En la coyuntura actual de las relaciones diplomáticas, el presidente Carlos Alvarado tiene una decisión entre manos: nombrar un nuevo ministro o ministra de Relaciones Exteriores, luego de la salida de Epsy Campbell a inicios de diciembre.
En ese contexto, el exembajador de Costa Rica ante La Haya, Sergio Ugalde, quien fue uno de los encargados de representar al país en las demandas contra el régimen de Daniel Ortega, advirtió de que los “adversarios” del país están listos para “tomar nota” de la futura designación.
En entrevista con La Nación, Ugalde explicó, desde Londres, su visión sobre las relaciones exteriores y explicó los retos y peligros que afronta el gobierno frente a los regímenes de Daniel Ortega, en Nicaragua, y Nicolás Maduro, en Venezuela.
En un artículo publicado el 31 de diciembre, en La Nación, usted dice que “nuestros adversarios” están tomando nota sobre lo que sucede en la Cancillería. ¿A qué se refiere con “adversarios”, cuáles son?
-Yo identifico como nuestros adversarios, principalmente, al régimen de Managua, porque es con el gobierno con que desafortunadamente hemos tenido mayores problemas.
Eso es obvio, desde todo punto de vista, no solo desde la relación bilateral o a partir de los conflictos, sino a partir de lo que ha ocurrido más recientemente.
Pero hay otros gobiernos que toman nota de las decisiones que el Estado de Costa Rica toma a la hora en que nombra una figura tan relevante como el o la canciller, dependiendo de la preparación, la experiencia que esta persona pueda tener. Eso puede afectar o afecta la capacidad de reacción que tengamos en muchos de los temas de la agenda internacional.
Evidentemente hay gente que le pone atención a cómo nosotros conducimos nuestra política exterior, porque nosotros somos, todavía hoy en día, un país muy respetado internacionalmente.
Somos los abanderados de temas muy relevantes para la mayoría de sociedades. A gobiernos autoritarios o totalitarios evidentemente no les gustan nuestras posiciones y esperan ver a quién decide el señor presidente nombrar.
¿Usted tomaría en cuenta entre esos gobiernos que toman nota y eventualmente como adversarios nuestros, al gobierno de Nicolás Maduro?
-Sin ninguna duda. Ese es un gobierno también totalitario, que hemos tratado de que se encauce por la vía democrática. Se han hecho todo tipo de acciones para que se abra un espacio para la oposición y, por el contrario, ha ocurrido más represión y acciones que, para un grupo de países, riñen con el derecho internacional.
No hay duda de que el gobierno de Maduro está tomando nota también de qué acción vamos a tomar.
¿Considera usted que el mundo ha dejado, en cierta forma, sola a Costa Rica frente a la crisis democrática de Nicaragua?
-Yo no sé si es que Costa Rica se ha quedado sola, si el mundo la ha dejado sola. Las relaciones internacionales son en doble vía.
Por un lado está lo que uno, como nación, hace en relación con los temas que se defienden internacionalmente y la estrategia como los defiende. Por el otro lado, están las acciones que hacen otros gobiernos, donde también esperan un tipo de reacción de un gobierno como el nuestro.
Uno siempre conversa con todos los gobiernos y, particularmente, conversa con los gobiernos con los que uno se identifica en valores, en historia, en relaciones.
Esa comunicación tiene que ser muy fluida y particularmente Costa Rica, que es un país que depende muchísimo del multilateralismo, debe tener esas vías de diálogo constantemente abiertas.
No es una sola vía de diálogo; a la hora de que uno realiza relaciones internacionales, establece mecanismos de comunicación. Creo que ese es un desafío que Costa Rica tiene que reforzar.
En ese caso, me surge la pregunta de si se ha hecho el lobby suficiente para llamar la atención de la comunidad internacional sobre lo que sucede en Nicaragua, o hace falta más lobby.
-Yo creo que Costa Rica ha hecho un esfuerzo importante en relación con Nicaragua, pero sí creo también que es un esfuerzo que hay que redoblar.
No solamente decir “hemos hecho”, “hemos tratado”, “hemos llevado este tema”, “hemos hecho manifestaciones públicas, comunicados de prensa". Cada vez que hay una oportunidad, uno lo hace; pero uno realiza este tipo de acciones también de forma concertada y también en corrillos, en muchas ocasiones.
Le doy un ejemplo: la pasada Cumbre Iberoamericana, en Guatemala. Y es algo que no lo digo yo, porque quiera simplemente hacer una observación personal, es un hecho notorio. Solamente Costa Rica habló, o el presidente Alvarado habló sobre el tema de la crisis en Nicaragua.
Ninguno de los otros gobernantes -como lo notó El País, de España, cuando reportó sobre la cumbre- se refirió al tema de Nicaragua.
¿Eso qué significa? Significa que quizá nosotros debimos, en su momento, para esa cumbre, haber hecho un engagement, un contacto más temprano con países amigos para convencerlos de la importancia de que el tema de Nicaragua se tratara como uno de los temas de fondo de la cumbre.
Quizá no pudimos, o estábamos muy ocupados, quizá no se vio como una prioridad. No puedo juzgar porque yo no estaba ahí.
Entonces claro que hubo ahí algo. O los demás perdieron interés en ese tema, que para Costa Rica es muy, muy relevante, o quizá nosotros no pudimos desplegar toda nuestra acción diplomática para convencer a nuestros socios más cercanos de acompañarnos en el examen de la situación de Nicaragua.
