En la segunda ronda electoral del pasado 3 de abril se superó el 40,4% de abstencionismo que se registró dos meses antes, en la primera vuelta del 6 de febrero. En total, el 43,2% de las personas con derecho al voto no acudió a las urnas.
Se trata del segundo porcentaje más alto de no votantes en elecciones presidenciales desde 1953, cuando se realizó la primera elección, tras la fundación del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), en 1949. Aunque el dato es casi idéntico al que hubo en la segunda ronda electoral del 2014, cuando el abstencionismo fue del 43,3%, o sea, que la diferencia es de solo un 0,1%.
Sin embargo, esa vez, el candidato Johnny Araya, del Partido Liberación Nacional (PLN), abandonó oficialmente la campaña presidencial semanas antes de la votación y al final, su rival, Luis Guillermo Solís, del Partido Acción Ciudadana (PAC), se terminó llevando el 77,81% de los votos validos emitidos.
De un padrón electoral de 3.541.908 votantes inscritos para este proceso electoral, 1.563.678 personas no se acercaron a las urnas para votar por Rodrigo Chaves Robles, del Partido Progreso Social Democrático (PPSD) o José María Figueres Olsen, del PLN. Esto representa un 43,23% del electorado, según los datos preliminares del TSE, con el 98,41% de las mesas escrutadas.
Esta es la tercera vez que el abstencionismo supera la barrera del 40%. La primera vez fue en el balotaje del 2014 (43,3%) y la segunda, en la primera vuelta del pasado 6 de febrero anterior (40,8%).
Tendencia al alza
El número de no votantes registra una tendencia a la alta, con algunos altibajos, desde hace décadas. Entre los comicios presidenciales de 1962 y 1994, de acuerdo con datos oficiales del TSE, el porcentaje de abstencionismo se ubicó siempre entre el 16,7% y el 21,4%. En 1998 subió hasta el 30%, y, desde entonces, nunca bajó de ese nivel.
Los picos de abstencionismo se han reportado, principalmente, en las segundas rondas electorales del 2002 (39,8%), 2014 (43,3%), primera ronda del 2022 (40,8%) y segunda ronda de este mismo año (43,2%).
Según la definición oficial de la Real Academia Española, el abstencionismo responde a una “actitud o práctica consistente en no ejercer el derecho a participar en determinadas decisiones, especialmente en un proceso electoral”.
Mujeres votan más
Si se segregan los datos por género, con base en las estadísticas del TSE disponibles desde 1982 y hasta el 2018, se constata que las mujeres, quienes obtuvieron el derecho al voto en 1949, se presentaron menos que los hombres a las urnas para los comicios de 1982, 1986 y 1990. A partir de 1994; sin embargo, ellas son quienes votan más, mientras que los hombres tienen un nivel de participación a la baja.
De acuerdo con Hugo Picado, magistrado del TSE, el hecho de que, desde el año 1994, el abstencionismo en hombres es más elevado que en mujeres, puede deberse a una mayor participación de las mujeres en la vida política.
“La explicación más plausible es que el derecho al sufragio no es solo el derecho a elegir, sino también a ser electo. ¿Qué ocurre a partir de 1986? Tuvimos a la primera mujer presidenta de la Asamblea Legislativa (Rosemary Karspinsky). A partir de ese momento empiezan a darse una serie de cambios legales como la ley de promoción de la igualdad real de la mujer; aparición primero de las cuotas y paulatinamente de la paridad. Esto le permitió al país incrementar notablemente el número de mujeres electas en la Asamblea Legislativa y en otros Poderes de la República. Llegando inclusive a elegir a una mujer como presidenta de la República (Laura Chinchilla, en el 2010)”.
A partir de la década de los ochenta y los noventa, subraya Picado, se empieza a gestar un cambio cultural normativo, que deriva con los años en la elección de una primera presidenta de la República, varias presidentas del Congreso, una mujer presidenta del Poder Judicial y actualmente una mujer presidenta del Tribunal Supremo de Elecciones.
Este incremento de participación de las mujeres en puestos de elección puede ser un factor que motiva a más mujeres a salir a ejercer su voto. También hubo factores externos, como la elección en 1990, en Nicaragua, de la primera mujer presidenta electa mediante el sufragio del continente americano: Violeta Barrios, viuda de Pedro Joaquín Chamorro (asesinado en 1978).
“Los cambios en la región sobre la participación política de la mujer tuvo que haber influido, también, en el empoderamiento de las mujeres en el ámbito electoral en Costa Rica”, puntualiza Picado.
Los lugares con más y con menos abstencionismo
Si se analizan los datos por territorios, el cantón donde más votan las personas es Zarcero, en Alajuela, allí hubo un 73,69% de participación, para un 26,31% de abstencionismo.
Ese cantón cuenta con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 0,816, que califica como alto según Naciones Unidas. El IDH, que toma diferentes variables en cuenta, se puede traducir a la observación de si las personas que viven en determinado lugar pueden “ser” y “hacer” cosas que desean en sus vidas. Esto está estrechamente ligado a alimentación, protección, estado de salud, trabajo, educación, voto y participación en la vida cotidiana.
Para el magistrado electoral Hugo Picado, sí existe relación entre el IDH y la participación electoral, pero no es causal. “Correlación no significa causalidad”, indica Picado. “No significa que cuando un cantón tiene alto IDH la gente va a votar más. No siempre pasa y eso se llama falacia ecológica.
“Pero lo que vemos claramente con los estudios que venimos realizando con la UCR (Universidad de Costa Rica) desde 2002, es que hay tendencias claras. Existe esa tendencia entre regiones de mayor bienestar, donde las carreteras son mejores, donde el acceso a las escuelas son más fáciles, los niveles de información tienden a ser más altos, el nivel educativo es más alto también. En fin, condiciones de bienestar tienden a dar una mayor participación. Pero no siempre es así”.
