La expresidenta de la República, Laura Chinchilla, una de las voces más críticas del autoritarismo en el Istmo, lamentó este viernes que el mandatario salvadoreño, Nayib Bukele, pretenda buscar la reelección inmediata para quedarse cinco años más en el cargo.
“¡Pobre Centroamérica! Condenada a volver sus propios pasos, atada por siempre al designio de inescrupulosos gobernantes nutridos en la obsesión del poder absoluto”, manifestó Chinchilla en su cuenta de Twitter. “A Nicaragua se une El Salvador”, aseveró.
La noche del pasado jueves, Bukele anunció que participará como aspirante en las elecciones del 2024, pese a que críticos de su gestión sostienen que la Constitución Política de ese país prohíbe la reelección consecutiva.
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“Luego de conversarlo con mi esposa Gabriela y con mi familia, anuncio al pueblo salvadoreño que he decidido correr como candidato a la presidencia de la República”, señaló en una cadena nacional de radio y televisión emitida en medio de las celebraciones por el aniversario de la independencia.
Durante su discurso, Bukele señaló que “más de algún país desarrollado no estará de acuerdo con esta decisión” de buscar nuevamente la presidencia por otros cinco años. Pero, según sostuvo, “no son ellos los que decidirán, sino (...) el pueblo salvadoreño”.
A mediados de 2021, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de El Salvador emitió una resolución que habilita la reelección presidencial inmediata, aunque los opositores consideran que esto va en contra de la Carta Magna de esa nación.
Pérdida de condiciones democráticas
En 2019, la victoria en las urnas de Nayib Bukele acabó con tres décadas de bipartidismo en la nación salvadoreña, en las que Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y Alianza Republicana Nacionalista (Arena), se repartieron el poder.
Durante su mandato, Bukele ha recurrido a acciones antidemocráticas para lograr sus cometidos en el poder. Además, aprovechó su alta popularidad al lograr mayoría en el Congreso para reformar órganos judiciales e instituciones. Del mismo modo, ha atacado a la prensa crítica de su gestión.
El Índice Global de Democracia, elaborado por The Economist, reclasificó en 2021 el sistema político de El Salvador de democracia imperfecta a régimen híbrido, debido a las actuaciones con rasgos autoritarios de su gobernante.
De acuerdo con ese estudio global, los regímenes híbridos se caracterizan por concentrar el poder pese a contar con todo el aparato institucional para garantizar la democracia.
“Tienen la estructura o los elementos que se requieren para funcionar en democracia, pero el ejercicio del poder y las prácticas institucionales no responden a los principios democráticos”, había señalado el informe Estado de la Región.
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Con dicha reclasificación, El Salvador se unió a Guatemala y Honduras en la categoría de regímenes híbridos, debido a las muestras de concentración de poder, corrupción y faltas en el sistema de pesos y contrapesos. Nicaragua, en tanto, está clasificado como un régimen autoritario consolidado.
En Centroamérica, de acuerdo con la última medición, solo Costa Rica y Panamá viven en democracia. Esas son las únicas dos naciones que han sostenido “avances ininterrumpidos” en esa materia desde el año 2000.