Han pasado casi cinco años desde que Karla Pérez González empacó sus maletas y abandonó Cuba, dejando atrás a su familia y a seres queridos, luego de que el gobierno comunista la expulsó de la universidad como represalia.
Esta cubana de 23 años recibió este lunes la noticia de que fue acogida como refugiada en Costa Rica. En el mes de marzo, cuando intentó ingresar a su patria desde el aeropuerto de Tocumen, Panamá, agentes migratorios le indicaron que Cuba le había negado la entrada.
“Ante el destierro de Cuba, la negativa de Cuba, pedí inmediatamente el refugio acá en Costa Rica el 19 de marzo pasado; duró cuatro meses y medio el Estado en otorgarme refugio, la notificación me llegó esta mañana vía correo electrónico”, comentó la reportera.
Pérez considera a Costa Rica su segunda patria, pues fue el país donde llegó con 17 años tras el exilio cubano y donde ha vivido los últimos años.
“Estoy muy agradecida, Costa Rica es el país que me vio hacerme adulta, es mi segundo país, así lo considero; yo sabía que me iban a acoger con los brazos abiertos como lo hicieron hace cuatro años y medio”, dijo.
Esta cubana llegó a suelo tico para estudiar y trabajar.
“Mi sueño más grande es regresar a Cuba, o al menos poder elegir ese regreso, es algo que pienso cada día, es un sueño que me persigue y que no descarto que se pueda hacer realidad en un futuro que no está muy lejos”, expresó.
La separación familiar ha sido uno de los factores que más ha afectado a Pérez, quien asegura que separar familias es una práctica usual del gobierno cubano.
“En el sentido psicológico ha sido muy desgastante para mí la separación de mi familia; es como la piedra angular de la política cubana por más de 60 años, separar a las familias, para mí ha sido muy desgastante; yo tengo 23 años y me siento muchísimo más vieja, estoy bastante cansada”, aseveró la periodista.
En marzo de 2021, la comunicadora contó a La Nación que, en agosto del 2020, hizo las gestiones para la prórroga de su pasaporte cubano en la embajada cubana en Costa Rica y, dos días antes de viajar, pagó el hospedaje en un hotel en la isla donde haría la cuarentena obligatoria por la covid-19.
Cuando ella estaba en el aeropuerto de Panamá, rumbo a cruzar la puerta de embarque al avión que la llevaría a su hogar, el personal de Copa la requirió y le explicó que no podía abordar por orden del gobierno.
“Un funcionario me pidió los documentos y el tiquete; cuando los vio, me dijo que no era un tema de Copa ni de requisitos legales. Di gritos, lloré, pero no les importó. No tengo dónde ir, no tengo visa ni de Panamá ni de Costa Rica. No tengo manera legal de regresar”, narró Karla en ese momento.