Al llegar a la recta final de su mandato de cuatro años en Colombia, el presidente Iván Duque Márquez asegura que la mayor amenaza que se cierne sobre las democracias en América Latina es un enemigo de tres cabezas, a las que les llama las tres P: la posverdad, el populismo y la polarización. Dichos fenómenos, afirma el mandatario, se manifiestan en la tendencia de algunos actores políticos a mentir, manipular, crear división, destruir al contrincante y vender soluciones “facilistas” para problemas estructurales de sus países.
Duque Márquez, cuyo periodo al frente del Gobierno de Colombia terminará el 7 de agosto, asistió a la toma de posesión de su homólogo costarricense Rodrigo Chaves Robles, el 8 de mayo, en San José.
Durante su visita, en una entrevista exclusiva con La Nación, el mandatario llamó a ciudadanos, legisladores y medios de comunicación a combatir la tentación de volverse “adictos a los clics y los likes” en redes sociales, así como a entender que en ocasiones, la impopularidad es un sacrificio que los gobernantes deben hacer para sacar adelante las reformas que requieren sus países.
-Presidente, usted visita Costa Rica con ocasión de una transmisión de mando, su país está a pocos días de ir a elecciones y su mandato está ya próximo a terminar. En su experiencia, ¿en qué estado se encuentra la democracia en la región latinoamericana?
Yo creo que la democracia se parece mucho a la salud, que cuando la tenemos no la apreciamos y, cuando la perdemos, no dejamos de añorarla. Y al igual que la salud, la democracia hay que cuidarla. Y hay que cuidarla frente a las tres grandes amenazas que tiene la democracia en América Latina, que son las tres P: la posverdad, el populismo y la polarización. Son los tres grandes enemigos de la democracia en América Latina y vemos, pues, que en la región hay muchas personas que se han valido de la democracia para llegar al poder, después la convierten en dictocracia y después en dictadura.
“Y esos fenómenos están asociados con esos tres comportamientos: posverdad, mentir, mentir y mentir hasta convertir esas mentiras en verdades; manipular, tratar de destruir al contrincante con todo lo que se pueda; el populismo, que es vender soluciones facilistas, pan para hoy cuando en realidad lo que están incubando es hambre para mañana; y la polarización, que es la fractura.
“Entonces, sabiendo que esa es la amenaza, tenemos que derrotar esas tres P, que son las de Maduro, las de Chávez, las de Ortega, y eso requiere que defendamos las libertades, la economía de mercado, la agenda social y que podamos derrotar por completo a la polarización con fraternidad, al populismo con futurismo y realismo y a la posverdad con los hechos, incuestionables y fehacientes, sin caer en la manipulación algorítmica que muchos quieren hacer a través de las redes”.
-¿Cómo considera que podemos contribuir los ciudadanos comunes y corrientes, los legisladores, la prensa?
Todos, todos. Porque cuando la ciudadanía se vuelve adicta a los likes y a los clics, o la prensa se vuelve adicta a los clics y a los likes, o el Congreso se vuelve adicto a los clics y los likes, entonces ahí empieza a perder sentido la sensatez, empieza a afectarse la verdad y, sobre todo, la claridad de los hechos.
“Entonces, por eso es tan importante que entendamos que Twitterlandia no es la democracia, que lo importante es la capacidad de contacto directo, de diálogo entre las instituciones, y de las instituciones con los ciudadanos, y que muchas veces es necesaria la impopularidad para sacar adelante las reformas que requiere un país”.
-Hablando de migración y de democracia, un tema relacionado es el de derechos humanos: ¿Cuáles son los principales retos en esta meteria que enfrenta la región? Un precedente fue la despenalización del aborto en Colombia, pero también hay muchas otras luchas que se libran en países.
A veces hay cosas que son paradójicas e inexplicables. Uno ve cómo por ejemplo en algunos países se prohíbe la pesca deportiva pensando en la vida de los peces, pero se flexibilizan todas las normas del aborto. Entonces, uno no entiende ahí cómo son esos debates sobre la vida. Yo creo que hoy en el mundo y en la sociedad que tenemos, tenemos que defender la vida, y la vida tenemos que entenderla como un proceso que empieza prácticamente desde la gestación.
“Entonces hoy, con la capacidad pedagógica que hay, con las redes, con los métodos anticonceptivos que existen, pues yo también creo que el libertinaje en materia de aborto, casi que ponerlo como un método anticonceptivo es algo casi que desquiciado, porque creo que una cosa es la libertad de elegir, sí, pero yo creo que la responsabilidad también, y la disponibilidad de mayores mecanismos anticonceptivos pues debe llevar a que la sociedad rechace también esas interrupciones de la vida que son ante todo brutales, y que basta con ver las imágenes y las evidencias fílmicas de esos procesos para darse cuenta de que hay un ser que está luchando por su supervivencia”.
-Eso en esta tema específicamente, en derechos humanos más ampliamente, ¿cuáles son los retos, para usted?
El Sistema Interamericano de Derechos humanos también necesita una reforma, porque el sistema nació y creció para enfrentar las dictaduras de América Latina, cuando pululaban por todo el continente. Hoy nos damos cuenta de que, en la gran mayoría de fallos del sistema interamericano, se condena al Estado por acción o por omisión, pero resulta que en nuestros países ya hay estructuras criminales u organizaciones terroristas o narcotraficantes que son los que cometen esos hechos
“Y yo creo que hay que buscar también que el sistema se pueda pronunciar sobre esas estructuras y no sencillamente terminar culpando al Estado por la vía de la omisión.
“Porque los Estados están haciendo todo lo que pueden para enfrentar el crimen, pero muchas veces esas estructuras criminales tienen rendijas, tienen espacios y creo que también hay que buscar un mecanismo a través del sistema donde haya sanciones y también haya responsabilidades que vayan a esos actores armados y no necesariamente por la vía de la omisión, siempre hacia el Estado”.
-¿Esta es una reforma que Colombia impulsa, o le interesa liderar?
No, más que si Colombia la impulsa o no la impulsa, yo creo que ese es uno de los retos que tiene el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, porque como lo digo, el sistema estaba hecho para enfrentar dictaduras y estaba hecho para enfrentar situaciones de acción u omisión, pero hoy cuando vemos tantos actores que violan los derechos humanos, pues yo creo que hay que buscar un mecanismo donde siempre tengamos un mecanismo de sanción cuando quien haya generado esos hechos de violación no sea el Estado mismo.
“Esa es una de las cosas que deben ocurrir ojalá en los próximos años para mantener la confianza en el sistema”.