La democracia de Costa Rica es la tercera más sólida de todo el continente americano, después de las de Canadá y Uruguay, según el prestigioso Índice de Democracia del año 2021 publicado por la Unidad de Inteligencia de la revista británica The Economist.
En una escala de 1 a 10, la democracia costarricense puntúa en 8,07, lo cual la ubica en el puesto 20 entre 167 naciones. En el continente, le superan Canadá con 8,87 y Uruguay con 8,85. De hecho, estas tres naciones son las únicas de esta región que tienen el calificativo de “democracia plena”.
A nivel mundial, la costarricense ocupa el puesto número 20, posición que comparte con Austria. Estados Unidos está en el 27, Panamá en el 48, Argentina en el 50, El Salvador en el 79, Honduras en el 92, Guatemala en 99 y Nicaragua en el 140.
En ese informe, el puntaje regional promedio de América Latina cayó por sexto año consecutivo, de 6,09 en 2020 a 5,83 en 2021. Esta disminución no solo es la más pronunciada de cualquier región del mundo, sino que fue la mayor registrada desde se empezó a publicar el índice en 2006.
En el caso de Costa Rica, la calificación global bajó 0,09 puntos (la anterior era 8,16) y la posición global en dos puestos, del 18 al 20. A pesar de esto, el país subió un peldaño en Latinoamérica, debido al descenso de Chile (7,92) al cuarto lugar, que le significó el calificativo de “democracia defectuosa”.
Para establecer la calificación, The Economist pondera el puntaje de 0 a 10 en cinco áreas: proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política y libertades civiles. A las naciones que obtienen una nota ponderada mayor a 8 se les califica como “democracia plena; las que se ubican entre 6 y 8, “democracia defectuosa”; las notas entre 4 y 6 reciben el calificativo de “régimen híbrido” y las menores a 4 son llamadas “autoritarias”, como es el caso de Nicaragua.
En América Central, solo Costa Rica es democracia plena. Panamá es democracia defectuosa; El Salvador, Honduras y Guatemala son regímenes híbridos y Nicaragua cae en autoritarismo, pues junto con Venezuela y Cuba son las únicas naciones de Latinoamérica con nota cero en proceso electoral y pluralismo.
The Economist precisó: “El puntaje de la región en todas las categorías del índice empeoró en 2021, debido a una fuerte disminución en la cultura política. Esto refleja el descontento público con el manejo de la pandemia de coronavirus por parte de los gobiernos, que amplificó algunas tendencias previas a la pandemia, incluido el creciente escepticismo sobre la capacidad de los gobiernos democráticos para abordar los problemas de la región y la creciente tolerancia de la gobernanza autoritaria”.
Además, la publicación resaltó el cada vez más débil compromiso de América Latina con una cultura política democrática, lo que “ha permitido que prosperen populistas antiliberales, como Jair Bolsonaro en Brasil, Andrés Manuel López Obrador en México y Nayib Bukele en El Salvador. Esta tendencia también ha fomentado regímenes autoritarios en Nicaragua y Venezuela”.
Solo un 1,3% de la población de América Latina vive en democracias plenas, y cada vez es mayor el número de habitantes de la región que vive en regímenes cuya democracia flaquea. El 59% de la población latinoamericana vive en democracias defectuosas, el 30% en regímenes híbridos y un 9% en países autoritarios. Permanece un 1% sin clasificar.
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‘La pandemia creó un escenario muy delicado’
El investigador del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR), Ronald Alfaro Redondo, resaltó los importantes retrocesos que han afrontado las democracias de la región y el mundo.
“Uno ve países donde en circunstancias excepcionales, como estas pandémicas, los gobernantes ambicionan más poder. Cuando se dan estos intentos de acumular poder, que se ven en Estados Unidos, en Hungría, en Brasil, en El Salvador, las democracias tienen frenos, pero estos se han debilitado, porque la pandemia creó un escenario muy delicado. La gente quiere que las cosas cambien o que se resuelvan, pero en las democracias se requiere tener equilibrios”, explicó Alfaro.
En la búsqueda de soluciones rápidas, se están dando retrocesos en perjuicio de la democracia, agregó el investigador. Además, resaltó que la construcción de una democracia plena toma tiempo y el proceso se ve afectado cuando hay cambios políticos. El académico dio el ejemplo de México, que pasó de años de dominio del Partido Revolucionario Institucional (PRI), a una irrupción del Partido Acción Nacional (PAN) y más recientemente el Movimiento Regeneración Natural (Morena).
