Juan Rafael Madriz se levantó a las 4:30 a. m., como todos los días; desayunó, observó la misa por televisión y a eso de las 7:30 a.m. tomó su bastón para caminar los 500 metros que separan su casa de la Escuela República de Guatemala, en Alajuela. Fue a ejercer el voto.
“Yo nunca falto porque es importante mantener nuestra tradición, aquí es el pueblo quien escoge a su presidente”, expresa este cartaginés nacido hace 97 años (en 1924) en Paraíso, pero con más de 60 años de vivir en el centro de Alajuela, donde se mudó en busca de una mejor oportunidad laboral.
Don Felo, como prefiere que le llamen, recuerda que a sus 24 años participó en el último conflicto armado de la historia costarricense: la guerra civil de 1948.
“En esos años todo se dividía entre figueristas y calderonistas. Fueron unos días difíciles, en ese momento no se respetó ni al Resguardo –así le llamaban a las sedes de la Policía–.
“Recuerdo que uno lo primero que hacía era dejar a sus familias en las casas, nadie salía y uno iba y se la jugaba. Cartago fue uno de los lugares donde esto se vivió con intensidad. Recuerdo que en Tejar de El Guarco, se encontraron con grupos que venían de la zona de Dota”, relató don Felo.
La Guerra Civil de Costa Rica de 1948 se dio tras la anulación -por parte del Poder Legislativo- de las elecciones presidenciales que se dieron en ese año. Tuvo una duración de un mes y medio y dio como resultado la baja de cerca de 2.000 personas.
Algunos de los principales caudillos que participaron en ese combate fueron Teodoro Picado, Otilio Ulate, Rafael Ángel Calderón Guardia y José Figueres Ferrer; quien precisamente fue instaurado como presidente después del evento.
Sin embargo, para don Felo todo se dividió entre calderonistas y figueristas, fuerzas que dieron origen al bipartidismo que vivió el país hasta el año 2014 cuando el Partido Acción Ciudadana (PAC) rompió el esquema político del país con el gobierno de Luis Guillermo Solís y ganando también las votaciones del 2018 con el actual mandatario, Carlos Alvarado.
Salgan a votar.
Para este casi centenario alajuelense, votar es una obligación. Y no repara en hacer un llamado a los ciudadanos para que emitan su voto.
“Yo no fallo a una votación, me gusta y porque entiendo la importancia de la democracia. No hay nada mejor que sea el pueblo el que elija al presidente. Yo no entiendo porque últimamente la gente no sale a votar.
“Fíjese, yo vivo sobre la Calle Ancha, y esto hace unos años atrás era una fiesta. Carros con sus pitos y banderas. Chiquillos que pedían las banderas para salir y ‘bandererar’. Eso me hace falta vivirlo hoy, ya se ve muy poco”, recordó Madriz.