El 10 de abril del 2012, Juan Carlos Mendoza, entonces diputado del Partido Acción Ciudadana (PAC) y presidente de la Asamblea Legislativa, celebraba la decisión de la Sala IV de declarar inconstitucional el plan fiscal que impulsaron la exmandataria de la República, Laura Chinchilla, y el fundador de su Partido, Ottón Solís.
Se trataba de una reforma más progresiva que la que hoy promueve el Gobierno. Aquella, por ejemplo, habría gravado con un 15% la repartición de dividendos (ganancias) de las empresas instaladas en zonas francas, cuando fueran distribuidos en el país, además de cobrarles impuestos municipales (bienes inmuebles y patentes).
Seis años y un mes después del descarrilamiento de esa reforma tributaria, Mendoza se se sienta en la silla del ministro de Comunicación para defender a capa y espada la reforma tributaria que el Poder Ejecutivo ve como la alternativa para sanear las finanzas públicas.
En entrevista con La Nación, el jerarca negó cualquier contradicción.
Y, aunque este diario le pidió, con insistencia, que hiciera un análisis sobre ambos escenarios, Mendoza, con igual persistencia, se negó a hacer la comparación.
Alega que es un asunto de "ficción" tratar de cotejar la realidad pasada con la presente. Tampoco quiso aceptar culpa alguna por el maltrecho estado de las finanzas públicas, que pudieron estar hoy en una situación menos apremiante si no se hubiera descarrilado la reforma tributaria de Chinchilla.
Mendoza formó parte de un bloque de 6 diputados del PAC que en el 2011 se opusieron a los acuerdos a los que llegaron Chinchilla y Ottón Solís. Además, como presidente del Congreso emitió una resolución en la que achacó inconstitucionalidades al trámite de la reforma. "Estoy convencido de que el proyecto en la Sala Constitucional no va a pasar", dijo en aquella época, previendo el desenlace.
El tiempo, aunque no se devuelve, es irónico y vuelve a poner a Juan Carlos Mendoza frente a una reforma tributaria, ahora en el bando de los que aseguran que se emplearán a fondo para lograrla.
¿Cómo se defiende un plan fiscal al que usted se opuso hace 7 años desde la Presidencia del Directorio legislativo?
-Yo creo que estamos en un momento particular de la historia. Estamos en un momento en el que estamos hablando de un gobierno nacional. Y yo creo que un gobierno nacional requiere un mirada a futuro, requiere enfocarnos en la coyuntura actual, en las situaciones en las que estamos y, realmente, creo que no son comparables los momentos en la historia.
“La historia no genera dos líneas paralelas del tiempo, como en una película de ciencia ficción como para poder comparar dos realidades que claramente, son distintas. Ahora, yo creo que lo que sí podemos hacer es aprender de la historia y creo que definitivamente podemos aprender de lo importante que es ser rigurosos en los procedimientos parlamentarios. Son las reglas de la democracia, las reglas del juego parlamentario. Esas reglas están ahí, hay que respetarlas y, es necesario, entonces, que el procedimiento parlamentario sea muy cuidadoso.
No fue solo hace 7 años que se dio esa situación. Ha habido problemas de procedimiento parlamentario en el pasado y en periodos anteriores, en el gobierno de Abel Pacheco, por ejemplo, ya había existido problemas en el procedimiento parlamentario (...). La necesidad no es nueva. Yo siempre he reconocido que la reforma es necesaria. Lo que es claro es que hay que hacerlo de la forma adecuada y que esas reglas del juego democrático deben ser respetadas”.
¿Siente remordimiento al saber que hubo una oportunidad muy palpable de solucionar los problemas de finanzas del Estado con esa reforma fiscal y que usted fue una de las figuras protagónicas del bloque que se opuso a ese proyecto de ley y que hizo lo posible por probar vicios de procedimiento que al final se comprobaron?
-Yo creo que estamos en un momento, donde esa discusión de lo que sucedió hace años, lo que nos puede traer son lecciones, experiencias sobre cómo hacer las cosas mejor, es un aprendizaje institucional, si se quiere, de cómo las cosas se pueden hacer de la forma adecuada y creo que ahí es donde nos debemos concentrar.
Hablemos de las lecciones entonces, ¿qué aprendió de su oposición al plan fiscal que vea valioso para aplicar desde esta otra trinchera en la que le toca estar ahora, la que sí impulsa la aprobación del proyecto de reforma tributaria?
