Emma Daly no conoce a la doctora y activista que denunció al expresidente Óscar Arias, pero está dispuesta a colaborar en una investigación en contra del exmandatario.
“Si hay una investigación y si me vienen a hacerme preguntas, estoy dispuesta a colaborar con ellos, a responder”, aseguró Daly, quien es la tercera voz que ha denunciado presuntos abusos sexuales por parte del premio Nobel de la Paz.
Este lunes, Arias fue denunciado penalmente por una psiquiatra activista contra el desarme nuclear, quien asegura que el exmandatario le tocó los senos y la penetró con los dedos sin su consentimiento en diciembre de 2014.
Desde su oficina en Nueva York, donde labora como encargada de comunicaciones de Human Right Watch, organización dedicada a velar por los derechos humanos, Daly narró su historia a La Nación, la cual fue revelada por el diario estadounidense The Washington Post este martes.
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“Para mí se trató de esa ocasión y tengo que decirte que no tengo claro si eso pasó durante el día de las elecciones en Nicaragua de 1990 o en la inauguración de Violeta Chamorro”, dijo la comunicadora, quien en aquella época laboraba para The Tico Times y daba seguimiento a la labor de Arias como presidente y promotor del plan de paz para Centroamérica.
Frente a otros
El hecho que ella relata ocurrió frente a otras personas.
“Lo que tengo muy claro en mi memoria es que éramos muchos periodistas en el Hotel Real Intercontinental de Managua, porque era el sitio de reunión. Había muchísima gente por los acontecimientos y en eso veo al presidente Arias y lo conozco porque había pasado más de un año cubriendo su administración y el plan de paz”.
"Él me reconoció y le veo y le digo ‘don Óscar, por favor’. Y le hice una pregunta, no recuerdo cuál y, en vez de responderme, me mira y con la mano me toca como debajo del cuello y tira su mano por mi cuerpo entre mis senos y me dice ‘oye, pues no llevas sostén’ o algo así. Y me quedé tan sorprendida que lo único que le respondí fue ‘pero sí lo llevo’.
"Otra periodista que estuvo a mi lado me dijo ‘uy, pues vi lo que hizo y si quieres te apoyo, si quieres denunciarle’, y en el momento, no sé, le dije ‘no pasó nada’.
"Y entonces, aunque me sentí en el momento humillada y sin poder, porque estoy en una situación profesional con él y le hago una pregunta y en vez de responderme me toca así y se burla de mí, me sentí enojada después porque, en el momento, me quedé como congelada.
"Me sentí humillada y un poco avergonzada, y lo raro es que avergonzada por decir que no llevaba sostén, que es una tontería.
"Era una cosa como esas que pasan a menudo y, en ese entonces, creo que a muchas mujeres periodistas nos pasaron cosas así. Fue la única vez que él me hizo eso, pero hay otra cosa peor: una fuente profesional intentó besarme y agarrarme, pero nunca lo denuncié. En esa época era un riesgo profesional.
"Hoy es diferente para algunas mujeres y para mí que tengo el poder y el privilegio de contar mi historia sin temor y que mis hijos vean de forma distinta, que si alguien te abusa así tienes que denunciarlo.
"Hay muchas mujeres que sufren ese acoso y no están en una posición de poder hablar.
"En ese momento (en 1990), comenté esta historia a mi exnovio y a varios amigos y, luego, años más tarde, a mi marido, pero cuando salió todo lo de #MeToo empecé a contar esta historia. Un amigo periodista hizo una pregunta en Facebook, ‘¿qué porcentaje de hombres te tratan así?’. Y yo comenté: ‘Gente de la CIA y hasta un presidente’.
“Óscar Arias tenía reputación de tener amantes, que a mí me sorprendió porque su mujer era Margarita Penón Penón que era una mujer maravillosa, pero eso es distinto porque si la relación tiene consentimiento es otra cosa, pero aparte escuché un par de historias sobre él y de tocar a las mujeres, pero no te podría dar nombres de ese gente”.
Hora de contarlo
Al igual que a la psquiatra, el movimiento #MeToo inspiró a Daly a contar esta historia públicamente a The Washington Post. Un redactor del diario la contactó y no dudó en contarle su historia.
"El periodista de The Washington Post me llamó y me dijo ‘entiendo que usted trabajó en Costa Rica en esa época y a que lo mejor conoce a alguien (en Costa Rica) que me pueda ayudar’.
“Lo pensé..., porque es muy extraño siendo experiodista encontrarme al otro lado de la historia, pero pensé ‘yo tengo el privilegio de poder contar mi historia y muchas mujeres no lo pueden hacer y tengo el deber de hablar y durante mi carrera de periodista muchas mujeres me contaron historias así’".
Por su labor como activista de derechos humanos, para Daly es un deber dar este paso, y dice sentirse agradecida con la mujer que denunció a Arias.
“Le agradezco por haber hablado, que es importante que las mujeres que tengan el valor de hablar porque, si no hay consecuencias para este tipo de acoso, de abuso, los hombres poderosos seguirán haciéndolo”.
"Yo no sé si cuenta la verdad o no. Solo sé que me pasó a mí y me parece que, aunque de cierto modo no se puede comparar con lo que ella (la doctora y activista) dice que es mucho más grave que lo que me hizo a mí, pero de cierto modo lo veo de un mismo continuo de comportamiento.
“No es muy agradable que su vida personal esté formando noticia y no es muy agradable salir en los periódicos, pero atiendo este trabajo (en HRW) y siento tener un deber de hablar francamente porque parte de mi trabajo, como activista de derechos humanos, es buscar justicia para las víctimas y si yo puedo jugar una parte pequeña en este proceso de justicia lo hago”.