Para el economista Eduardo Lizano, dos veces presidente del Banco Central de Costa Rica (BCCR), el país debe continuar ordenando sus finanzas públicas, las cuales se han desequilibrado, en parte, por el descontrol en el gasto público.
En el corto plazo, Lizano recomienda cumplir con el acuerdo de ajuste fiscal negociado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para tratar de “apagar el incendio”, es decir, equilibrar las cuentas nacionales.
De esa agenda, considera fundamental la reforma al empleo público por el orden que pondría en los salarios de todo el sector público, más allá de su impacto fiscal.
En su criterio, otros proyectos pequeños del acuerdo con el FMI, como el de impuesto a los premios de lotería, se podrían sustituir por otras medidas, si es necesario.
Luego, Lizano pronostica que Costa Rica tendrá que discutir otros ajustes fiscales por temas como las cargas sociales, las pensiones y el cambio climático.
“Tener un sector público debidamente financiado es fundamental para el desarrollo económico del país”, insiste Lizano, quien dirigió por primera vez el BCCR de 1984 a 1990, durante la segunda mitad del gobierno de Luis Alberto Monge y la primera administración de Oscar Arias.
Volvió a dirigir esa institución entre 1998 y el 2002, en el gobierno de Miguel Ángel Rodríguez. En la siguiente entrevista recuerda, además, cómo se desarrolló la crisis económica de principios de la década de 1980 y las acciones que debió tomar el Poder Ejecutivo para poder equilibrar sus cuentas.
— Cuando usted dejó el Banco Central en 2002, el país tenía mejores condiciones fiscales que ahora, aunque habían algunos indicadores altos. ¿Qué pudo haber ocurrido desde ese momento para tener la crítica situación de ahora?
— En la historia económica reciente de Costa Rica, los problemas fiscales han sido un problema crónico. En varias oportunidades se ha medio resuelto el problema. Hemos tenido algunos momentos satisfactorios como con don Abel Pacheco (2002-2006) y al principio de la segunda administración del doctor Arias, pero yo diría que, en los últimos años, hemos tenido un problema que ha ido in crescendo, con la generación de déficit y la consiguiente necesidad de endeudamiento interno y externo. Hemos tenido que recurrir a deuda para poder cubrir esos déficit.
“En noviembre del 2018, con una crisis que llegó a estar cerca del abismo, se llegó a un acuerdo político en la Asamblea Legislativa. Ahí se logró aprobar una serie de medidas que permitió ponernos en un rumbo de ir resolviendo ese problema.
“Uno puede conversar si lo que se hizo en noviembre del 2018 fue suficiente o si era necesario, en el transcurso de algunos años, tomar medidas adicionales. Lo que sucede es que estábamos comenzando ese proceso de ajuste cuando se nos vino la pandemia.
“Ahora, tenemos un problema que venía desde antes de la pandemia y con la pandemia se ha recrudecido, lo que ha provocado que, tanto del lado de los ingresos como del lado de los gastos, el Ministerio de Hacienda ha tenido que hacer un mayor trabajo.
“Con el acuerdo con el Fondo (Monetario Internacional), hay algunas medidas que están previstas, tal vez la más significativa es la de empleo público, pero también hay otros sobre tributación, algunos impuestos más pequeños que, en tanto con la regla fiscal se cumplan, nos van a poner de nuevo en una pauta de ir mejorando la situación fiscal.
“Pauta que no será de uno o dos años; será un proceso para llegar a reducir lo que los economistas llaman la relación entre el PIB (producto interno bruto) y el endeudamiento, para traer a niveles razonables, por debajo del 60% del PIB, la deuda del sector público. En noviembre (de 2018), arrancamos y ahora nos toca volver a arrancar”.
— ¿A qué se debe el crecimiento del déficit y de la deuda?
— En gran parte ha sido por el aumento del gasto. El aumento del gasto es lo que ha seguido causando ese problema. Creo que Alberto (Trejos) lo menciona. Del lado del gasto, todo lo que es planilla, por así decir. El mismo endeudamiento ha obligado a la atención de la deuda; el pago de intereses es un rubro que ha venido creciendo.
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— ¿Las pensiones a cargo del presupuesto?
— Sí, claro. Y hay transferencias que están ligadas con el crecimiento del PIB y en eso mucho ha afectado, también, el impacto en la inversión pública. Lo que generalmente se recorta primero, o se pospone, son las inversiones públicas que también afecta el crecimiento del país.
