La periodista nicaragüense-costarricense Lucía Pineda cumplió este domingo 100 días de arresto. Según sus familiares, está enferma y bajo tortura psicológica en la cárcel de mujeres La Esperanza, donde ahora está recluida.
Pineda, de 45 años, tiene problemas de circulación, su rostro está más demacrado, permanece aislada del resto de reclusas. Además, toma poco tiempo de sol y es acosada cuando recibe visitas.
A pesar de las altas expectativas, ahora sus familiares tienen pocas ilusiones de que pueda salir en libertad pronto, porque ponen en duda que el presidente Daniel Ortega cumpla el compromiso de liberar a los presos políticos en un periodo de tres meses.
Además, el sistema penitenciario programó visitas carcelarias entre abril y el 26 de junio próximo, lo que significa que puede estar recluida hasta ese tiempo, explicó un familiar cercano de la periodista, quien pidió proteger su identidad por seguridad.
“Nos da esa sospecha de que ella no será la primera en caso de que se dé la liberación (de presos políticos). Podría ser de las últimas, dado que en el sistema (penitenciario) programaron las visitas a partir de abril hasta la última semana de junio, lo que indica que ellos planean mantener la permanencia de Lucía a esa fecha”, manifestó el familiar.
El familiar añadió que esa percepción podría cambiar con una orden de parte de Ortega, dado que todas las autoridades de ese país están sujetas a la voluntad política del gobierno.
Pineda fue detenida la noche del 21 de diciembre del 2018, cuando policías armados y sin orden de allanamiento irrumpieron en 100% Noticias, el canal donde ella era jefa de prensa.
En esa ocasión también fue detenido el dueño del canal, Miguel Mora Barberena, y la señal de la televisora fue clausurada por la policía al momento que se transmitía un programa de opinión crítico al gobierno.
Pineda estuvo recluida hasta el 30 de enero en la temida cárcel El Chipote, ubicada en la loma de Tiscapa, Managua.
Luego fue trasladada a la Esperanza, ubicada en Tipitapa, en las afueras de la capital.
Ahí permanece aislada en una pequeña celda donde tiene un poco de más claridad con respecto a la reclusión en El Chipote. No tiene casi espacio para el ejercicio físico y debe lavar sus sábanas y el resto de ropa en el lavamanos del lugar, porque las autoridades no le facilitan el acceso a la lavandería general.
A lo que sí tiene acceso es al ingreso de alimentos, así como productos de higiene personal y de limpieza general.
La última visita familiar a Pineda ocurrió el 11 de marzo. Ese día, asistió por primera vez, desde que está recluida, su mamá, Lucía Ubau Hérnández.
Su madre confirmó que Pineda tenía el rostro más demacrado y sus pies y piernas estaban hinchados producto de la retención de líquidos ocasionados por problemas de circulación en su cuerpo, según el familiar.
También, sigue recibiendo solo 20 minutos de sol cada jueves y sigue aislada. El objetivo, agregan sus familiares, es que no tenga relación con el resto de mujeres detenidas en La Esperanza.
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Tampoco tiene acceso al cafetín interno, a diferencia del resto de reclusas, a pesar de que su familia le ha dejado dinero con los custodios para que lo use.
Pineda es acusada por el Ministerio Público de cometer los delitos de “provocación, preposición y conspiración para cometer actos terroristas”, por haber informado sobre las protestas contra el régimen de Daniel Ortega durante el 2018.
También es señalada de cometer “apología e inducción para cometer delitos impulsados por el odio, como circunstancias agravantes de discriminación por razones de ideología política”, supuestamente en contra de militantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), partido controlado por Ortega.
El juicio, programado en un principio para el 16 de marzo, en el Juzgado Noveno Distrito Penal de Juicio de Managua, fue pospuesto para el próximo 29 de abril.
Visita de madre
Su madre confirmó que no tenía lesiones en las rodillas producto de alguna tortura física, como corrió el rumor en redes sociales mediante la circulación de imágenes falsas.
Aunque fue un encuentro emotivo, dos custodias penales la acosaron constantemente. Una estaba pendiente de la visita y otra anotaba la conversación entre Pineda, su madre y otro familiar.
En anteriores visitas, Pineda también estuvo vigilada por custodios, quienes la fotografiaron y hasta le grabaron un video. En una ocasión, ella se quejó de la filmación y el custodio le gritó que por haberse molestado, la visita podría concluir.
“En ese momento la jefa apareció y lo retiró (al custodio) del sitio, pero su reacción fue desmedida. Parece que es una costumbre de hablarle así a todos los privados de libertad y no es bueno”, lamentó el familiar de Pineda.
Pineda arrastra un problema de infección urinaria desde que estuvo en El Chipote, donde tuvo acceso a medicamentos, pero en La Esperanza no los había recibido, al menos hasta el 11 de marzo.
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Durante la última visita, Lucía le comentó a su mamá que los médicos de planta de la cárcel le recabaron dos muestras de orina para realizarle dos pruebas de urocultivo. Un resultado arrojó infección en las vías urinarias y otro nulo.
No obstante, los familiares dudan de esos resultados, dado que en el centro penal no hay laboratorios y las muestras deben ser trasladadas hasta el hospital de la Policía Nacional, ubicada al sur de Managua, a un poco más de hora y media en carro desde Tipitapa.
Los familiares desconocen si existe un protocolo en la toma de la muestra y su posterior traslado. De no haberlo, podría alterar sus resultados, según el familiar que pidió el anonimato.
Pineda también comentó que tenía espasmos musculares en el brazo derecho y en la pierna derecha producto de la poca actividad física en la celda. También, les dijo que tenía una mancha en la región lumbar.
Los familiares están preocupados de que el cuerpo de Pineda no esté recibiendo vitaminas a través de los alimentos, dado que recibe poco tiempo de sol que el ayude a procesarlos.
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En un dictamen médico N.º 3821/2019 del 14 de marzo, elaborado en Medicina Legal, dependencia de la Policía Nacional de Nicaragua, Pineda dice que a veces en los brazos y en la pierna izquierda le da “como un temblor”, aunque al momento de esa prueba médica no presentó esos síntomas.
El dictamen firmado por la médica forense, Fiergie Úbeda Obando, concluye que al momento de la valoración la periodista no presentaba alteraciones de salud.
A través del abogado, Julio Montenegro, pidieron el martes anterior al juez Édgar Altamirano que ella sea atendida en la cárcel por un médico internista y que las pruebas sean realizadas por un laboratorio privado, cuyos gastos los pagaría su familia.
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