El arquitecto Diego Meléndez Dobles, director del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, se extrañó por la forma en la que el Gobierno, a través del Icoder y el Ministerio del Deporte, está manejando el proyecto para construir un nuevo Gimnasio Nacional en La Sabana.
Él, como jerarca del Centro de Patrimonio Cultural, negó un permiso para que se derrumbe el inmueble actual, el cual tiene 62 años de estar en pie, bajo el argumento de que “las obras por realizar constituyen la destrucción de un bien histórico arquitectónico de manera irreversible”.
Además, Meléndez Dobles, de 61 años, afirmó que la iniciativa tiene muchas nebulosas y cuestionó, por ejemplo, que no se haya sacado a concurso la obra y que, por el contrario, se le asignara a dos estudiantes de arquitectura (el dibujo y el diseño).
“Primero, a mí me llama mucho la atención el secretismo con que se ha manejado esto. Segundo, es un proyecto de envergadura nacional y me parece que poner a dos estudiantes de arquitectura a hacer un anteproyecto y agarrar ese anteproyecto para construirlo, me parece una irresponsabilidad enorme”, declaró Meléndez.
Relató también que, a mediados del 2021, las autoridades del Icoder y del Ministerio del Deporte, le solicitaron una reunión, en la que se le presentó el proyecto del nuevo Gimnasio Nacional: “Viera qué cosa más extraña cuando yo fui a esa reunión. Fue el año pasado, como a mediados de año. Básicamente, nos llaman y nos dicen que quieren hacer un nuevo gimnasio, que estos estudiantes hicieron el proyecto y que nos van a presentar el proyecto a ver qué opinamos.
“Yo como arquitecto, que he sido profesor universitario, sé que los proyectos que hacen los estudiantes siempre son sin presupuesto, sin limitaciones. Estos estudiantes hicieron un diseño como la carta al niño Dios, pusieron todo lo que quisieron ponerle al gimnasio. Es un proyecto gigantesco (...). El edificio es demasiado grande para ese terreno, entonces las salidas de emergencia tiran a la gente a la acera de metro y medio y está la autopista. Imagine cuando salgan 20.000 personas de un evento por una emergencia, que salgan todos a la autopista. Hay un montón de cosas que no están bien concebidas. Un proyecto de esa envergadura debería ser un concurso público con un jurado que escoja la mejor propuesta.
“No se hizo concurso, se hace debajo de la mesa, se hace a la carrera y, además, no tienen el presupuesto. Están haciendo esto a la carrera porque hay cambio de gobierno y lo único que pueden hacer es demoler, y después el próximo gobierno se va a quedar sin gimnasio, sin dinero y con un proyecto que no hay fondos en este momento para construirlo.
“Yo les dije: ‘Ustedes se acuerdan cuando el Teatro Nacional necesitaba $30 millones para restaurarse y hubo una gran oposición porque decían que era demasiado dinero para endeudarse, y ahora ustedes salen con un proyecto que vale tanto’. Y se volvían a ver como si nada. Parecía que la plata les iba a caer del cielo. Viera qué cosa más extraña.
“Les pregunté si no se han planteado en ningún momento hacer una remodelación del actual gimnasio, que cumpla con todas las regulaciones, que tenga sistema eléctrico nuevo, sistema de aguas nuevo y a un costo mucho menor. Me dijeron: ‘No, es que no queremos arreglarlo, queremos hacer uno nuevo’. En todo momento esa fue la respuesta. Y luego cuando pregunté por qué hacerlo en media crisis fiscal, en pandemia, me dicen: ‘Es que usted no tiene que opinar de esto porque usted es de Patrimonio’. Yo les dije entonces: ‘Yo soy director de Patrimonio, pero también soy ciudadano que pago impuestos y no me gusta que mis impuestos se usen en un proyecto que en estos momentos no es de urgencia”.
Se le preguntó a Diego Meléndez por qué no se podría demoler el gimnasio, como sí ocurrió con el Estadio Nacional, que fue reemplazado por el actual, construido por el gobierno de China. Esta fue su respuesta: “Tengo que estudiar la resolución que se dio en aquel momento. Pero según me informaron aquí en el Centro de Patrimonio, en ese momento se dio el permiso por presión política, porque los técnicos se oponían a que se demoliera, puesto que está declarado como patrimonio. Es muy probable que esa decisión fuera política y no técnica. A lo mejor ese estadio estaría mucho mejor en otra parte que ahí donde está”.