¿Cree usted que debe prepararse Costa Rica para una nueva ofensiva de Daniel Ortega, una que tenga el objetivo de distraer a su pueblo y la comunidad internacional de los problemas internos, como lo ha hecho en el pasado?
-A mí no me queda ninguna duda de que eso está planificado, de llegar a ser necesario. No es una cosa que el régimen diga que va a ocurrir, o que yo en lo personal tenga información de que va a ocurrir.
Pero recuerde usted la máxima de que la mejor predicción de conducta futura es siempre la conducta pasada.
Lo hemos tenido, lo tuvimos de forma tal que tuvimos cinco casos ante la Corte Internacional de Justicia. No solamente eso, en uno de esos casos tuvimos dos solicitudes de medidas cautelares consecutivas, es decir, nunca en la historia de la CIJ un caso requirió de dos órdenes de medidas cautelares consecutivas, dicho sea de paso, ganadas extraordinariamente por Costa Rica.
Eso qué significa, que el régimen está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de quitarle presión a la olla de la situación interna.
En el caso de Venezuela, ¿considera que la posición de Costa Rica ha sido coherente?
-Es que es complicado, porque nosotros teníamos una posición muy fuerte en relación con Venezuela, en los últimos años, muy clara. No es que hayamos dado un giro, no puedo decir que Costa Rica haya tenido un giro en relación con Venezuela, eso no sería cierto.
Lo que sí es cierto es que quizá -y no de parte del presidente- una vez que se dio la transición de gobiernos, tal vez no estábamos con el mismo dinamismo de la posición.
Eso sí fue un poquito más notable. Cómo se nota eso. Quizá fuimos un poquito lentos con el tema de aquella primera reunión del Grupo de Lima, en México, donde nosotros no suscribimos inmediatamente una declaración, pero además…
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La denuncia contra Maduro…
-Se acuerda de que al inicio de la administración hubo un impase ahí, luego sacamos una declaración. Además, yo creo que quizá nos ha faltado ese mismo dinamismo para seguir conversando con nuestros socios del Grupo de Lima. Es necesario que recobremos ese dinamismo.
¿Considera un error que Costa Rica no haya firmado esa denuncia contra Maduro ante la Corte Penal Internacional?
-Mire, yo prefiero no referirme a ese tema, porque yo di unas opiniones al gobierno sobre el tema, el manejo, una opinión inicial sobre la evaluación que había que hacerse y, luego, una opinión de seguimiento a ese tema.
Yo preferiría no referirme a si eso fue o no un error. Yo sí creo que es necesario dar seguimiento al tema, vale la pena que sigamos informándonos con nuestros socios y amigos en ese tema.
Creo que necesario tener una política por la cual nosotros sigamos pidiendo de forma vehemente, tanto a Venezuela como a Nicaragua, abrir procesos democráticos y de diálogo y que admitan la importancia de tener un pluralismo político, y tener un respeto absoluto de los derechos humanos.
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Sobre las denuncias generadas en torno a esos dos regímenes y, en el caso específico de Venezuela, que es parte del estatuto de Roma, por un lado hago ver que ya la Fiscalía de la CPI abrió un procedimiento de oficio.
Pero si Costa Rica llega a tener elementos de juicio o información que pueda colaborar con esa investigación de la Fiscalía, Costa Rica tiene la obligación legal y moral de informarla a la Corte Penal Internacional.
En aquella ocasión, lo que Costa Rica hizo unos días después de que se firmó la denuncia, fue enviar un comunicado de prensa a la Corte. ¿Eso era lo que correspondía o algo más fuerte?
-Como le dije, cuando esa situación ocurrió y yo era embajador, yo di una opinión sobre la cual había propuesto una acción. Esa acción se había propuesto con base en declaraciones que el señor presidente había dado.
Eso es lo que le puedo decir, no puedo darle más información porque no corresponde, porque es un tema que creo que el gobierno todavía debe estar considerando y, como ya no formo parte, me parece que no es adecuado que yo le dé esa información.
En el marco de la reunión del Grupo de Lima, podría tomarse una decisión que promueve el presidente Iván Duque, de Colombia, para desconocer el gobierno de Nicolás Maduro. ¿Debe el gobierno de Costa Rica desconocer formalmente, como parte de ese grupo, el gobierno de Maduro?
-Creo que sí debería hacerlo y eso sería consistente con nuestra política de Estado histórica, porque independientemente de las investigaciones que se realizan en la Corte Penal Internacional, tema aparte, el tema es si ha habido un quebrantamiento de la democracia y si ha habido violación de derechos y deberes que tiene el Estado venezolano en el marco de tratados internacionales, obligaciones de derecho básico internacional.
Hay que comprender que el señor presidente está por anunciar quién será su próximo canciller y a quien se designe habrá que darle tiempo para que pueda informarse y tener todos los elementos de juicio a fin de que pueda, conjuntamente con el presidente, tomar una decisión sobre si Costa Rica desconoce o no el gobierno de Nicolás Maduro.
En los hechos como yo los conozco, en mi opinión, si me piden consejo, yo diría que sí.
¿Qué implicaría desconocer el gobierno de Maduro?
-Una cosa es, simplemente, pedirles a los diplomáticos más senior que regresen a la capital, sea embajador o encargado de negocios, y dejar la embajada con un nivel mínimo y ese nivel por lo general puede ser a nivel de cónsul, simplemente para atender asuntos consulares, o el rompimiento total de las relaciones diplomáticas.
El rompimiento total de las relaciones diplomáticas significaría cierre de embajada total. Cualquiera que sea la intensidad de la propuesta, es algo que usualmente presidente y canciller deben evaluar.