Catalina Botero, exrelatora especial para la Libertad de Expresión de la Organización de los Estados Americanos (OEA), expuso los desafíos que, en su criterio, deberá atender la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) en relación con las nuevas tecnologías y el incremento de la inteligencia artificial. Los retos incluyen evitar la descriminación algorítmica y garantizar los neuroderechos.
Las declaraciones de la experta en temas de libertad de expresión se dieron durante el acto de celebración del 45 aniversario de la Corte IDH, festejado este 3 de setiembre en su sede, ubicada en San José.
Botero enumeró ocho desafíos que podrían vulnerar los derechos humanos de los ciudadanos, en relación con las nuevas tecnologías y los límites que deben establecer los Estados para proteger a las personas.
El primer reto que describió es el derecho a la privacidad. Para la experta, los datos se han convertido en una mercancía que es compartida, la cual incluye información tan personal como los pasos diarios que damos, las horas de sueño y hasta las reacciones emocionales.
“Hay alguien que está tomando nota; por eso, compartir esos datos no es inocuo. A pesar de la ligereza con que algunas personas se toman su privacidad, este sigue siendo un derecho humano esencial para el ejercicio de otros derechos humanos como la dignidad o la autonomía.
“Por eso, uno de los grandes desafíos que deberá afrontar esta Corte es el de la protección de los datos personales en un mundo interconectado y con una nueva idea del derecho a la privacidad”, afirmó Botero, quien también es directora de cátedra de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Agregó que los países deben plantearse medidas para impedir la vigilancia masiva mediante tecnologías como la biometría.
El segundo desafío es el ejercicio la libertad de expresión e información con las nuevas tecnologías. Para Botero, no son suficientes los criterios utilizados actualmente en la moderación de contenidos en Internet, mediante los cuales se decide si un contenido merece ser expulsado.
“Esas decisiones de libertad de expresión en Internet exigen nuevas herramientas hermenéuticas y exigen profundizar conocimientos técnicos”, agregó. La ponente planteó el desarrollo de una nueva doctrina adentrada en el mundo de la nueva era digital.
Como tercer punto, está el debate sobre sí acceder a Internet es un derecho o no, porque esto podría generar que los ciudadanos puedan exigir acceso y accesibilidad digita.
El cuarto reto es garantizar los neuroderechos, con el fin de proteger a los usuarios de redes sociales de que se acceda a sus patrones emocionales, e impedir futuras intervenciones neuronales debido a los avances en la neurociencia.
“Ese derecho busca que los avances que puedan llegar a alterar, capturar o influir la actividad cerebral tengan como parámetro esencial los derechos humanos y particularmente la dignidad de cada personas”, indicó Botero.
El quinto desafío es evitar la discriminación algorítmica que generaría la inteligencia artificial generativa.
“Esos sistemas aprenden de lo que hemos hecho, y hemos actuado con sesgos; por eso, estos sistemas pueden reproducir o incluso exacerbar esos sesgos y discriminaciones existentes. La tecnología no es neutral y la gente piensa que sí. Yo diría que es casi seguro que un caso de esa naturaleza llegue a la Corte IDH”, advirtió.
Un sexto reto que podría atender la Corte versa sobre la ciberseguridad, donde acciones como el robo de identidad o grandes hackeos, como el experimentado meses atrás en distintos aeropuertos mundiales, traen grandes consecuencias.
El séptimo desafío consiste en velar por los derechos humanos en el ciberespacio. Aunque estos casos tardarían más en presentarse, la experta aconsejó a los jueces prepararse pues, en espacios de realidad aumentada, ya están sucediendo situaciones alarmantes.
“En el metaverso, por ejemplo, pasan cosas, y esas cosas pueden afectar seriamente los derechos humanos. Las investigaciones existentes muestran que las violaciones sexuales, el acoso, sobre todo cuando es colectivo, y la humillación contra avatares, tienen serias repercusiones en el mundo real, particularmente para las personas más jóvenes, que hacen que esas personas tengan que salir de esos espacios digitales, creado una especie de apartheid”, aseveró.
El octavo reto tiene que ver con los derechos humanos en el contexto de la automatización y el uso de inteligencia artificial especialmente en temas de materia laboral.
Botero cuestionó qué sucederá con los miles de empleos que podrían perderse si el Estado no toma medidas para implementar estrategias de reinvención y conversión, considerando los derechos de los trabajadores.
Resaltó la importancia de proteger las garantías mínimas, como la seguridad social, los derechos laborales y las condiciones de trabajo decentes, en un entorno dominado por las plataformas de economía colaborativa, donde a menudo los trabajadores no cuentan con las protecciones.