos tenido los fondos y no se han materializado.
Tenemos que resolver temas de tierras, sobre todo las tierras que están en algún tipo de modalidad de protección, pero que tienen poseedores y el no tener un esquema legal claro hace que la gente no pueda sacar hipotecas, préstamos o heredar; eso hay que resolverlo, hay iniciativas en ese sentido.
-Repasemos algunos hechos de los últimos dos o tres meses. El primero es su primera propuesta al Fondo Monetario Internacional (FMI). Fue rechazada, perdón si caigo en una ligereza, ampliamente rechazada por los sectores políticos y por sectores civiles y usted insistió en ella. ¿Usted creyó en ese momento que tenía viabilidad política, que usted podía convencer al Congreso de seguir adelante con esa propuesta?
Creo que lo más importante es que hay una ciudadanía que ha pasado por momentos difíciles y no solo por la pandemia, sino por el desempleo. Nosotros pusimos sobre la mesa una propuesta que buscaba resolver nuestro problema fiscal y que, en mi lectura, tuvo una acogida positiva en el sector político, pero, al ver la reacción social, se perdió ese apoyo político.
Pero bueno, yo eso lo reconozco y lo que nos correspondió fue ir nuevamente hacia las personas y escuchar y alimentarnos de lo que las personas nos decían y replantear.
Si hay algo que tengo yo claro, es que hay que resolver. No podemos hacernos de la vista gorda con el problema que tenemos. No solo tenemos una pandemia histórica en un contexto de alto desempleo, sino que veníamos recuperándonos de una fragilidad fiscal de 20 años, que hoy nos está pasando la factura.
-Muchos sectores políticos reclamaban que el Gobierno no le explicaba a la población la gravedad de lo que podía venir. Es decir, no se le explicaba a una persona por qué tenía que pagar tres veces lo que paga de impuesto sobre la propiedad a cambio de que no pasará algo... ¿usted siente que pudo explicar contundentemente a la población el riesgo de no hacer algo con la crisis fiscal?
Hemos hecho el esfuerzo, pero sí, ciertamente, creo que había que se acercarse probablemente más a la ciudadanía.
Hay veces que, cuando uno discute los temas, sobre todo los temas fiscales, terminamos en las abstracciones y números. Sin embargo, cuando se empiezan a ver sus manifestaciones, la gente empieza a notarlo, por ejemplo en el tipo de cambio.
La gente empieza a preguntarse qué está pasando con el tipo de cambio, principalmente quien tiene créditos en dólares o quien paga su hipoteca y, de repente, ve un movimiento en su tasa de interés o, eventualmente, que no ha sido el caso, cuando a la gente ya no le empieza a alcanzar la plata porque la inflación se dispara.
Esos son efectos que uno proyecta pero, generalmente, solo se sienten cuando se empiezan a manifestar. Uno de los primeros que se ha manifestado tiene que ver con los temas del tipo de cambio; dichosamente, el Banco Central tiene reservas y ha actuado de manera oportuna.
Tenemos que ser muy cuidadosos con lo que decimos y no hablar tan a la ligera porque lo que dice un jerarca, el presidente o una voz entre comillas ‘autorizada’, inmediatamente puede hacer fluctuar el precio de los bonos de Costa Rica, que es otro indicador que tal vez no lo conoce toda la ciudadanía, pero ahí está y ahí se ven esos efectos.
Entonces, ha sido un gran reto explicar eso en un contexto de pandemia, en el que le tenemos que explicar a la gente que tiene que usar mascarilla y aplicar ciertas restricciones.
En este momento en el que estamos de diálogo, creo que es una forma de hacerlo y yo creo también que, bien que mal, los actores sociales y políticos y económicos entienden los riesgos que tal vez no logramos comunicar de la mejor manera en setiembre.
Aunque hablamos de una economía similar a una guerra, porque eso lo dijimos, lo dije yo, y los riesgos que conlleva, esas manifestaciones se hacen más difíciles cuando no son tangibles, pero creo que estamos en un punto de entendimiento y un entendimiento no solo de la necesidad de tomar medidas, sino de la urgencia.
Cuando yo en el diálogo di la fecha límite, el 21 de noviembre, fue aceptado por consenso y cuando me consultaron, ‘presidente, ¿por qué esa fecha?’, yo les dije ‘porque necesito durante esa semana presentar los proyectos de ley, que se publiquen y que estén listos en discusión a partir del 1.° de diciembre, en las sesiones extraordinarias, para convocarlos, por eso necesito que terminemos’.
Costa Rica, durante los últimos dos años, ha luchado contra el escepticismo de todos, incluso nosotros mismos, de que no somos capaces de pasar una reforma fiscal o que no somos capaces de afrontar una pandemia o que no somos capaces de entrar a la OCDE y, sin embargo, un reto tras otro lo vamos logrando afrontar.
