Guanacaste
Patrulleras de la Fuerza Naval de Nicaragua merodean la bahía Salinas, en el extremo norte de la costa de Guanacaste, e impiden a los pescadores costarricenses trabajar en los alrededores de la isla Bolaños.
La situación llegó al grado de que los militares nicaragüenses detuvieron a dos marineros ticos y les decomisaron su lancha, lo que provocó que Costa Rica enviara una nota formal de protesta a Managua.
El hecho ocurrió la noche del 31 de mayo mientras ellos pescaban 400 metros al sur de isla, la cual está a menos de 1,3 kilómetros de la costa costarricense.
El canciller Manuel González envió una enérgica protesta y pidió al gobierno de Daniel Ortega garantías de que este tipo de incidentes no se repitan. No obstante, pescadores de bahía Salinas relatan que existe una constante —y cada vez menos intermitente— presencia militar de Nicaragua en el área, principalmente en las cercanías de isla Bolaños.
La Cancillería reaccionó ante el testimonio de los pescadores Roberth Canales y Yader Contreras, de 35 años y 25 años respectivamente, quienes confirmaron a La Nación que recibieron un trato denigrante e intimidatorio por parte de los oficiales nicaragüenses el día de la detención.
Los militares los desnudaron, afirman estos vecinos de playas del Coco, y luego se los llevaron al puerto nicaragüense de San Juan del Sur, unos 30 kilómetros al norte, donde debieron pagar $1.600 (¢880.000) para recuperar la embarcación decomisada.
En la protesta a su par nicaragüense, Samuel Santos López, el canciller González alegó que el decomiso fue ilegal y contrario a los términos del acuerdo fronterizo entre Costa Rica y Nicaragua.
Según el artículo IV del tratado de límites Cañas Jerez, de 1858, la bahía Salinas es común para ambos países, tanto en sus ventajas como en la obligación de defenderla.
El vicecanciller, Alejandro Solano, reconoció a este medio que bahía Salinas es un tema sensible, que incluso se debate en un juicio en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya, Holanda, donde Costa Rica interpuso un litigio para definir los límites marítimos con Nicaragua tanto en Pacífico como el Caribe.
“La sensibilidad que hay Bahía Salinas puede generar un incidente mayor en cualquier momento, sobre todo por esa falta de claridad que hay, a pesar de que Bahía Salinas es compartida y así está claramente establecido, pero nunca estamos seguros de que hay una operación marítima nicaragüense que pueda afectar las operaciones de nuestros pescadores”, declaró Solano.
Agregó que la discusión se centra en la bahía, pues isla Bolaños es enteramente costarricense. Costa Rica declaró a la isla refugio nacional de vida silvestre desde 1981, por su importancia en la conservación de aves marinas.
La detención. Según el testimonio de los pescadores Canales y Contreras, una lancha rápida con cuatro oficiales del Ejército de Nicaragua los interceptó alrededor de las 3 a. m. cuando estaban pescando ballyhoo, un pez que se utiliza como carnada en la pesca deportiva.
Aseguran que, primero, los oficiales les pidieron los documentos de identidad y, acto seguido, los detuvieron y les decomisaron la lancha de cinco metros de largo, bajo el argumento de que estaban en aguas nicaragüenses.
“Nos decían que estamos pescando ilegalmente, que estábamos en aguas nicaragüenses porque, según ellos, isla Bolaños era nicaragüense”, expresó Canales.
Posteriormente, fueron trasladados a otra patrullera más grande en la que viajaban otros ocho militares, la cual describieron como un barco de guerra con cañones. Ahí los hicieron quitarse la ropa y fueron interrogados.
“(El capitán de la patrullera grande) nos agarró y nos comenzó a decir un montón de cosas, que eso era de ellos, que por qué nos metíamos ahí si sabíamos que esa isla propiamente era nicaragüense; comenzó a revisarnos y hasta nos quitó la ropa”, dijo Contreras.
“Nos hablaban grosero, yo me imaginaba que era algo terrible estar en una embarcación nicaragüense. Entonces, nosotros nos quedábamos callados simplemente sin decir nada, antes de que nos fueran a agredir o, para evitar problemas, que nos fueran a golpear encima de la embarcación (…). No decíamos nada, él nos apuntaba (con la pistola) y nos decían cosas por ahí, como para provocarnos y que nos pusiéramos enojados”, agregó.
En esa embarcación estuvieron hasta las siete u ocho de la mañana, hora en que fueron trasladados a San Juan del Sur, en territorio nicaragüense. Una vez allí, los llevaron ante las autoridades migratorias de ese país.Ellos cuentan que estuvieron custodiados por militares, pero que nunca fueron esposados ni agredidos físicamente.
Las autoridades nicaragüenses los liberaron después del mediodía, luego de que un grupo de personas que se dedican a la pesca deportiva intercediera en favor de ellos.