Según datos de Naciones Unidas del 2019, Costa Rica, ubicado en el puesto 62 mundial, hace parte de los países con IDH “muy alto”. Zarcero se ubica un poco por encima del IDH nacional: 0,810.
El distrito de Costa Rica que registró el abstencionismo más bajo fue Brisas, de Zarcero: 20,59% (1.072 votos recibidos de 1.305 electores inscritos). Además de Brisas, solamente dos distritos más, en todo el país, tuvieron un abstencionismo inferior al 25% para la segunda ronda electoral: Tapesco de Zarcero con 23,94% y Barrantes de Flores, Heredia, con 23,82%.
En total, 22 distritos tuvieron un abstencionismo inferior al 30%. Son distritos ubicados en las provincias de San José, Alajuela, Cartago y Heredia.
Por su parte, el cantón con el abstencionismo más elevado fue Talamanca, Limón, con un promedio del 62,45% entre sus cuatro distritos.
El cantón de Talamanca tiene un IDH de 0,701, muy por debajo del IDH nacional. De hecho, en 2019, solo Matina (0,666.) tuvo un IDH más bajo, según Naciones Unidas. En Matina, el abstencionismo fue de 55,90%.
En total, 58 de los 472 distritos contaron con un abstencionismo mayor al 55%. El distrito con el mayor abstencionismo aparte de la Isla del Coco (80,95% de abstencionismo) fue San José o Pizote de Upala, Alajuela, que registró un 67,97% de abstencionismo. Le sigue Chirripó de Turrialba, en Cartago, con 64,26%
¿A qué se debe el abstencionismo?
El magistrado del TSE Hugo Picado explica que la participación y el abstencionismo son fenómenos multicausales. “Es siempre tentador explicar el abstencionismo con un solo factor. Decir que esta vez el abstencionismo se debe a la oferta partidaria o al enfado de la gente o a la polarización, etc. Pero en realidad eso es un error. Obedece a múltiples factores”, comenta Picado.
El magistrado explica que para tener una valoración científica sobre las diferentes razones que pueden explicar el abstencionismo, el necesario llevar acabo estudios postelectorales. Entrevistar a las personas que no votaron en un período no muy lejano al momento en que se dio la votación, para que expliquen por qué no votaron. El TSE ha llevado a cabo estos estudios por décadas.
“Lo que sabemos de las elecciones del 2018 es que la polarización, por el tema religioso y político del momento; la discusión que se generó a partir de la opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (sobre el matrimonio igualitario) no solo tuvo efectos en la primera ronda sino que tuvo un efecto polarizador en la segunda ronda.
“La polarización es un factor movilizador muy importante. Cuanta más polarización, más gente va a votar. Eso se reflejó en que, contra todo pronóstico y expectativa, y contra toda tendencia; en la segunda ronda tuvimos menos abstencionismo que en la primera ronda. ¿Eso qué lo explica? Para ese caso concreto fue muy importante el factor de la polarización”.
Entre el 2018 y el 2022, en primera ronda, el abstencionismo dio un salto de siete puntos porcentuales. Al ser tan reciente, como es natural, el magistrado Picado señala que habrá que conducir estudios científicos para determinar las diferentes razones que expliquen ese aumento. Sin embargo, y en calidad de teorización, esto valora el experto del Poder Electoral:
“Se requieren encuestas postelectorales dirigidas a la población que no votó. Esos estudios nosotros los venimos haciendo desde el año 2002 con la Universidad de Costa Rica. Hasta que no tengamos la encuesta postelectoral de esta elección, lo único que podemos formular son hipótesis. Respecto al aumento del abstencionismo en 2022, en primera y en segunda rondas, especulamos que hay un factor de peso que probablemente tuvo incidencia: el factor pandemia. En primera ronda se coincidió con una ola de contagios de la variante ómicron. Algún peso tuvo que tener eso.
“En cuanto a la segunda ronda, sin dejar de considerar todavía el tema pandémico, hay factores políticos que siempre pesan en una segunda ronda. Muchas gente pierde a sus candidatos por los cuales votaron en primera ronda. Otra gente piensa que ya cumplió en primera ronda con el país y no tiene por qué ir a segunda ronda. Y bueno, habría que analizar también elementos más de carácter político. Qué influencia tuvo el tono de la campaña en el electorado. Fue una campaña que no tuvo el elemento polarizante. No se dieron posiciones extremas. Estuvo más marcada por señalamientos mutuos; acusaciones mutuas por parte de los dos candidatos. Más que debates sobre posiciones político-ideológicas. En esas direcciones van a apuntar las hipótesis”, analiza Picado.
Además de los análisis de encuestas postelectorales necesarios para determinar por qué hubo más de 40% de abstencionismo en las dos vueltas del 2022, Picado recomienda consultar dos de los hallazgos del libro Hábito de Votar, del politólogo Ronald Alfaro, coordinador de la encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR:
“El primero es la idea de que el voto por primera vez es muy importante para crear hábito de voto. El elector que va a votar en la primera ocasión en que tiene oportunidad, tiende a ser un elector constante el resto de su vida. El que no lo hace, en cambio, es mucho más difícil que se acostumbre y adquiera ese hábito”.
El segundo hallazgo de Alfaro es el papel de la madre. “La influencia de la madre en el hábito de voto del costarricense. No obstante, la estructura patriarcal de nuestra sociedad, son las madres las que juegan un papel de mayor influencia en si en determinada casa, los hijos desarrollan la costumbre o no de ir a votar”.