Yo por eso creo mucho en este país, en este pueblo. Este pueblo tiene una gran nobleza y una gran inteligencia; de ahí que deposito mucha esperanza, realista, en lo que podamos derivar de los diálogos.
-El día que usted estuvo en Puntarenas, dijo que no quería vender el patrimonio y que entonces cuál era la opción, sino impuestos; luego, retiró la propuesta al FMI. Conforme han avanzado los diálogos, escuchado a sectores políticos y civiles, ¿considera que la propuesta de ajuste tendrá que tener siempre un fuerte componente de impuestos o puede ser ya más balanceada?
Hemos hecho una tarea importante sobre todo en el lado del gasto. Esa fue tal vez una de las cosas que no comunicamos de la mejor manera, pero, incluso, el hecho de que nosotros estemos bajando el presupuesto cerca de un 1% del PIB lo que hace es que baje también el punto de partida de la regla fiscal y eso hace que la proyección de la reducción del gasto futuro sea mayor.
Digamos que no queda tan visible como algo puesto sobre la mesa.
Confío en que logremos llegar a un balance entre ingresos, gastos, reformas a las instituciones y también, particularmente, con el tema de una mayor justicia.
Yo estoy muy comprometido a que aquello que implementemos no toque, ojalá, más allá del 50% de la población, el 50% de la población menos pudiente; es decir, que toque los sectores más pudientes, que es la misma recomendación que ha hecho el Fondo Monetario, que toque a los sectores más ricos.
Creo que cuando se habló de no más impuestos como tal, confluyeron fuerzas populares que hablaban con fuerzas de poderío económico que hablaban de no más impuestos. Ahí la pregunta es ¿para quién y cuáles? Y creo que en el detalle está la discusión, pero por eso el diálogo lo que busca garantizar es el balance.
Hay dos formas de llegar a acuerdos. Uno es cuando hay una propuesta que puede ser unánime pues la gente la acepta como tal. Y hay otro tipo de propuesta que es 'yo estoy dispuesto a contribuir con esto, pero quiero ver el esfuerzo de otras partes’.
-¿El tributo a las transacciones bancarias y el impuesto la propiedad (que el Gobierno quería triplicar) cumplían esa premisa de no tocar el 50% de la población tomando en cuenta que, en este país, el porcentaje de gente con vivienda propia es altísimo?
Como se planteó, buscaba hacer eso, porque sí tiene ciertos umbrales, pero esa probablemente fue la propuesta desafortunada de ese planteamiento: la de bienes inmuebles.
Tampoco hablamos de la necesidad, por ejemplo, de lo que se planteó en transacciones porque lo que planteaba en el impuesto a las transacciones no era tanto lo que se iba a recaudar, sino lo que iba a pagar.
Por ejemplo, eso iba a permitir una reducción en las cargas sociales, abaratar el costo del empleo y lo que buscaba era generar más empleos. Ahora que veamos los diálogos de reactivación, por ejemplo, probablemente muchas de las propuestas van a venir por la reducción de cargas sociales.
La pregunta es quién financia esa reducción de las cargas sociales.
Por ejemplo, si uno quisiera ampliar el empleo femenino, una política muy deseable sería ampliar el cuido, pero volvemos a la discusión: ¿cómo logramos financiar el cuido?
Entonces, los diálogos van haciendo una construcción más sectorial del país que queremos.
Lo vemos en el plano territorial: muchas de las peticiones en los diálogos territoriales son, por ejemplo, que baje el marchamo ‘porque mi carro es la forma en que yo trabajo y transporto mis productos’; pero al mismo tiempo, te piden que construyas dos o tres rutas que están en lastre, que no tienen puente, cuando la principal fuente de financiamiento del Conavi viene de parte importante de marchamo.
Entonces, no es decidir entre malo y bueno. Es decidir cómo llegar a un balance justo y cómo escoger los elementos apropiados para sacar este país adelante.
-Ahí uno lo que ve son grupos de personas, de productores, que sienten la carga muy pesada de impuestos y no sienten que reciben una compensación a cambio y cómo explicarle a esa persona que el 25% del presupuesto se va en pagar deuda...
Casualmente, por eso es la importancia de tantos diálogos. Nuestro Estado, el funcionamiento de las instituciones y el Gobierno en Costa Rica, es muy complicado.
Nosotros podemos vacunar la situación fiscal, tenemos las herramientas. De no lograrlo, el impacto puede ser muy doloroso para el país, en las tasas de interés, el desempleo, la inflación, en el tipo de cambio; pero, de lograrlo, Costa Rica es un país que goza de muy buenas condiciones.