“Gracias a Dios nadie fue preso porque habían unas embarcaciones de Costa Rica ahí, porque había un torneo de pesca deportiva y nos ayudaron a hablar con la muchacha de Migración y ella nos pudo trasladar más rápido a la frontera”, afirmó Contreras.
“Topamos con suerte, porque todo el mundo nos ha dicho que normalmente, cuando cogen a pescadores como nosotros, los meten presos por lo menos siete días”, añadió Canales.
Una vez liberados, tuvieron que trasladarse en un taxi desde San Juan del Sur hasta el puesto fronterizo de Peñas Blancas, un trayecto de 44 kilómetros que costó $30 (unos ¢16.000) y que fue pagado por el capitán de uno de los yates que estaba en el evento deportivo, debido a que ellos no andaban dinero.
En el puesto fronterizo, además, cada uno tuvo que pagar una multa de $80 (¢44.000) a Nicaragua por haber ingresado sin pasaporte. Esas sanciones económicas fueron canceladas por Cristian Ruiz, el dueño de la lancha decomisada y jefe de Canales y Contreras.
Ruiz tuvo que emprender otra batalla para recuperar su embarcación, la cual tiene un motor que alcanza velocidades hasta de 25 kilómetros por hora.
Él se vio en la necesidad de contratar a un abogado en Nicaragua que lo ayudó a recuperar el barco tres días después del decomiso. Al final, tuvo que invertir $3.000 (¢1,6 millones). El defensor le costó $1.400 (entre honorarios, hospedaje y alimentación), mientras que los otros $1.600, asegura, se los tuvo que dar a un oficial del Ejército.
“Cuando yo me venía ya para Costa Rica, el abogado le dice al capitán (del Ejército): 'Como ya no hay nada que hacer, ¿cuándo pasan los trámites a la institución de allá?, que es como Incopesca aquí en Costa Rica'. Entonces, ya el capitán reaccionó diferente, porque si pasan los trámites de la embarcación a otro departamento, entonces ellos ya no podían ganar plata. Ese dinero tuvo que haber sido una mordida, pero no tengo idea de cómo trabajarán ellos allá”, afirmó Ruiz a La Nación en playas del Coco, de donde es originario.
Desde que el incidente sucedió, Ruiz le ordenó a sus pescadores que no acerquen más a isla Bolaños para evitar nuevos conflictos con el Ejército nicaragüense y porque, sostiene, esa fue la recomendación que le hicieron los guardacostas costarricenses.
“Nos dicen que eso es tico, pero igual, que no nos arrimemos mucho para evitar problemas”, contó Ruiz.
Si bien dos de sus cuatro lanchas siguen operando en las cercanías de bahía Salinas, ahora lo hacen en otra zona, alejada de la isla.
El pescador Contreras, por su parte, se negó a regresar a esa área y ahora solo pesca en playas del Coco, a unos 85 kilómetros por mar del lugar donde fueron detenidos.
La Nación buscó una reacción del director del Servicio Nacional de Guardacostas, Martín Arias; sin embargo, el funcionario dijo que el caso lo tenía la Cancillería y que se trataba de un hecho aislado.
El vicecanciller Solano declaró que las operaciones de los guardacostas en la zona se manejan “con mucha cautela” para evitar un incidente.
Preocupación. A raíz de ese episodio y de otros que se han dado, la preocupación reina en bahía Salinas.
El temor es tal, que los marineros prefieren ir a pescar a otras zonas para evitar ser detenidos por el Ejército nicaragüense.
“Las patrulleras nicas se quedan semanas enteras ahí, totalmente cerca de isla Bolaños. Lo que nos molesta es que no nos dejan pescar cerca de la isla porque, si uno se arrima mucho, se lo llevan. Tienen una panga pequeña y un barco militar, desde aquí se pueden ver los cañones”, aseguró Rafael Umaña, quien desde hace 26 años pesca pargo en Puerto Soley.
Su colega Henry Castillo agregó: “Aunque Bolaños sea enteramente costarricense se lo llevan a uno. Las patrulleras nicas andan dando vueltas a la isla, aquí cerquitica de Soley y no tenemos apoyo de los guardacostas costarricenses, por aquí ni se ven, solo nos advirtieron que no nos acercáramos mucho porque nos cogen”.
Rafael López tiene 60 años, toda su vida ha sido pescador y ha vivido en Puerto Soley. Él dice que desde siempre Nicaragua ha reclamado como suya isla Bolaños, pero que es hasta ahora que tienen presencia militar tan constante en la zona.
Según cuenta, las patrulleras van con más frecuencia desde que se generó la crisis de los migrantes cubanos en octubre del año pasado, cuando el gobierno de Daniel Ortega les impidió el paso por su territorio.
“Ellos dicen que esa isla es de ellos, que nosotros no podemos pescar ahí, solo ir a pasear, que si nos ven en labores de pesca nos llevan. Tienen una panga, una minifragata y el barco grande militar. Están chivas por lo de Calero, ahora tienen presencia militar continua. Antes casi no venían, antes pescábamos tranquilos”, manifestó López.