Lima, Perú. La estrategia de carbono neutralidad del país peligra porque aún no es vinculante, sino que depende de la buena voluntad.
Así lo dio a conocer un informe de auditoría elaborado por la Contraloría General de la República, fechado en noviembre. En este se recalca la necesidad de oficializar la estrategia de carbono neutralidad para que sea vinculante a instituciones públicas y todos los sectores.
“Se necesita el desarrollo de productos y actividades de carácter transversal, debido a que las acciones contenidas en ese instrumento requieren de la participación de varias entidades ejecutantes para un mismo producto”, dijo la Contraloría.
Con un compromiso asumido en 2007, Costa Rica se adelantó a los otros países al pretender alcanzar la carbono neutralidad en el 2021 y así celebrar el bicentenario de su independencia. En setiembre, el presidente Luis Guillermo Solís ratificó en Nueva York esta meta.
Sin embargo, a la estrategia y plan de acción los aqueja otro mal: la falta de financiamiento para precisamente orquestar el desarrollo al que aspira el país.
Lo dicho por la Contraloría, ya lo sabe el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae).
“Digamos que la carbono neutralidad de Costa Rica toma como base el 2005; eso quiere decir que al 2020 no vamos a adicionar una sola tonelada de carbono. En eso estamos trabajando. Estamos realizando una revisión exhaustiva con datos duros y simulaciones de la meta para ver si efectivamente hay una viabilidad real de lograrla y si no es así, entonces, generar una propuesta sustentada en información científica”, explicó el ministro de Ambiente, Édgar Gutiérrez.
Para la secretaria del Consejo Presidencial Ambiental y del Consejo Sectorial de Ambiente, María Virginia Cajiao, la carbono neutralidad y el cambio climático se están “planteando como manejo integral del territorio, donde se incluye adaptación y mitigación”.
De hecho, y según María Virginia Cajiao, el Plan Nacional de Desarrollo 20152018 apuesta a un crecimiento bajo en emisiones de carbono como estrategia de resiliencia (capacidad de recuperación ante la adversidad) ante los impactos del cambio climático.
Lo cierto es que la fecha de cumplimiento de la meta de carbono neutralidad está cada vez más cerca y en el corto plazo, la Contraloría de la República impuso una fecha para oficializar el instrumento y así hacerlo vinculante: mayo del 2015.
Prioridad. En el 2009, la Dirección de Cambio Climático (DCC) del Ministerio de Ambiente (Minae) elaboró la Estrategia Nacional de Cambio Climático, cuyo plan de acción prioriza la reducción de emisiones de gases efecto invernadero (GEI) (que causan el calentamiento global) en los sectores de energía y transporte.
Según el V Inventario Nacional de GEI del Instituto Metereológico Nacional (IMN), el país emitió 8,78 millones de toneladas de carbono equivalente (incluye todos los GEI) en el 2010. Transporte fue el mayor emisor con 4,67 millones de toneladas.
En adaptación, el plan enfoca sus acciones en el recurso hídrico y el agropecuario por ser tan sensibles a la variabilidad climática.
“La carbono neutralidad depende de la capacidad de la DCC de convencer porque la meta no es vinculante y nos toca convencer con cuatro personas”, comentó Wílliam Alpízar, director de esta dependencia del Minae.
Y agregó: “Nos falta gente y recursos. Tampoco pueden ser recursos solo de la cooperación, porque eso no es sostenible. Tienen que ser recursos que vengan del presupuesto nacional”.
Aunque su labor debería ser orquestar a las otras instituciones y sectores, la DCC opera con cuatro personas cuando, y según su director, se requiere un personal de al menos 15.
Esa falta de recursos queda en evidencia cuando la Contraloría de la República señala que se carecen de mecanismos de seguimiento y medición.
“El instrumento utilizado para realizar dicho seguimiento es una matriz que no permite estimar de manera razonable el grado de avance en el logro de los productos consignados en el Plan de Acción, pues, únicamente muestra si una actividad se encuentra en ejecución o finalizada, sin que se muestren plazos de cumplimiento, porcentajes de avance, ni otra información importante para definir el cumplimiento de las metas que ahí se indican”, destaca el informe.
Buen concepto. En Lima, en donde tiene lugar, esta semana, la cumbre del clima, Costa Rica es vista como vanguardista.
Su reputación en conservación y desarrollo sostenible la dota de autoridad al tomar la palabra en foros y discusiones.
Incluso, los ticos están al frente de uno de los bloques negociadores de la COP20 de Lima: la Alianza Independiente de América Latina y el Caribe (Ailac), donde también están Chile, Colombia, Guatemala y Panamá.
En otras palabras, la carbono neutralidad deberá elevarse al nivel de una estrategia de desarrollo, pero una que permita el crecimiento pero sea bajo en emisiones de carbono.
“Esa cultura climática debe ‘bajar’ al ciudadano. ¿Qué significa ser carbono neutral? Pues significa que voy a tener que reducir mi consumo de agua, electricidad, cómo manejamos los residuos y el reciclaje”, dijo Giovanna Valverde, delegada costarricense y presidenta de Ailac.
Con la publicación de dos informes científicos, el mundo empezó a hablar de neutralidad climática. Eso significa que cada emisión de carbono que se libera a la atmósfera terrestre deberá compensarse.
Según Rajendra Pachauri, presidente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), el planeta debe ir reduciendo sus emisiones y aspirar a la neutralidad al 2100, esto para que la temperatura no se incremente 2 °C sobre la media global de 1990 (14 °C).
“El hecho de que Costa Rica nuevamente esté al frente, al adquirir un compromiso muchos años antes de que la ciencia lo sugiriera, precisamente la llama a servir de modelo y aunque este país no tiene responsabilidad histórica por las emisiones (al igual que otras naciones pequeñas), aún así asumió una responsabilidad compartida y, por ello, piensa llegar a la neutralidad”, declaró Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención sobre Cambio Climático de Naciones Unidas.