La última estimación de crecimiento del Banco Central nos pone en -4% (de caída en la producción) y después de setiembre, hasta la fecha, hemos implementado el modelo ‘Costa Rica trabaja y se cuida sin cierres’, solo en actividades muy particulares; ya la aguja se ha logrado mover aunque sea 0,5 de crecimiento; y en empleo, en la primera medición, lo que esperamos es que sea una tendencia.
Ya los vuelos internacionales empiezan a volver a activarse, las reservaciones se activan y uno ve sectores como el de servicios o de las zonas francas que no ha dejado de contratar personal. Podemos tener un buen rebote más si viene acompañado de las reformas estructurales que estamos planteando.
-El rebote no quita la deuda...
El rebote no quita la deuda, pero sí el que tengamos la confianza de que hay una ruta clara.
La otra gran amenaza, la otra gran oportunidad, es que esto lo resuelva la democracia, sus instituciones, el diálogo, los partidos políticos, la Asamblea Legislativa, el Ejecutivo, los actores sociales. Porque la amenaza que está a la vuelta de la esquina, y lo está América Latina, en la región y lo está también en Costa Rica, es el populismo, un populismo que se apalanca en la desinformación, en matizar los miedos y los odios, en un contexto para lograr generar adeptos.
Entonces, sí tengo esa confianza de que como pueblo lo podemos hacer y por eso lo vengo reiterando: a mí el ciclo político no me importa y yo voy a poner todo para sacar esto adelante; yo no me voy a meter a jugar el juego de esa política.
- Pasemos al tema de la realidad en el Congreso. Hay que reconocer que el presupuesto del 2021 llegó como una reducción en el gasto primario, eso es cierto, traía un 1% menos en el gasto primario, pero la realidad política es que la oposición domina el Congreso y el Congreso consideró que eso no era suficiente. Entiendo que Liberación Nacional pidió un punto adicional del PIB y Hacienda no respondió, entonces ellos fueron con sus propias mociones y se desencadenó el conflicto. Partiendo de que esa es la realidad política, ¿ustedes dialogaron con Liberación para explicar si era posible o no era posible dar un 1% adicional del PIB en el recorte?
Yo diría que tenemos una gran mayoría de diputados qué están haciendo un trabajo patriota y responsable, una gran mayoría. Y, en sus efectos, yo creo que el compromiso que se ha llegado a sumarle al recorte ya existente, los ¢150.000 millones adicionales de recorte, es positivo para el país y tuvimos que hacer un sacrificio.
Yo le pedí a todo el gabinete hacerlo. Yo personalmente tomé el presupuesto de Casa Presidencial, en Presidencia, para dar mi recorte, como lo hacía cuando estaba en el Ministerio de Trabajo. Ciertamente, hubo un choque que no fue deseable y, en parte, fue por problemas tal vez más humanos o de coordinación, pero vea que lo curioso es que la voluntad, las voluntades, están fijadas en el mismo objetivo: que logremos una reducción.
Algo que parecería que es el problema difícil, que le quitemos ¢150.000 millones al presupuesto del otro año adicionales a los ¢368.000 que ya pusimos, eso era lo difícil y eso ya está acordado.
Hay que buscar la ruta legislativa para que eso pase, pero nuestras voluntades están cerca, eso es lo positivo. Tradicionalmente, la historia de los presupuestos es que el oficialismo los defiende y la oposición los ataca y, bueno, tal vez eso fue un poco lo que se repitió en esa sesión. Pero vea, lo curioso ahora es que estamos de acuerdo en la cifra que vamos a adicionar al recorte, ahora necesitamos resolver cómo llegamos ahí.
Igual, si no logra resolverse ahora, que espero que sí por la señal que da, ocurrirá en enero, pero perderemos tiempo, por eso es tan importante llegar a ese entendimiento ahora y a otros entendimientos.
Desde que soy presidente entiendo que la fortaleza nuestra está en tener que apoyarnos en todas las fracciones y eso es una fortaleza. Desde el punto de vista del Gobierno podrán decir que es una debilidad, pero, desde el punto de vista del país, es una fortaleza.
-En esa noche del cierre de la Comisión de Hacendarios sobre el presupuesto 2021, algunos diputados aseguran que lo llamaron usted y que usted les dio el visto bueno para que aprobaran las mociones. ¿Eso fue así?
Ahí es donde radica probablemente el malentendido.
Cuando yo hablé con nuestras diputadas y con Elián (Villegas, ministro de Hacienda), yo les dije ‘comprometamos los ¢150.000 millones y dejen que cada quien vote las mociones, que cada quien vote sus mociones, o sea, dejemos de hablar, salgamos de eso'.