“El panorama que tenemos por delante es la aprobación de ayer (lunes 19 de julio) del acuerdo con el Fondo. Es un paso muy significativo, en primer lugar, a muy corto plazo. Creo que hubo un artículo de La Nación sobre la serie de préstamos internacionales, algunos de los cuales ya están aprobados por las instituciones y que requieren ahora de aprobación de la Asamblea Legislativa. Creo que para este año son $2.600 millones lo que suman esos empréstitos para terminar el 2021.
“Ahora, tenemos la oportunidad de apagar el incendio que tenemos en 2021 y parte del 2022″.
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— ¿Qué debe seguir haciendo el país para terminar de apagar ese incendio?
— Ahí el problema que tenemos es de un ordenamiento de las finanzas públicas. Hay varios elementos, primero debemos cumplir con esto que estamos negociando con el Fondo.
Retos a futuro
— ¿Toda la agenda legislativa negociada por el Gobierno?
— Ahí hay dos o tres proyectos muy pequeños que uno podría decir que se pueden sustituir por otra cosa. Por ejemplo, (impuesto a) los premios de lo lotería. Todo cuenta, digamos que hipotéticamente se puede plantear, renegociar o sustituir una cosa por otra, pero me parece fundamental la ley de empleo público.
“En perspectiva, hay tres o cuatro cosas que, para los próximos cinco o siete años, el país estará enfrascado en reformas del sistema tributario.
“Por ejemplo, tenemos todo el planteamiento que se ha estado haciendo de rebajar las cargas sociales. La reducción de las cargas sociales como tales van a tener que ser sustituidas por algún tipo de impuesto. Si eso va a bajar, hay que sustituirlo por otra cosa.
“Tenemos el tema que se está discutiendo estos días de una legislación internacional para que algunas compañías paguen impuestos. Eso, mientras no se resuelva cómo va a funcionar, podría implicar para Costa Rica algunos ajustes en esos impuestos.
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“El cambio climático y la descarbonización. De nuevo, es un tema donde se tendrá que tomar algunas acciones. No necesariamente aumentar los impuestos, pero tal vez sustituir algunos impuestos por otros para gravar las actividades que producen más problemas para el cambio climático.
“Tenemos varias cosas para el futuro que eso nos va a llevar cinco, seis, siete años, además del ajuste que estamos haciendo con el Fondo. Unos temas son ajustes, otros una transformación y reajuste tributario por circunstancias como el cambio climático, lo que pasa internacionalmente.
“Tenemos todo el problemas de las pensiones, ese es un tema que ya doña Rocío (Aguilar, superintendenta de Pensiones) planteó la posibilidad de ir a una pensión universal para todos los ciudadanos cuando cumplan 65, 68 años. Eso va a implicar una reforma necesaria que tiene que ver con los impuestos.
“Este tema fiscal lo vamos a tener permanentemente durante los próximos cinco, siete años, porque son transformaciones que no se pueden llevar todas de un solo golpe, sino que habrá que ir adecuando nuestros temas impositivos a ese tipo de cosas.
“Eso va ligado con el proceso de digitalizar el Ministerio de Hacienda. Hay un proyecto del Banco Mundial que está muy avanzado. Lo ideal sería digitalizar el país como un todo, pero en cuanto a finanzas públicas la digitalización de Hacienda va a traer dos consecuencias: una del lado de los ingresos, que se va a poder recaudar mejor los impuestos y habrá más controles cruzados; y va a disminuir el gasto en el sentido de que las compras que haga el Gobierno vía digitalización saldrían posiblemente más baratas. Así que habrá un doble efecto positivo para el Gobierno, más ingresos y menos gastos”.
Ley de empleo público ordenaría salarios
— ¿Por qué considera fundamental la ley de empleo público?
— A mí me da la impresión de que este proyecto es más importante desde el punto de vista estructural que desde los ingresos fiscales. Es importante desde el punto de vista de los ingresos fiscales, pero es un proyecto que, en cuanto al gasto público, depende de cómo lo vayan a sacar. A lo mejor puede ser que en los primeros años aumente el gasto. Hay que ver cómo queda la redacción final.
“Sin embargo, desde el punto de vista estructural, el hecho de tener una legislación que cubra al sector público en su totalidad, me parece que eso es muy importante; y que no haya disparidad entre los sueldos de un secretario, un ingeniero o un abogado dentro de la misma organización estatal. Ese cambio estructural me parece que es muy importante, acoplado obviamente con las modificaciones que habrá que introducir en el Servicio Civil, porque el Servicio Civil, con base en esta reorganización, va a tener que sufrir cambios en la forma de operar, cuando se comiencen a definir salarios de diferentes categorías que será obligatorio para todo el sector publico.
