La destacada jurista costarricense, Elizabeth Odio Benito, guarda en sus memorias el recuerdo del día en que, de la mano de su abuela, caminó hacia la pulpería ubicada en la esquina de su barrio natal, en Puntarenas, para hacer una larga fila con la esperanza de recoger una bolsa de azúcar.
Corrían los años de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), y doña Eli, como cariñosamente la llaman quienes la aprecian, rememora que la familia Odio, ante la carestía de azúcar, la sustituía por dulce de tapa, debido a la escasez mundial generada por el conflicto bélico.
Este domingo 6 de agosto, al recibir el Premio Jerusalem 2023, Elizabeth Odio Benito revivió aquel pasaje de su infancia en el Puerto para ilustrar cómo la guerra y la paz han marcado sus 83 años de vida.
“Desde mi muy corta infancia tuve contacto con la guerra. Era muy chiquitilla y sin embargo recuerdo las voces preocupadas de mi familia, en Puntarenas, hablando de una guerra que ocurría en otras partes, pero que nos afectaba.
“Ya más grande, otra guerra me golpeó profundamente la vida: la guerra civil de Costa Rica del año 48. Una guerra que partió en dos a nuestro país y a nuestras familias, y que de alguna manera nos puso a unos contra otros. (...) El concepto de guerra y el concepto de paz se hicieron parte de mi vida”, relató Odio en su discurso al recibir este nuevo reconocimiento a su fructífera carrera.
Frente a un público que llenó el vestíbulo del Centro Israelita Sionista (CIS) de Costa Rica, en Pavas, San José, Odio Benito fue el centro de un homenaje de la comunidad judía, que le agradeció su labor en defensa de los Derechos Humanos tanto en Costa Rica, como en la Corte Penal Internacional y el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, donde ejerció como jueza.
Elizabeth Odio recibió el Premio Jerusalem 2023 muy feliz y agradecida. Estuvo rodeada de amigos, familiares y compañeros de Gobierno de administraciones anteriores, cuando ejerció como vicepresidenta de la República, ministra de Justicia, de Ambiente y Procuradora, entre otros cargos públicos que forman parte de su extensa y brillante carrera.
El Premio Jerusalem fue instaurado por la organización sionista mundial para reconocer a personalidades públicas que, al igual que Odio Benito, han dedicado su vida a las luchas más justas, explicó Amin Machjel Piszk, presidente del CIS.
Esas luchas, dijo Machjel, son por los derechos humanos, la defensa de las poblaciones y la búsqueda de la justicia. En este contexto, agregó, destaca Elizabeth Odio como una voz que ha denunciado el flagelo del antisemitismo.
Alrededor del mundo, este premio ha recaído en presidentes, ministros, artistas y médicos. Odio Benito es la segunda en recibirlo en Costa Rica. El primer costarricense merecedor de este premio fue Rodrigo Carreras, exembajador de Costa Rica en Israel, a quien se lo dieron el año pasado.
Mantener la esperanza
La carrera de Elizabeth Odio Benito es extensa y brillante. Ha sido profesora de secundaria y universidad, exvicepresidenta de la República, y jueza internacional en dos foros de alto nivel.
De 1993 a 1998 fue jueza del Tribunal Penal Internacional responsable de investigar y sancionar crímenes de guerra, de lesa humanidad, genocidios y violaciones graves del Derecho Internacional Humanitario en la antigua Yugoslavia. Fue vicepresidenta de ese alto tribunal de 1993 a 1995.
También fue jueza de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) del 2016 al 2021.
Ricardo Pérez Manrique, presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, resumió en un emotivo discurso la trayectoria de Odio Benito. Destacó su esfuerzo por impulsar la solidaridad por medio de la educación.
“Esta visión profundamente humanista, la llevó a ser la primera mujer en ocupar un cargo docente en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica. Es así como se consolidó desde la academia en una de las liderezas más importantes en la región en feminismo y en la visión crítica del Derecho.
“Ha sido pionera en América Latina en la utilización de la perspectiva de género en las Ciencias Sociales y en el Derecho. Debido a la versatilidad, vitalidad y al pragmatismo que la caracterizan, logró que sus ideas trascendieran las aulas”, resaltó Pérez Manrique.
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Sentada en primera fila junto a su compañera Sara Schifter, Elizabeth Odio siguió cada palabra en su honor con una sonrisa, y en la mirada impregnado el color del mar que se trajo de Puntarenas a San José, cuando su familia migró a la capital para darles estudio y una mejor calidad de vida a ella y sus hermanos.
En su discurso, la jurista e intelectual costarricense, reconstruyó esos años en los que conoció a sus primeras amigas judías mientras estudió en el Colegio Superior de Señoritas.
“Esa amistad me sumergió en el conocimiento y en la historia de las familias judías de este país. A diferencia de mi familia, que había emigrado por razones económicas, las de mis amigas huyeron del odio, de la muerte, de un holocausto que marcó la historia del Siglo XX.
“De ahí salió un nuevo mundo jurídico inspirado en la paz, la justicia y la dignidad de los derechos humanos”, dijo Odio al enfatizar en el aporte que ese pasaje de la historia humana abrió a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 1948, y a la Convención Internacional contra el Genocidio.
“Esos amigos de la comunidad judía, con quienes iba compartiendo mis años de juventud, me acercaron a la historia, a las tradiciones, al ejemplo, la fe y la cultura del pueblo judío en búsqueda siempre de la esperanza”, enfatizó.
Un acto que pudo ser únicamente protocolario, se llenó con la calidez de los buenos recuerdos compartidos por amigos queridos de Odio Benito.
Entre tantos que llegaron, estuvo la exministra de Justicia, Mónica Nagel, quien recordó anécdotas entre corrillos del Ministerio de Justicia, y Cynthia Chamberlain, desde La Haya, en Países Bajos.
Chamberlain le envió un saludo virtual en donde aprovechó para aplaudir la lucha de Odio como jueza penal internacional, para lograr el reconocimiento como crímenes de guerra de las violaciones sufridas por cientos de mujeres durante los conflictos armados.
Acompañaron también a Odio Benito los expresidentes Rafael Ángel Calderón Fournier (1990-1994) y Miguel Ángel Rodríguez Echeverría (1998-2002), y exdiputados y exministros de diferentes administraciones.
“Hablar de doña Elizabeth Odio es hablar de los grandes seres humanos que hemos tenido en Costa Rica. Una mujer que ha hecho tanto por los derechos humanos, nacional e internacionalmente. No solamente ha cumplido con su país, nos ha dado brillo en el exterior”, sostuvo emocionado Calderón Fournier.
Miguel Ángel Rodríguez, quien fuera compañero de aulas universitarias de Elizabeth Odio, recordó cómo ambos compartieron con amigos judíos, entre ellos, el desaparecido Jaime Daremblum.
“Ella siempre brilló desde la Escuela de Derecho y siguió haciéndolo a lo largo de la vida contribuyendo para el bien de Costa Rica, para el bien de las mujeres y del mundo. Tenemos una gran admiración por ella”, manifestó Rodríguez.
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