Después de eso, en ese momento, coincidió con un bloqueo en Sarapiquí, si no me equivoco, y yo también superviso mucho eso; mi atención se llevó a eso. Cuando después me volví a conectar y me di cuenta de lo que había pasado.. como me dijo alguien, ‘bueno mañana empieza otro día’.
-¿No era lo que usted esperaba lo que pasó?
No. Yo lo que esperaba era que nosotros comprometíamos el recorte de los ¢150.000 millones y que se votarán las mociones que se tuvieran que votar, las que salieran a favor, a favor; las que salieran en contra, en contra; pero que se cerrara la discusión, pero empezó un debate... sí un debate, pero, a ver...
-O sea, el PAC no estuvo con usted esa noche entonces....
Claro, don Elián es del PAC.
-Me refiero a los diputados...
Pero creo que hubo un..., ahí hubo un, sí ahí es donde, como digo, está el error humano y yo se los dije, incluso, se lo expresé así a varios de los diputados de la oposición. Yo asumo mi grado de responsabilidad, pero porque yo quiero recomponer esos puentes y esos canales, porque nos necesitamos unos a otros, porque podemos, y eso está en la vida de todos, podemos tener yerros, pero también podemos recomponer y tener aciertos.
Eso es lo que hace al ser humano diferente y a las sociedades diferentes. Lo importante no es cuando uno se cae, lo importante es cuando uno se levanta, se quita el raspón y sigue adelante. Lo importante es cuando uno le puede decir a alguien ‘esto no fue lo mejor y quiero proponer esto otro que es lo mejor’.
-¿Usted estuvo de acuerdo con lo que hizo el despacho del ministro de la Presidencia que pidió a todas las instituciones públicas reaccionar en contra de los recortes?
Eso no es una usanza ajena a un Gobierno, o sea, los gobiernos siempre se preparan cuando hay temas que tocan sus carteras.
Los gobiernos o los ministerios siempre se preparan para decir cuáles son los principales impactos porque les toca informar; también los diputados tienen que saber el impacto.
Voy a poner un ejemplo como viáticos. Lo que se viene a la mente comúnmente es que todo el mundo se va a ir a comer y de viaje, a pasear, pero hablemos, por ejemplo, de viáticos en el Ministerio de Salud, esos son todos los funcionarios que recorren el país haciendo la gestión en la pandemia, por ejemplo. Entonces, las instituciones están en el deber de decir ‘esto es lo que implica esa moción’, están en el deber de decir ‘esto es lo que implica para nosotros’.
De hecho, de ahí la contrapropuesta de don Elián es ‘permítannos a nosotros hacer el recorte y se los traemos’ porque lo que importa, y a la larga en gran medida, es el alcance del recorte y ahí hay un acuerdo de ¢150.000 millones.
-Sobre el proyecto de marchamo. El Gobierno, desde un principio, se opuso, al final se dio en una negociación y se aprueba la ley. ¿Es un buen mensaje para los mercados, haber cedido en una recaudación de impuestos en estos momentos?
Hay que escoger las batallas. Yo creo que los mercados que leen bien, no superficialmente, los mercados que leen bien, los analistas fijos que leen bien, no los más superficiales, entienden todo el contexto y entienden el contexto de un Gobierno que tiene que escoger sus batallas.
Nuestra batalla no es el marchamo per se, que además hay que decir ayuda a muchos pequeños empresarios. Hubiera deseado que tal vez el umbral fuera más acotado, pero eso depende de las realidades legislativas, las cuales también los analistas deberían deben poner bajo su análisis porque, si el analista solo se rige por lo superficial, hubiera predicho cosas como que no hacíamos la reforma del 2018, que no pasaban los 16 proyectos de la OCDE, que no pasaba la educación dual, que no pasaba el teletrabajo y, sin embargo, es una realidad.
Entonces, siempre hemos estado contra los pronósticos y la mayoría de las veces hemos salido adelante y porque porque hay actores políticos responsables en este país y una ciudadanía educada, entonces, si yo veo el panorama completo, yo eso lo leo en la necesidad de dar un mensaje, también de escuchar a la gente.
Como digo, el umbral se hizo muy alto, pero eso pasa ya por la realidad de las negociaciones legislativas, que yo respeto, pero al mismo tiempo nos genera para construir la viabilidad de los otros acuerdos que necesitamos prontamente adoptar y necesitamos créditos en la Asamblea Legislativa y la pronta aprobación de los proyectos de ajuste fiscal que necesitan mayorías y de esa realidad vivimos.
Como también lo dije en mucho tiempo, yo desde febrero del 2018 tengo clara la aritmética bajo la cual yo vivo, mucho trabajo en función de ella.