“Aurora” es el seudónimo de la mujer que, a sus 32 años, quedó embarazada y debió pasar meses con un feto deforme dentro, un ser cuya muerte era segura apenas naciera.
Pese a su fe de cristiana evangélica, esa mujer quiso que la Caja Costarricense de Seguro Social le aplicara el aborto terapéutico que se garantiza por ley, pero en la Caja se lo negaron y debió parir, el 29 de diciembre del 2012, un cuerpo que vivió menos de cinco minutos.
Su caso se sumó al de otra mujer, menor de edad, y son objeto de análisis en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con sede en Washington, Estados Unidos.
Ellas aducen que Costa Rica, como Estado, las obligó a llevar en su vientre fetos inviables y eso afectó gravemente su salud emocional, por lo que era válido el aborto con fines terapéuticos estipulado en el Código Penal.
Aurora contó su caso a este diario cuando aún estaba embarazada. Después relató que, al parir, ni siquiera supo el sexo del feto, pero por el rostro, supuso que era varón y lo bautizaron apenas para poder enterrarlo al día siguiente.
“Él se estuvo ahogando en mi vientre por semanas, con los pulmones fuera del cuerpo, destripado por mis órganos”, relató Aurora, cuyo parto atendieron en el hospital de Cartago.