El pasado 23 de junio, el Concejo Municipal de Alajuela sesionó con 50 personas presentes. Había 11 regidores propietarios, 11 regidores suplentes, 14 síndicos propietarios y 14 síndicos suplentes.
Llenazos como este también ocurrieron en las sesiones del 26 de abril, 10 de mayo, 7 de junio y muchas otras más, en las que el salón del Concejo suele estar abarrotado. Generalmente, a cada sesión acuden entre 45 y 50 miembros.
Algo similar ocurrió el 21 de junio en el Concejo Municipal de San José. Ese día, la sesión contó con 42 de los 44 integrantes gracias a una numerosa presencia de regidores y síndicos suplentes, lo cual es usual, tal como ocurrió también el 31 de mayo.
¿A qué se debe que estos órganos locales sesionen casi con la misma cantidad de diputados de la Asamblea Legislativa?
Parte de la explicación está en el generoso pago de dietas que existe en las municipalidades, en donde los regidores y síndicos suplentes cobran dinero simplemente por asistir a las sesiones, aunque no tengan que votar, ni hablar.
La función de los suplentes es sustituir a los propietarios si estos se ausentan, pero el Código Municipal ordena que se les pague si asisten a las sesiones, aunque los propietarios estén presentes.
Es más fácil verlo con el siguiente ejemplo. En Alajuela, la dieta es de ¢268.000 por sesión para los regidores propietarios. Ellos ganan ¢1,6 millones con solo asistir a seis sesiones al mes (el máximo que permite pagar el Código Municipal).
De esa forma, estos funcionarios municipales ganan más de cinco veces el salario mínimo de un funcionario público, por solo asistir a seis encuentros.
Luego, los síndicos propietarios de Alajuela ganan la mitad de lo que perciben los regidores propietarios, pero esa misma remuneración reciben los regidores suplentes con solo asistir a las sesiones. Así, obtienen ¢800.000 mensuales por asistir a seis sesiones.
Por último, los síndicos suplentes ganan un 25% de lo que obtienen los regidores propietarios, es decir, ¢400.000 por asistir a seis encuentros mensuales.
La situación se extiende a todas las municipalidades del país en mayor y menor medida, pues las dietas varían en cada cantón. En San José, por ejemplo, el monto de la dieta de un regidor propietario es de ¢183.000; en Escazú, es de ¢219.000; y en Belén, de ¢178.000.
Las sesiones municipales en todo el país le costaron a los contribuyentes ¢5.427 millones en el 2021, repartidos entre 1.988 personas.
Esta situación le permitió a cada persona llevarse un promedio de ¢2,7 millones anuales, pero, en la práctica, municipalidades como la de Alajuela benefician a sus regidores hasta con ¢19,2 millones anuales, cifra que supera el doble del ingreso per cápita promedio de un costarricense.
No por nada el gasto en dietas creció en un 180% en cuatro años en la Municipalidad de Belén, cuyo Concejo consideró, en el 2019, que los miembros no ganaban suficiente y entonces decidió darle un empujón a sus dietas.
En el 2019, el gasto en dietas de Belén era de ¢40 millones. Para el 2020, el monto había subido a ¢59 millones y, el año pasado, ya era de ¢97 millones.
Alajuela, en tanto, gastó en el 2021 un total de ¢543 millones en dietas, seguido por San José (¢435 millones), Desamparados (¢261 millones), San Carlos (¢246 millones) y Heredia (¢218 millones).
El fuerte crecimiento de Belén, el más alto de todos, fue confirmado por Horacio Alvarado, exalcalde del cantón y hoy diputado del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), quien comentó a La Nación que desde hacía ya varios años el Concejo venía aumentando gradualmente sus dietas, hasta dispararlas en 2021.
“Hay una independencia entre el Concejo y la administración, y resultó que la Municipalidad de Belén tenía alrededor de cinco años en los que no se aumentaba nada ni se revisaba la dieta de los regidores y miembros del Concejo Municipal. Entonces tomaron un acuerdo, donde le dicen a la administración que hagan un estudio con base en el Código Municipal de cuánto deberían ganar ellos por dieta y de acuerdo a lo que establece el presupuesto.
“Se hace el estudio, ellos ven el estudio, y ellos toman la decisión de actualizar la dieta de forma escalonada en tres años y hoy están ganando lo que ellos acordaron”, aseveró el exalcalde.
El Código Municipal, emitido en 1999, es otro de los impulsores de dietas, pues el artículo 30 de ese cuerpo legal confiere a los concejos la oportunidad de aumentarse hasta un 20% anual si su presupuesto se incrementa en igual medida.
Si la Municipalidad de Alajuela hubiese aplicado este principio, sus jugosas dietas serían aún más grandes, argumentó Randall Barquero, presidente del Concejo alajuelense y regidor por el Partido Nueva República (PRN), quien admite que reciben una alta suma por ir a sesionar.
“Primero que nada nosotros no establecimos las dietas; estas se establecieron por un mecanismo de principios de este siglo e, incluso, el régimen municipal dice que, conforme al aumento del presupuesto, se subían las dietas. El Concejo pasado las congeló y nosotros no hemos subido las dietas; las mantenemos desde el 2018.
“Creo que eso va a quedar congelado por mucho tiempo, de manera de nivelar con el resto de concejos del país. Yo, por ejemplo, no estoy por la dieta. Cuando llegué en el primer periodo, ni sabía cuánto ganaba; sí es una dieta muy grande, pero la propuesta es mantenerlas congeladas”, explicó Barquero.
En el país hay nueve concejos municipales que, al sumar regidores y síndicos propietarios y suplentes, superan el mínimo de diputados requerido para hacer cuórum en la Asamblea Legislativo (38), e incluso se acercan al total de legisladores de Cuesta de Moras (57).