Veintidós días antes de la segunda ronda del 6 de abril, la especialista en bordado, Rosario Camacho Badilla, de 60 años y vecina de Santo Domingo de Heredia, recibió una inusual llamada.
Doña Rosario, ¿usted borda?
Sí señora.
¿Usted podría hacerme un trabajo?
No sé. ¿Qué tipo de trabajo?
Es que yo tengo un trabajo para usted.
Dígame: ¿qué es el trabajo que usted quiere? Si puedo, lo hago y, si no, no lo hago, sencillamente.
Le voy a decir un secreto pero guárdemelo: queremos que usted borde la banda presidencial.
¿Que yo borde la banda presidencial?
Al otro lado de la línea estaba la periodista Patricia Gómez, una de las colaboradoras del equipo de Luis Guillermo Solís.
Rosario se asustó.
“Nunca me imaginé que alguien me buscara para bordar el escudo de Costa Rica”, dijo la autodidacta, quien aprendió ese arte hace 20 años y que imparte lecciones en su casa.
Sin embargo, confió en su experiencia y recibió a Mercedes Peñas, compañera de Solís, el día previo de la segunda vuelta.
“Yo fui a votar por él como cualquier ciudadana. Buscaba a alguien que supiera bordar, alguien la refirió a mí”, mencionó Rosario.
Según su relato, Peñas se convenció de pedirle el trabajo al observar uno de sus cuadros hecho en bordado. Era el de un pavo real.
“Ella (Peñas) dijo: ‘Ya tenemos quién nos borde la banda presidencial. Ahora necesitamos una costurera que haga la banda’”, recordó.
Camacho sugirió a su hermana María Elena, de 64 años. Las dos asumieron la confección del símbolo de la investidura presidencial.
La tarea empezó el día siguiente de la visita de Peñas.
“El día 6 (abril), cuando yo fui a votar, donde vi que no había nada de Liberación (Nacional) dije: ‘Mejor me pongo a bordar’. Vine y comencé a bordar el lazo de arriba, las letras de República de Costa Rica. Me pasé todo el día, desde la mañana que fui a votar, hasta cuando comenzaron a contar los votos”, comentó Rosario Camacho.
Ella ya había serigrafiado un escudo de Costa Rica para utilizarlo como molde. Una de sus alumnas, además, la llevó a donde el expresidente Rafael Ángel Calderón, para que observara una banda. Él le dijo que la suya fue hecha en México.
Con lupa, una “aguja de pelo” (por su finura) y, a veces, la luz del sol, Rosario trabajó 13 días para bordar el escudo. Usó 18 colores diferentes de hilo.
A veces, trabajaba hasta la madrugada, a veces ocho horas seguidas. Terminó el Viernes Santo (18 de abril).
En cuanto a la banda, María Elena la había empezado con el raso (tela de seda) que le llevaron las organizadoras. Pero sufrió un infarto, que la hospitalizó 10 días.
“Mis hermanas tenían que terminarla o íbamos a pedir un permiso al hospital (de Heredia) para meter la máquina”, comentó María Elena.
Sin embargo, el mismo día que le dieron de alta a María Elena, el lunes pasado, Solís visitó a Rosario para medirse la banda. María Elena llegó aún con una vía intravenosa y le tomó las medidas al nuevo gobernante, quien pidió que el escudo se ubicara en el centro del pecho.
La banda mide 2,26 metros y 15 centímetros de ancho. El escudo tiene nueve centímetros de largo.
“Es idéntico, no le falta nada. Ya cuando uno lo borda, siente una gran satisfacción porque es igual”, dijo Rosario. Bordó hasta la bandera diminuta que tiene el barco más pequeño del escudo.
Solís preguntó el precio del trabajo. Ellas no le cobraron. Dijeron que era un honor confeccionar la banda. “Para nosotras, es un orgullo”, expresó María Elena.