“Si estuviera de frente a Daniel Ortega le diría que yo lo perdono”.
Ese es el mensaje que la periodista costarricense - nicaragüense Lucía Pineda, le transmite a quien dio la orden de encarcelarla durante casi seis meses.
Sin embargo, la comunicadora aclara que perdonar a Ortega y al régimen que la sometió a torturas psicológicas en la cárcel, no significa que está de su lado.
“Yo los perdono pero no significa que voy a pensar igual que ellos. A Daniel le diría que Nicaragua necesita un cambio y que acceda a realizar elecciones adelantadas, lo cual no es ninguna novedad porque ya lo hemos experimentado en Nicaragua en 1990”, añade la periodista.
Luego de ser liberada la madrugada del martes, bajo una polémica ley de amnistía, Pineda ingresó la tarde del jueves a Costa Rica y, esta mañana, visitó la Casa Amarilla acompañada de su hermano Ervin y de su tío Alejandro Ubau.
Ahí se reunió por varios minutos con el canciller Manuel Ventura. A él agradeció el respaldo de Costa Rica a favor de su liberación, la denuncia que hace en foros internacionales en contra del régimen sandinista y por la acogida de miles de refugiados nicaragüenses expulsados por la crisis de Nicaragua.
Posteriormente, ante una batería de periodistas, la comunicadora narró los horrores vividos durante los últimos seis meses de su vida, incluidos los vejámenes sufridos en la cárcel.
Lo hizo con mucha tranquilidad, en tono a veces jovial, con una que otra sonrisa y sin ninguna muestra de rencor. Durante su intervención, tampoco demostró quebrantos, aunque reconoce que parte de las secuelas es la dificultad de conciliar el sueño.
También, explicó que su estabilidad emocional se debe a la espiritualidad cultivada en la cárcel, donde leyó unas diez veces la Biblia e hizo ayunos de oración.
Pineda recordó que antes del cierre del canal 100% Noticias, cuando ella también fue capturada junto con personal de la televisora, el régimen los había sometido a una serie de acosos policiales, incluidas amenazas de muerte.
Esa persecución la obligó a refugiarse en el canal durante los últimos 20 días que estuvo al aire.
Recuerda que en esos momentos, su madre le llamaba a diario para implorarle que abandonara Nicaragua. Sin embargo, ella no accedió para no desmoralizar a sus compañeros de trabajo, dado que algunos periodistas ya se habían exiliado.
Luego, ocurrió lo impensable. La noche del 21 de diciembre anterior, un contingente de policías cerró el canal y capturó a parte del personal. “Nunca pensé que llegaran a eso”, señala la periodista.
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‘A la Presidencia le molestó que siguiéramos informando’
“Dijeron: ‘las mujeres todas a su casa’. No había orden de captura para mí y nos llevaron a casa de Verónica (esposa de Miguel Mora, dueño del canal) y la dejaron en la entrada. Solo me dejaron a mí en El Chipote”, narra Pineda.
La comunicadora atribuye su secuestro, como ella le llama al periodo que estuvo encarcelada por informar sobre las protestas antigubernamentales del 2018, al audio de alerta que circuló por WhatsApp. A eso de las nueve de la noche de ese día, ella denunció en tono de desesperación, el ingreso de antimotines armados al inmueble.
“Yo supongo que fue precisamente por esa información de última hora. A alguien en la Presidencia le molestó que siguiéramos informando. Pensaron que si dejaban a la Lucía en libertad, esta va a seguir informando. El objetivo de ellos era callarnos", considera.
Desde esa noche y hasta el 30 de enero de 2019, Pineda pasó en la temida cárcel El Chipote. Posteriormente, fue trasladada a la cárcel de mujeres la Esperanza, desde donde fue liberada el martes.
Al narrar la tortura psicológica que recibió de parte de los carceleros, recuerda que en una ocasión, en la Esperanza, le quitaron los lentes y la sometieron una serie de interrogatorios hasta las once de la noche.
Comenta que sin lentes no podía ver y debió desplazarse dentro de la celda apoyando sus manos sobre las paredes. Ese día también pasó con dolores de cabeza y mareos. “Era una especie de burla el tenerte así y tratarte de humillar”, reprocha Pineda
En otra ocasión, pasó una semana con mareos y vómitos. Ella sospecha que, en esa oportunidad, la policía penitenciaria “le echó algo" a la comida.
“El objetivo de ellos, en mi caso, era hacer una tortura psicológica. Defecar en mi manos dos semanas fue muy difícil. Les decía que me cambiaran el baño que estaba dañado y no lo hacían”, expuso la comunicadora.
Pineda adelantó que estará por varias semanas en Costa Rica, disfrutando de la libertad con su familia. Añadió que aprovechará para reunirse con colegas nicaragüenses refugiados, seguirá con la denuncia en contra del régimen y alzará la voz para que Ortega les devuelva el canal.
Culminado este tiempo, pretende retornar a Nicaragua para seguir ejerciendo periodismo.
“Queremos que nos regresen el canal. Queremos trabajar en Nicaragua. Yo he estado toda mi vida en Nicaragua. A pesar de los riesgos, vale la pena seguir informando y el periodismo de Nicaragua ha sido valiente”, puntualizó.