-Es esencial tener un acercamiento con todos los partidos políticos, con todas las fracciones representadas en la Asamblea Legislativa. Se trata realmente de dar a conocer a profundidad todos los contenidos del proyecto, se trata de involucrar a todas las fracciones. Claramente ese es el camino que ha seguido el señor presidente de la República; esa es la primera acción que ha tomado, reunirse con todas las fracciones. Venimos de un tren de reuniones con las bancadas que es importantísimo. Se han discutido muchos temas, pero evidentemente el tema fiscal ha estado ahí presente al más alto nivel. El presidente le está dando la máxima prioridad a este proceso de diálogo con las fracciones y eso me parece que es crucial.
“Y eso es algo que no necesariamente se ha dado en otro momento de la forma en que, estoy seguro, tiene en este nivel de prioridad política. A este proceso no se le ha dado en el pasado esta prioridad y esa es una buena lección que se está incorporando en este momento.
Más allá de las fuerzas políticas representadas en el Parlamento, creo que es necesario entrar en un diálogo profundo, serio, con los distintos sectores sociales y productivos de este país, también para hablar sobre los contenidos y las implicaciones, sobre la importancia y el riesgo que existe de no aprobar en este momento una reforma, porque lo cierto es que hay que ejemplificar de una forma clara a toda la ciudadanía, a los distintos sectores sobre cuáles son las consecuencias de que en estos momentos no pase la reforma y ese ejercicio va a ser parte del proceso que vamos a establecer como parte de una estrategia de comunicación política con toda la ciudadanía, que será dar a conocer qué es y qué no es la reforma”.
¿Y qué no es?
-No es simplemente un tema de impuestos, hay que explicitar los contenidos, las implicaciones y, sobre todo, cómo afectará, cuáles son los posibles escenarios para el país con la aprobación y sin la aprobación del proyecto. Es importante que la ciudadanía los conozca.
Usted afirma que el diálogo político de alto nivel que se ha dado en las primeras horas de este Gobierno no ocurrió en el pasado. Pero recordamos con claridad que por estos salones de Casa Presidencial, hace años, desfilaron los representantes de numerosos sectores productivos, negociaron tasas diferenciadas del IVA para actividades como la construcción, para no encarecerla, o la producción agropecuaria...
-Al día de hoy hemos iniciado el diálogo político al más alto nivel con las fracciones legislativas, todas las fracciones se están reuniendo con el presidente de la República para conversar de este tema y vamos a iniciar un diálogo con los sectores sociales y productivos, con la ciudadanía en general sobre las implicaciones y vamos a ser de esa una tarea prioritaria de la labor tanto del Ministerio de la Presidencia, del Ministerio de Comunicación, como del mismo señor presidente, de establecer el diálogo y aspiramos a que ese nivel de diálogo y de profundidad, no por compararse con otras administraciones(...) Al final, yo creo que lo que va a ser claro es el resultado, estamos convencidos de que vamos a hacer todo para que el proyecto se apruebe.
Fue Ottón Solís, hoy representante del país ante el BCIE, el que condujo aquella negociación con la entonces presidenta Laura Chinchilla y con Liberación Nacional. ¿Se equivocó en la forma en que llevó ese proceso que hasta ustedes, quienes eran diputados del PAC en aquel momento, se opusieron al plan fiscal?
-Como le dije, creo que no es momento de revisar puntos con ese nivel de detalle. Yo lo que creo es que estamos para incorporar las lecciones, para mejorar en la gestión política y comunicacional y poder llevar a buen puerto este proyecto, que creo es una necesidad país, una necesidad nacional.
Hay un eco del pasado que sí retumba muy fuerte y es que aquel proyecto de reforma tributaria que usted objetó era más progresivo que el proyecto actual. Uno de los obstáculos que se puso en aquel momento de parte del bloque del PAC, que se opuso, fue que el plan fiscal no era progresivo ¿Ha podido analizar los dos textos, el de aquel momento y el presente? ,¿guarda el actual proyecto la progresividad que usted reclamó por inexistente en aquel momento?