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“Supongo que los señores diputados están viendo las dos cosas: el impacto puramente monetario de las finanzas y el cambio estructural. Es vox populi que ciertas instituciones dicen que eso no debe ser así, porque sería inmiscuirse en lo que ellos tienen como las universidades, las municipalidades. El Poder Judicial considera que la fijación de salarios es autónoma, o sea, tenerlo como lo tenemos hoy en día. Ahí hay una discusión política que los señores diputados van a tener que tomar una decisión”.
— De aprobarse el plan de empleo público, ¿el resto de iniciativas del ajuste fiscal negociado con el FMI se tramitarían con más facilidad?
— Habría que ver, porque como estamos en campaña política, a veces cosas pequeñas se complican, pero sí es verdad que tenemos ahí una lista de compromisos que habrá que ver cómo se cumple.
Un Gobierno quebrado incumple con sus obligaciones
— ¿Cómo beneficia a los ciudadanos tener unas finanzas públicas sanas?
— Es clave, pero a veces es difícil que uno lo pueda percibir. El desarrollo económico del país se lo voy a graficar con una yunta de bueyes. Uno es el sector privado y el otro el sector público. Se requiere que ambos bueyes jalen en la misma dirección para sacar la carreta del empantanamiento que tenemos hoy en día.
“Así es que tener un sector público debidamente financiado es fundamental para el desarrollo económico del país, porque el Gobierno tiene una serie de funciones sin las cuales el sector privado tampoco puede trabajar bien y que son indispensables para el desarrollo económico y social del país.
“Un país que se mantiene cuasi quebrado permanentemente, es un gobierno que no puede cumplir con las tareas que tiene directamente en el campo económico y social”.
— Visto a la inversa, ¿qué significa para la ciudadanía tener unas finanzas deterioradas?
— Lo que significa es que el Gobierno dispone de una menor cantidad de recursos para educación, salud, infraestructura y seguridad. Recursos que podría destinar a una serie de cosas que afectan directamente a los ciudadanos. Por eso, para los ciudadanos es muy importante que el Gobierno tenga una situación financiera satisfactoria. Otro de los grandes temas que tenemos entre manos es buscar una eficiencia con el gasto de los fondos públicos. No se trata solamente de aumentar los recursos del Gobierno, sino que es fundamental lograr una mejor eficiencia.
“En tanto haya déficit recurrente, sobre todo déficit elevados, el Gobierno tiene que conseguir recursos para pagar las tasas de interés, en vez de poder estar dedicado a otras cosas y otras tareas.
“Además, eso presiona las tasas de interés (local) porque el Gobierno, para poderse financiar, tiene que vender bonos y, para poder vender bonos, tiene que pagar una tasa de interés. Esa tasa de interés en bonos del Gobierno afecta las tasas de interés de los préstamos que los bancos le van a hacer al sector privado. Y a través de ese aumento en las tasas de interés se afecta el crecimiento económico y las posibilidades de empleo, etcétera”.
— ¿Afecta el tipo de cambio de dólar?
— Bueno, en el tanto que tengamos un endeudamiento externo, eso está presionando porque los intereses y el principal de esos bonos hay que pagarlos con dólares. Ahí siempre hay una presión de la tasa de interés no solo en colones, sino en dólares. Además, el Banco Central es el que tiene que proveer unos desembolsos por concepto de la deuda externa del país.
La crisis de los 80
— Usted vivió la crisis de los años ochenta, ¿recuerdo cómo se desarrolló?
— Ahí, una vez más, se nos fue la mano en el gasto público. Se nos fue de la mano el déficit. Se nos fue de la mano el endeudamiento externo del país. Llegó un momento que, en parte por la situación internacional de tasas de interés, Costa Rica no pudo disponer de los dólares necesarios para hacerle frente a la deuda externa.
“Esto trajo como consecuencia que entráramos en la imposibilidad de pagar la deuda externa, lo cual trajo una demanda por dólares que ya era muy elevada. Todavía mucho peor, el tipo de cambio que era como de ¢8,60 por dólar pasó como a ¢43, ¢44, algo así; una devaluación que en términos actuales sería triplicar el tipo de cambio o una cosa por el estilo. Eso trajo una inflación del ochenta y tanto por ciento y, claro, los salarios reales disminuyeron mucho, aumentó el desempleo. Es la crisis más grande que hemos tenido después de la segunda guerra mundial”.
— ¿Cómo se logró que el país fuera disminuyendo su deuda pública?
— Varias medidas fueron dolorosas porque había una serie de subsidios que el Gobierno le daba a entidades publicas. Eso hubo que corregirlo. Se ajustaron tarifas de servicios públicos, transporte de personas y otros. Después, se comenzó a ordenar la política cambiaria. Ahí, el ministro Carlos Manuel Castillo, que se hizo cargo del Banco Central al principio de la administración de (Luis Alberto) Monge, tuvo el peso del ajuste.