“Por ejemplo, Costa Rica, que adopta su Segunda República en el año 1953, pero entre 1953 y 1974 en el país estuvo prohibida la inscripción de partidos políticos, que se mantuvo durante veinte años. Lo que quiero decir es que esto no es tan fácil como que donde hay oscuridad se enciende la luz y todo se acabó, no, hay procesos que llevan periodos de tiempo más largo”, explicó el académico.
Populismos también acechan a Costa Rica
El director regional del Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral (IDEA) para América Latina y el Caribe, Daniel Zovatto, resaltó a Costa Rica y a Uruguay como ejemplos democráticos en América Latina. No obstante, expresó su preocupación de cara a la segunda ronda electoral del 3 de abril.
“Lo que me preocupa de Costa Rica de cara a esta elección es que hay una situación económica muy compleja, hay un aumento de pobreza, hay un aumento de desigualdad, hay un aumento del desempleo, hay una situación fiscal extremadamente compleja, que quien llegue va a tener que volver a negociar. Consecuentemente, hay mayor apatía y menos identificación con partidos políticos por parte de la ciudadanía”, explicó en entrevista con La Nación.
Añadió que el enojo y malestar de la población costarricense con la corrupción y la disfuncionalidad del sistema político forman un “caldo de cultivo”. Cuando se combina esto con “un candidato que lo sepa aprovechar con un discurso antisistema y antipolítica tradicional, y que se presenta como un redentor o un mesías que viene a resolver todos los problemas, representa un riesgo para las democracias”.
“Con un discurso muy similar al de Trump en Estados Unidos, al de López Obrador en México, al de Bolsonaro en Brasil y al de Bukele en El Salvador, si uno le agrega una estrategia comunicacional para manipular el enojo, es una combinación muy tóxica, pero al mismo tiempo, muy letal para la democracia, pero con un alto rendimiento electoral”, explicó.
Noruega continúa a la cabeza como el país más democrático
Al igual que el año pasado, Noruega es el país con la democracia más sólida del mundo. Su calificación bajó levemente de 9,81 a 9,75 debido a la disminución de libertades civiles. En esta publicación, el segundo puesto lo ocupa Nueva Zelanda, seguido de Finlandia, Suecia e Islandia.
El grupo de las únicas 21 democracias plenas del orbe lo complementan, en orden:
- Noruega
- Nueva Zelanda
- Finlandia
- Suecia
- Islandia
- Dinamarca
- Irlanda
- Taiwán
- Australia
- Suiza
- Países Bajos
- Canadá
- Uruguay
- Luxemburgo
- Alemania
- Corea del Sur
- Japón
- Reino Unido
- Mauricio
- Austria
- Costa Rica
Como contraparte, en los últimos cinco puestos se ubican:
- República Centroafricana
- República Democrática del Congo
- Corea del Norte
- Birmania
- Afganistán
Todas estos tienen regímenes autoritarios. Si se dividen por regiones, solo Norteamérica y el Oeste de Europa carecen de regímenes autoritarios, mientras que África Subsahariana tiene 23 países con esta clasificación.
De los 167 países analizados por The Economist, 21 tienen democracias plenas (dos menos que en la entrega anterior), 53 tienen democracias defectuosas (uno más), 34 tienen regímenes híbridos (uno menos) y 59 conviven con autoritarismo (dos más que en 2020).
“El puntaje global promedio cayó de 5,37 en 2020 a 5,28 en 2021, impulsado por regresiones en todas las regiones excepto en Europa del Este, que se estancó. La pandemia de covid-19 siguió siendo una limitación importante para la democracia, lo que exacerbó las tendencias negativas y las debilidades existentes y presentó nuevos desafíos tanto para los regímenes democráticos como para los no democráticos”, detalló la investigación.
Daniel Zovatto aseguró que la democracia se deteriora a nivel mundial, tal como lo evidencia la investigación de The Economist y publicaciones anteriores realizadas por el Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral. Esto se ve plasmado en la caída de la clasificación global de 5,37 a 5,28.
“Casi el 46% de la población mundial vive en democracias plenas o defectuosas, pero por primera vez, más del 50% de la población no vive en democracia. El porcentaje llega a 54%. Esto es muy grave. Nunca hubo una caída tan importante de la democracia”, concluyó.