La Contraloría General de la República (CGR) confirmó que el endeudamiento del Gobierno Central cerró el mes de julio ¢240.000 millones por debajo de lo negociado con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El margen equivale al 0,6% del producto interno bruto (PIB).
La deuda pública alcanzó ¢26.385.000 millones, equivalentes al 69,1% del producto interno bruto (PIB).
En tanto, el país pactó con el FMI que, para mediados del 2021, la deuda debía estar como máximo en ¢26.625.000 millones, es decir, el 69,7% de la producción.
Así se lo comunicó a los diputados de la Comisión de Hacendarios la contralora general, Marta Acosta.
Estos resultados los había comunicado el Ministerio de Hacienda.
Acosta incluyó ese dato al referirse a los efectos del VI presupuesto extraordinario del Gobierno que incrementaría el gasto público en ¢122.800 millones, lo que aumentaría el déficit financiero en 0,3% del PIB.
Hace dos semanas, Hacienda también informó de que el superávit primario, el cual es la diferencia entre ingresos y gastos del Gobierno sin incluir el pago de intereses, alcanzó los ¢100.453 millones al mismo mes.
En este apartado, lo acordado con el Fondo implica cerrar con un déficit primario máximo de ¢390.000 millones. La meta para finales de este año es que el déficit primario termine en 1,7% del PIB o ¢640.000 millones.
Elian Villegas, ministro de Hacienda, resaltó la importancia de un menor crecimiento del endeudamiento. Este se logra, según dijo, por una mejor recaudación y reducción del gasto público.
“Implica que las medidas de ajuste lograron atenuar el crecimiento de la deuda. También significa que se puede reducir en el mediano plazo el servicio de la deuda. Esto se logró, pues, dos tercios del programa de ajuste son por el lado del gasto. Al contener y disminuir el gasto, se ha logrado que toda mayor recaudación evite el financiamiento o endeudamiento”, remarcó el jefe de Hacienda.
El Gobierno debe terminar el mes de diciembre con una deuda igual o inferior a los ¢27.100.000 millones, el 71% del PIB, para cumplir con lo negociado con el organismo durante el 2021.
El ministro estimó que la deuda podría cerrar el año en ¢26.862.680 millones, el 70,35% de la producción, unos ¢235.000 millones por debajo de la meta.
La tarea no ha terminado
El economista José Luis Arce ve posible que el Gobierno cumpla con las metas cuantitativas de este año pactadas con el Fondo, aunque sea con “poca holgura”.
“Se va a cumplir la meta de endeudamiento y de déficit primario, pero no como la holgura del primer semestre porque estas, conforme pasa el tiempo, irían desapareciendo”, agregó el economista.
Recordó que los buenos resultados del primer semestre han sido circunstanciales y que aún se debe continuar realizando la tarea para lograr estabilizar las finanzas públicas.
En primer lugar, a marzo de este año se acumularon 15 meses del periodo fiscal para el pago de renta, tres meses más de los 12 meses habituales. “Son casi ¢200.000 millones más que no volverán a estar en el futuro”, aseveró.
Al mismo tiempo, en la primera parte del año el Gobierno hizo uso de ¢49.000 millones del superávit de los órganos desconcentrados autorizado por los diputados el año anterior, según añadió.
Arce también indicó que el financiamiento del Gobierno se ha visto favorecido por una mayor liquidez de la banca nacional y por la reacción positiva de los mercados por el acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario.
“Los bancos están nadando en dinero y no están dando crédito”, apuntaló sobre el mercado local.
Sin embargo, el economista sugiere a Hacienda continuar con el trabajo se saneamiento de las finanzas públicas, dado que aún hay mucho trecho por recorrer y los diputados están reticentes a aprobar la parte de impuestos del plan de ajuste fiscal.
“Ese panorama hace probable que el convenio se pueda suspender y, si se suspende, algo afectará la confianza de los agentes económicos y algo afectará el acceso al financiamiento de Hacienda. El shock de confianza puede convertirse muy rápidamente en un shock negativo.
“No digo que habrá una crisis, ni que habrá una abandono de la disciplina fiscal. Lo que sí creo es que hay que ponerse muy serios en el sentido de que los cambios estructurales necesarios para hacer el ajuste aún están pendientes de aprobarse”, advirtió.
Como suele ocurrir cada año, continuó, a finales del segundo semestre el Gobierno recurre a un mayor gasto sobre todo por el pago de aguinaldo a los funcionarios.
Además, cree que a medida que pase el tiempo le será más difícil al ministro de Hacienda continuar con el freno de las transferencias corrientes que han apalancado la reducción de gasto.
“Ese esfuerzo de contención está en la capacidad que tenga el ministro de decir no, no, no. Pero se irá agotando conforme pasa el tiempo en el sentido que políticamente aumentan las presiones, se acerca el ciclo electoral y algunas autoridades van a estar interesadas en terminar proyectos”, finalizó Arce.