-En este sentido, los proyectos también responden a las circunstancias y a la negociación política de cada momento y creo que también hay que entender los resultados en ese sentido. El proyecto está sujeto a parte de los acuerdos que se están construyendo en este momento, se va a abrir un espacio para enmiendas de los diputados que podrán mejorar el proyecto, según sus visiones y los acuerdos políticos que sea posible alcanzar en la Asamblea Legislativa. Entonces, yo creo que este es un momento todavía temprano para hacer ese tipo de evaluación, porque creo que vamos en una ruta, en la que sin duda, se le harán mejoras al proyecto.
Es cierto, viene ese proceso de enmienda. Pero, como está el texto hoy ,¿ve usted más progresividad que el que se objetó hace años con el argumento de que carecía de esa característica?
-Esa no es una valoración, de nuevo, que me toque realizar a mí. Creo que esa es una valoración de proceso, de cómo evoluciona el proceso y la negociación política sobre los contenidos del proyecto y, pues, le toca a las personas que están a cargo y será entonces a doña Edna (Camacho, coordinadora del Consejo Económico), a doña Rocío (Aguilar, ministra de Hacienda), a don Rodolfo (Piza, ministro de la Presidencia), que están en ese núcleo de negociación, quienes podrán hacer esas valoraciones que me estás pidiendo. Yo creo que es a ellos a quienes les toca responder.
“Lo que sí veo es que existe posibilidad de mejora por el acuerdo al que se ha llegado y creo que es importante que todos los sectores entren con esa disposición. Estamos en un momento en el que se requiere una actitud constructiva, propositiva, y donde las propuestas se hagan mejoren el proyecto y no sea para descarrilarlo".
Como buen comunicador político, usted ha insistido en replicar una y otra vez el mensaje de que no desea hacer referencia al pasado, momentos en los que usted fue protagonista. Un plan fiscal estuvo a las puertas de aprobarse en segundo debate y no sucedió porque usted fue una de las figuras que lo impidió. Con la esperanza de que concrete alguna respuesta al respecto, ¿cuáles son las circunstancias distintas de hace años a las de hoy, si en aquel momento, como hoy, el abordaje del déficit fiscal era urgente?
-Le repito, son momentos históricos distintos. Son 7 años... realmente creo que la comparación no se sostiene. Son momentos históricos distintos, son procesos políticos distintos, articulaciones distintas, el momento como un todo, los contenidos de los proyectos. Son muchísimos los elementos en que hay variaciones, como para hacer una analogía exacta de esos procesos.
Aquel proyecto sirvió de base para montar el proyecto actual de Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, que es el producto de más de dos años de negociaciones con base en el texto que preparó el gobierno trasanterior, ¿qué es lo distinto?
-En su momento, quien quiera revisar, puede revisar mis reflexiones al respecto, pero esas reflexiones fueron alrededor de ese momento y no son trasladables al actual. No existe la máquina del tiempo para hacer esas ficciones de pasar de un momento a otro. Hay que analizar cada coyuntura y lo demás es ficción histórica.
¿Por qué es importante hoy el plan fiscal?
-Creo que es claro que hemos visto como existe un déficit creciente, que cada vez estamos pagando más intereses, también es claro que las calificadora internacionales de riesgo han afectado las calificaciones que tenemos como país y eso hace que estemos pagando más por los flujos para mantener el Estado funcionando. Si esto fuera una familia, tendríamos las tarjetas sobregiradas y con posibilidad de embargo y, en ese momento, es necesario tener ingresos frescos para poner cubrir las necesidades de la familia, si no se irá todo en pagos de deuda y de intereses y creo que es necesario entender esa relación. La familia costarricense está sobregirada y necesita poder entrar en un momento donde no pague tanto de intereses y donde pueda estabilizar la relación entre ingresos y egresos y que pueda utilizar y tener recursos para tantas inversiones en cosas necesarias para este país. Hay que dar saltos cualitativos que es necesario darlos ahora porque es necesario hacer ciertas inversiones en educación, en infraestructura y salud, en ciertos ejes fundamentales para tener la capacidad de adaptarnos frente a grandes retos globales que estamos teniendo en este momento. Este es un momento histórico de grandes cambios, donde el cambio tecnológico implica hacer grandes adaptaciones como nación, muy profundas en educación, por ejemplo.
