Desde hace casi dos décadas William Sanabria Carvajal no pone un pie en un hospital, hecho que agradece por partida doble: no solo se siente saludable, sino que “es una salvada”, porque no está asegurado.
De haberse enfermado de gravedad durante ese tiempo, habría tenido que acudir a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) para, después, esperar la llegada de la factura por los servicios prestados.
Sanabria tiene 54 años, 30 de los cuales se ha dedicado a cuidar y lavar carros frente al edificio principal del Instituto Nacional de Seguros (INS), en San José centro, labor que todavía desempeña.
Según afirma, al ser trabajador independiente y no contar con el respaldo de un patrono, el acceso a un seguro de salud es mucho más difícil.
“Hace como 18 años que no voy a ningún hospital; gracias a Dios casi no me enfermo. Pero cuando hay alguna emergencia, accede uno a otros medios, como esas clínicas donde hay que pagar el mínimo, como Sin Fronteras. Ahí lo ayudan bastante a uno”, comenta Sanabria.
Como él, más 800.000 personas viven en el país sin seguro de salud, de acuerdo con un análisis de datos elaborado por este medio a partir de datos de la Caja.
Este vecino de Alajuelita sacó a sus dos hijos adelante a punta del cuido de carros, labor que, asegura, “cada día está mas dura”.
En una jornada buena, la ganancia es de unos ¢12.000. “Y eso que aquí (frente al INS) hay movimiento todo el día”, exclama, resaltando que no siempre corre la misma suerte.
A su esposa la asegura la hija, quien tiene 29 años y trabaja. Eso lo hace sentirse un poco más tranquilo.
Sin embargo, en casa, tanto él como el hijo, de 30 años, carecen de seguro de salud. “Hemos topado con suerte (al no enfermarse)”, .
“Es complicado, porque por cualquier cosa le cobran carísimo a uno en la Caja. Yo no he ido, pero he visto a más de una persona que entra con un dolor de muela y sale con un cuentón”, refuta.
‘Me dicen que estoy moroso’
Según Sanabria, él pagó el seguro de salud durante unos siete años, pero dejó de hacerlo cuando el ingreso por cuidar y lavar vehículos empezó a bajar, hace alrededor de 17 años.
De inmediato, fue y pidió que le suspendieran el servicio, y le aseguraron que lo eliminarían del sistema.
“Yo pagué durante un tiempo el seguro en la Caja, el seguro mínimo, el voluntario, pero como en el 2002 me quedé sin trabajo y la situación se puso muy dura, entonces yo fui y hablé que ya no podía pagarlo más.
“Me dijeron que estaba bien, que si no podía pagar el seguro, eso ahí moría. Diay, yo me vengo tranquilo porque en realidad no tenía plata para pagar”, recordó.
No obstante, recientemente, fue a preguntar cuáles opciones tiene para volver a asegurarse, pero le respondieron que tiene que saldar una cuenta pendiente y que, hasta que no lo haga, no puede optar por un seguro.
“Hace como dos meses fui y pregunté y me dicen que aparezco moroso, y eso es injusto porque, si a mí me están dando la razón de que ya no puedo pagar más porque no tengo plata y eso se para ahí, entonces, ¿por qué ahora me van a salir diciendo que estoy moroso?”, reclamó.
Para él, es “una injusticia” que se le prohíba optar por el aseguramiento sin que cancele la supuesta deuda, la cual todavía no sabe a cuánto asciende.
“Ahora voy y pregunto y me dicen que no, que es que estoy moroso, y hasta que no pague eso no me pueden dar el seguro. Y, diay, veo yo que es injusto. A como está la situación, es muy injusto lo que están haciendo para conmigo”, prosiguió el trabajador.
Sanabria explica que ahora no tiene cómo comprobar el supuesto acuerdo al que llegó en aquel momento con los funcionarios de la Caja.
“Ahora voy a pagar algo que no debo, porque no he usado el seguro estos años. Ellos me dijeron que eso quedaba nulo, pero fue de palabra. No hay un papel que lo haga constar”, concluyó.