José María Villalta y Luis Guillermo Solís son los candidatos que más participan en los debates, foros y diálogos organizados durante esta campaña electoral.
Los aspirantes del Frente Amplio y Acción Ciudadana (PAC), respectivamente, registran los mayores niveles de participación en las convocatorias a debatir ideas que hicieron medios de comunicación, instituciones y gremios.
En tercer y cuarto lugar, aparecen Otto Guevara y Rodolfo Piza, del Movimiento Libertario y de la Unidad Social Cristiana (PUSC).
Por último, de los cinco candidatos con mayores opciones de ganar el 2 de febrero, quien menos participa en debates es Johnny Araya, de Liberación Nacional (PLN).
Así se desprende de un conteo de las discusiones que se han organizado en lo que va de la campaña y los que están programados. Se midió la participación en 33 debates, foros o diálogos.
Villalta y Solís aparecen en casi el 80% de las convocatorias. El primero confirmó su participación en 28 y el segundo, en 27.
Guevara y Piza participan en la mitad. Cada uno dispuso asistir a 17 eventos. Araya confirmó participación en menos de una tercera parte, para un total de 9 debates.
¿Obligación o estrategia? Los aspirantes del Frente Amplio y del PAC creen obligatorio participar en la mayor cantidad de debates.
“Como candidato, tengo la obligación de dar la cara ante el pueblo, de atender las consultas de la gente, aunque sean incómodas”, dijo Villalta, quien cree que el elector se beneficia más si ve un contraste de ideas que si recibe un mensaje unilateral de un candidato.
Él reconoce que, aun teniendo habilidades de oratoria, en la discusión cuerpo a cuerpo también pueden aflorar puntos débiles.
Por su parte, Solís explicó que atiende todas las invitaciones excepto cuando unas coinciden con otras: “Me parece de obligada atención por respeto a las comunidades y organizaciones”.
En el caso del Libertario, Guevara define su atención en diálogos con base en tres criterios: el nivel de cobertura mediática que tenga el debate, el resto de actividades de campaña que debe atender y la participación de otros candidatos.
“Si es con 13 (aspirantes), no voy porque el espacio para debatir es muy pequeño; busco debatir con Johnny Araya en todos los foros en que pueda, lo que pasa es que él no va. Hay que confrontar ideas con Johnny (Araya) y con José María (Villalta)”, declaró Guevara.
Rodolfo Piza opinó que algunos foros que responden a intereses gremiales y que estas organizaciones aprovecharían más si invitan a cada candidato, por separado, a escuchar sus preocupaciones.
En su criterio, es mejor ir a unos pocos debates en televisión porque se habla directo a la población.
El del PLN, ocupado. Johnny Araya justificó así su nivel de asistencia: “Hemos tomado una decisión de participar en una cantidad limitada de debates porque, si aceptáramos todas las invitaciones, prácticamente tendríamos un debate por día y no podríamos hacer las visitas que, obligadamente en una campaña, un candidato debe hacer a las diferentes regiones del país.
”Yo estoy tratando de visitar los 81 cantones de Costa Rica. Además, hemos participado de diferentes foros con sectores como cooperativistas, jóvenes, el sector público de trabajadores, con empresarios. Vamos a tener con educadores, hemos tenido foros temáticos como energía, la Caja Costarricense de Seguro Social y he asistido a algunos debates”, explicó el liberacionista.
Un posible error. Para el politólogo Francisco Barahona, los debates son una obligación para los candidatos porque son la instancia donde el elector puede evaluar las condiciones, capacidades de respuesta y planes de los candidatos.
“El no hacerlo implica una renuncia a ese derecho del electorado”, opinó Barahona, quien llamó la atención sobre el hecho de que Araya participe en un mínimo de foros, alejándose del pugilato con otros candidatos y dando prioridad a presentaciones unipersonales.
Para el politólogo, esa posición aleja a un candidato del electorado crítico, de la prensa que sigue debates; y lo quita del foco de atención. Estima que puede ser un error retirar al candidato de las confrontaciones por no estar seguro de que salga bien parado de estas.