“Tenemos rezagos importantísimos en infraestructura, de décadas, lo cual claramente afecta todo el engranaje social, tenemos retos enormes en términos de comunicaciones, telecomunicaciones y necesitamos engarzarnos a la banda ancha mucho más rápidas. Todas las cosas que hay que hacer requieren recursos sanos, finanzas sanas, requiere de una familia que en lugar de estar pagando los intereses de la tarjeta de crédito, pueda pagar para que los hijos vayan a la escuela, al colegio y a la universidad.
¿Usted definiría como determinante su rol en el impulso de ese plan fiscal?
-Yo creo que la comunicación política de este proceso debe ser determinante.
Este Gobierno entra también con la consigna de reformar el Reglamento legislativo, reglamento que le sirvió al PAC en el pasado para torpedear a la anterior reforma fiscal, ¿cómo defender ese cambio al Reglamento con esos antecedentes?
-Puede revisar los proyectos de ley y las distintas propuestas de reforma al Reglamento legislativo. No solo propuse muchas de ellas, sino que también respaldé muchas de esas reformas. Estaba convencido de que había que hacer cambios en el Reglamento y he apoyado esos cambios en el pasado. Las reglas en la democracia son importantes y creo que hay reglas que hay que cambiar también, pero yo ya no estoy en esa posición. Ahí estuve en el pasado y actué en consonancia. Participé en la comisión (de reformas al Reglamento) y tratamos de avanzar en esas reformas. Ahora es una responsabilidad de los diputados actuales hacer esas valoraciones y yo estoy convencido, como lo estuve antes, de que son necesarias.
¿Vienen campañas de comunicación del Gobierno para tratar de convencer a la población de que es justo que pague más impuestos?
-Vamos a dar a conocer los contenidos del proyecto, vamos a explicar a la ciudadanía los escenarios, vamos a procurar una comunicación muy directa con la ciudadanía sobre este tema.
¿Y usted se siente legitimado para llevar adelante esa campaña pese a los antecedentes?
-Estamos en un gobierno nacional, estamos en un momento donde el país avanzar en este tema (la reforma tributaria) y yo creo que en los distintos momentos de la historia la necesidad ha estado presentado. Yo nunca he negado la necesidad de que el país cuente con una reforma fiscal. Cada coyuntura tiene sus particularidades que, como le decía, no es momento de comparar situaciones que no son comparables. En este caso no es la legitimidad de Juan Carlos Mendoza, estamos hablando de la legitimidad de que este debate, esta discusión se dé en el marco de un gobierno nacional, en el marco de diálogos amplios y transparentes con toda la ciudadanía y de que es una necesidad país para avanzar en un tema que realmente debe resolverse.
Hasta ahora no ha habido una campaña exitosa que logre convencer a la gente de que es bueno pagar más impuestos. A nivel de mensaje, ¿qué está pensando el Ministerio de Comunicación para cambiar la percepción de la gente, mala percepción, agregaría, sobre el aumento en la carga tributaria?
-Sin duda, es un gran reto comunicacional. Creo que tenemos que tenemos que concentrarnos en el impacto de un escenario o del otro. En situaciones que puedan ser abstractas pero cotidianas y que pasarían en el escenario de que un proyecto tan necesario como este no fructifique y ahí nos vamos a concentrar.
Aquí usted enfrenta un dilema ministro, porque el gasto en publicidad es uno de los que más se le critican a los gobiernos siempre, ¿Cómo comunicar con éxito sin ganarse esa crítica por gastar de más en publicidad del Poder Ejecutivo?, ¿van a optar por las redes sociales que son baratas, pero con menos credibilidad?
-Yo creo que es una combinación de las distintas plataformas, plataformas digitales pero también vamos a utilizar las tradicionales que también son necesarias.
¿Se ha hablado de algún presupuesto para hacerle frente a esta tarea específica?
-Aún no, lo estamos valorando.
Los últimos gobiernos empezaron todos sin ministros de Comunicación. Este, por el contrario, decide nombrarlo a usted desde el principio. ¿Cómo se debe interpretar esa señal?
-Que se entiende la prioridad que la comunicación política tiene en la gestión de gobierno y que es un punto central.
El gobierno de Luis Guillermo Solís fue muy criticado por la ausencia de un relato. Siempre se dijo que el cambio que se había vendido en campaña había quedado ya en la administración como una cosa abstracta que no terminó de concretarse. ¿Ha podido analizar el caso y extraer alguna lección que le sirva a este gobierno?