“Cuando entró Monge, estábamos en lo peor de la crisis. Bueno, él le ayudó mucho durante los dos primeros años a ordenar. Con el ordenamiento de él, ya fue más fácil seguir. Hubo un punto que me parece es importante mencionar que, en esa época, tuvimos un apoyo muy grande del Gobierno de Estados Unidos que nos daba, anualmente, una donación en dólares que vino a ayudar mucho los márgenes que se tenía sobre todo en (reservas del) Banco Central. Eso fue en gran parte consecuencia de lo que estaba pasando en Nicaragua (con la guerra).
“Cuando yo llegué en el 84 (a la presidencia del Banco Central), ya la situación estaba muy estabilizada. Claro, a un tipo de cambio mucho más elevado, pero ya no era una devaluación constante. Ya se había controlado mucho la inflación. Lo que había que hacer, básicamente, era administrar lo que quedaba de la crisis, que no fue sencillo, porque nos quedó la renegociación de la deuda externa que nos llevó desde el año 1982 a unos días antes de que don Rafael Ángel Calderón tomara la Presidencia. Nos tomó como siete años o más hasta el 89, principios del 90, que se terminó de renegociar. Ese fue un proceso complicado, largo. Por suerte se logró sacar adelante”.
— ¿Qué se renegoció de la deuda? ¿Mejora de tasas, plazos y condonación?
— Hubo una condonación importante porque nosotros recompramos nuestra deuda como a 18 centavos de dólar, sobre todo a los bancos. Los gobiernos nos ayudaron. Había en parte, en esa época, deuda con los gobiernos; en el caso del Gobierno de Estados Unidos no, porque eran donaciones, pero tuvimos deudas con varios gobiernos, deudas con multilaterales y deudas con los bancos comerciales. Así que estábamos bien endeudados.
— ¿Cómo actuaron los partidos políticos de aquella época?
— Políticamente ayudó mucho que, en ese tiempo, tuvimos un bipartidismo constructivo que funcionó. Eso ayudó en mucho a que se pudieran tomar las medidas y que no se utilizaran los problemas como un instrumento político, por así decir, para tratar de ganar votos, lo cual habría empeorado más la crisis. Así que en esos ocho años, los primeros cuatro de Monge y los primeros de Oscar Arias, el entorno político fue satisfactorio para tomar estas medidas.
“Simultáneamente con todo este problema de la crisis puramente financiera, fueron años de un cambio de modelo importante en el país. Un modelo de importaciones a un modelo de apertura a la economía internacional. Fue un periodo en el cual prácticamente se creó la banca privada que no existía, el ingreso de Costa Rica al GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio), después a la Organización Mundial del Comercio (OMC). Además del tema de la crisis, teníamos otra serie de cosas caminando en forma simultánea”.
— Propiamente en gasto público, ¿en cuáles áreas sacrificó el país y en cuáles preservó?
— Yo diría que hubo una contracción general del gasto con problemas importantes. Por ejemplo, hubo necesidad de recortar gasto en educación. Eso, quienes han analizado el tema, han considerado que tiene efectos negativos para el país mucho después de la crisis, porque ahí hubo una parte de una generación que no pudo ir a la escuela o al colegio, bueno, que ha estado gravitando durante años en el mercado laboral, que no tuvo oportunidad de educarse y, desgraciadamente, esas son las consecuencias de las crisis.
— ¿Hubo reducción en la inversión de capital?
— Sí, claro. Incluso, uno de los problemas que tenemos hoy es en todo lo que es infraestructura. El ministro (Rodolfo) Méndez Mata (de Obras Públicas y Transportes) ha estado tratando de mejorarlo en estos cuatro años.
— En los años 90 el país siguió bajando su deuda pública. Al final del año 2002, año en que usted sale del Banco Central, la deuda superaba un poco el 40% del PIB y el déficit estaba por encima del 4%. Son cifras inferiores a las de ahora, pero aún elevadas. Luego en el gobierno de Abel Pacheco, los números mejoraron.
— Todavía teníamos una inflación que estaba desagradable en niveles que quienes estábamos ahí no nos gustaba. Ahí hubo elementos importantes. Todo el cambio de modelo, el comienzo de la inversión extranjera en cantidades importante, hubo un manejo de las finanzas públicas que no fue perfecto, pero que mucho comenzó a tener efecto positivo hasta que, después de la crisis financiera del 2008-2009, la cosa ahí se nos comenzó a ir de la mano en cuanto al gasto, sobre todo del Gobierno Central.