-Estamos haciendo un análisis profundo. En los días previos pude conversar con mi antecesor (Mauricio Herrera) y en los próximos días tendremos otras conversaciones. Ese proceso de transición ha sido muy fluido. Todavía tenemos que evaluar muchas de esas lecciones, para poder corregir temas y acercarnos más a la ciudadanía. Y ese es nuestro objetivo, eso sí lo tenemos muy claro: estamos en una era que permite un diálogo directo, permanente, en las dos vías. No es solo emitir mensajes sino también escuchar a la gente y eso, creo que es muy necesario en este momento.
“Esa es una lección que vamos a incorporar de inmediato, cómo escuchar y cómo interactuar con la gente desde otros lugares.
¿Y cómo se les ocurre que van a interactuar con la gente?
-Hay que hacer combinaciones de los espacios virtuales con los espacios reales porque a veces, si bien uno puede desarrollar una relación virtual, creo que lo real y lo presencial es importante. Nos interesa, no que el ministro de Comunicación, sino que todo el Gobierno, que todo el aparato político y del Estado, esté en esa sincronía con la gente.
"El gobierno nacional está trabajando realmente en marcar pautas comunes como nación a futuro y ese es el eje central, fundamental, en el que tenemos que enfocarnos, no solo el Gobierno, sino todo Costa Rica”.
¿El presidente va a mantener ese nuevo estilo de comunicación cercana con la gente, incluso cuando las cosas se le pongan difíciles?
-Yo creo que es necesario. La reacción frente a la adversidad nunca puede ser la retirada,tiene que ser enfrentar esa adversidad con asertividad.
Ustedes juegan con el tiempo y los antecedentes en contra. En materia de comunicación al Gobierno pasado le fue mal porque los símbolos de transparencia, como la “casa de cristal” y hasta al corta de arbustos que obstaculizaban la vista hacia Casa Presidencial se quedaron en eso, en símbolos. ¿Qué van a hacer ustedes para que no les resucite pronto la idea de que los gobiernos del PAC son poco transparentes?
-Creo que se han hecho esfuerzos importantes y la administración anterior inició un proceso, al cual le vamos a dar mucho seguimiento que es el proceso del “Gobierno Abierto”. De hecho, esa es un área que yo estaré asumiendo en el Ministerio de Comunicación porque a mí me parece crucial y es un tema en el que me he interesado durante muchos años. Presenté varios proyectos de ley sobre este tema, porque el acceso a la información pública y la posibilidad de que la prensa y que cualquier ciudadano pueda tener información relevante, oportuna, necesaria, disponible, es de lo más crucial para solidificar la fe en la institucionalidad y ese, creo, es un proceso en el que tenemos que avanzar muchísimo.
El primer gobierno del PAC terminó muy cuestionado por el manejo del gasto público y por presuntos actos de corrupción ligados con el caso del cemento chino. ¿Cree que esos hechos le complican a usted la tarea de generar credibilidad y confianza a partir de la comunicación política en este gobierno?
-Creo que no solo el Gobierno anterior, han sido décadas en las cuales la fe de la ciudadanía en el rol que juega el Estado en el manejo de la cosa pública se ha ido deteriorando y, en distintos momentos, ha habido casos en los que claramente es absolutamente entendible la indignación. Yo creo que la gente reaccione frente a los casos de corrupción es importante y necesario. Es bueno cuando un pueblo se indigna ante la corrupción, eso es señal de que no se ha normalizado. El problema es que hemos llegado a un punto donde eventualmente algunas personas pueden atribuirle esa situación a toda la institucionalidad y eso sí es muy peligroso. Es muy importante que como sociedad sigamos creyendo en la institucionalidad y en el Estado de derecho.
“Hay un trabajo fundamental que hacer para que las respuestas ante cualquier caso sean claras y contundentes”.
¿Fue casual, don Juan Carlos, que el presidente de la República, en su discurso de toma de posesión, no mencionara ni una sola palabra del Gobierno que lo antecedió? ¿Qué lectura se debe hacer de esa ausencia en el discurso de don Carlos Alvarado?
-La verdad es que creo que la lectura la tiene que hacer la ciudadanía (...). En realidad, creo que sería especular. No he conversado con el presidente de este tema en concreto, tendría que preguntarle a él que me cuente esa valoración.