San José
El humilde Palmares del primer cuarto del siglo pasado lo vio nacer y Costa Rica lo tuvo como su gobernante número 39. Hoy el país despide a Luis Alberto Monge Álvarez.
El 29 de noviembre, al filo de la medianoche, un paro cardiorrespiratorio detuvo para siempre el aliento del político sencillo, a quien, pese a no tener estudios universitarios formales, el país designó como su presidente. Más aún, lo escogió como el jinete encargado de sacar a la economía del fondo del barranco, durante su peor crisis del siglo XX.
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Monge llegó con las costumbres de la zona rural costarricense a la Casa Presidencial, el 8 de mayo de 1982. Arribó a la presidencia de la República en la segunda ocasión en que la persiguió. La primera fue en 1978, cuando lo derrotó el candidato de la Coalición Unidad, Rodrigo Carazo Odio.
Cuatro años después le tocó resolver la crisis económica que Carazo dejó pendiente al terminar su administración. Monge logró hacerle frente con éxito al complejo panorama, según aquellos que ahora analizan en frío el contexto y las acciones de política pública que echó a andar.
Si le faltaban títulos universitarios, pues nunca tuvo estudios superiores formales, la experiencia en asuntos públicos le sobraba a sus 57 años, edad que tenía al momento de asumir el poder en esas condiciones adversas. Desde los 19 años ingresó a la vida pública.
No solo era el crítico estado de las finanzas públicas lo que debía resolver sino en ese Gobierno. También le tocó enfrentar las tensiones con la Nicaragua posrevolucionaria y tratar de desmontar los mecanismos que Estados Unidos pretendía accionar, desde territorio nacional, para frenar al izquierdista Daniel Ortega y sus correligionarios.
Era un constante juego político en el que Monge se movía con cautela para no defraudar al presidente Ronald Reagan, con el objetivo de seguir percibiendo ayuda económica para sortear la crisis, y al mismo tiempo impedir que Estados Unidos concretara sus planes de invadir Nicaragua desde Costa Rica, poniendo en riesgo la paz.
El sobrino de Monge, el excandidato presidencial liberacionista Rolando Araya (2002), recordó que desde muy pequeño el expresidente demostró dotes de gran orador y de político con ideas claras, virtudes a las que echó mano durante su administración. Su primera aparición pública, cuenta Araya, fue durante una visita del expresidente León Cortés Castro a Palmares.
"No había en el pueblo quien pudiera hacer un discurso de bienvenida para León Cortés. El único era Luis Alberto. Lo hizo, pero en castigo la Municipalidad le quitó la beca de ¢30 mensuales que le daba para que estudiara en el Instituto de Alajuela. Desde ese momento su herramienta principal para defenderse en la vida fue su oratoria", recordó.
Araya dijo que las carencias económicas de la infancia y juventud labraron la personalidad humilde, sencilla, servicial y humanista que caracterizaron siempre a Monge, incluso durante su mandato entre 1982 y 1986.
Durante el periodo constitucional 1958-1962, esas circunstancias influyeron para que fuera uno de los principales impulsores de la Ley del Aguinaldo, para que el décimo tercer salario se pagara también en la empresa privada.
Los colores de su personalidad atrajeron al padre Bejamín Núñez, quien lo reclutó para que fuera parte del colectivo sindical Rerum Novarum, que llegó a presidir cuando apenas tenía 19 años de edad, comentó su sobrino.
Después de esa época se integró al Partido Acción Demócrata de José Figueres Ferrer y al Centro de Estudios para los Problemas Nacionales cuando tenía 23 años. En ese momento su vida, como la de todos los costarricenses detuvo su curso normal para entrar en estado de Guerra Civil.
Monge peleó al lado de Figueres Ferrer y lo apoyó en sus intenciones de garantizar la pureza del voto. Una vez que la revolución tomó el poder, el palmareño siguió forjándose hasta alcanzar su temple político.
La cúspide de ese proceso fue su elección como diputado de la Asamblea Constituyente que entre enero y noviembre de 1949 dio forma a la Carta Magna que aún rige al país.
"Ni más ni menos que Rodrigo Facio fue el que designó a aquel chiquillo de 23 años autodidacta que era Luis Alberto como el orador encargado de defender el capítulo de Garantías Sociales en la Constitución Política. Eso lo marcó para siempre", estimó Araya.
El excandidato dijo que el roce de Monge con figuras históricas de Liberación Nacional como Facio, Benjamín Núñez, Daniel Oduber, José Figueres y Francisco Orlich, le dieron la fortaleza para enfrentar la crisis económica y política de principios de los años 80.
El 12 de octubre de 1951, Monge firmó el acta constitutiva del Partido Liberación Nacional (PLN), fuerza de la que fue su secretario general en 1969 y el presidente de su Comité Ejecutivo en 1973.
"En el contexto de su clamor de campaña de 1981 'Volvamos a la tierra' ya en el poder produjo un fenómeno político que inyectó en el aspecto económico una motivación muy grande que, al final, fue más importante que las políticas públicas mismas para encaminar de nuevo a la economía. Ya en 1984 se había acabado la crisis", destacó.
Tanto Araya, como Armando Vargas, quien se desempeñó como ministro de Comunicación en el Gobierno 1982-86, coincidieron en que Monge, además tuvo el tino adecuado para nombrar un equipo económico que complementó su visión social y solidaria con el conocimiento técnico necesario para reactivar la economía.
En ese equipo figuraron economistas como Carlos Manuel Castillo, Juan Manuel Villasuso y Eduardo Lizano.
El otro pilar de la paz. Aunque la ayuda económica de Estados Unidos pesó en la recuperación económica del país, Araya consideró injusta la afirmación de que fue gracias a esa nación que el Gobierno de Monge logró sacar el país a flote.
"Cuando al país empezó a entrar $1 millón diario, en 1984, la economía ya se había recuperado", recalcó Araya.
Por otra parte, Armando Vargas agregó que a pesar de que Monge hizo su primer viaje a Washington un mes después de asumir el poder, en 1982, para solicitar ayuda a la administración del presidente Ronald Regan, así como a los organismos financieros internacionales, siempre tuvo un conflicto pues no se sentía bien de recibir ayuda estadounidense mientras, con la otra mano, le pedía a la Secretaría de Estado y al Pentágono que "dejaran de poner en riesgo la paz de Costa Rica".
Araya y Vargas narran que siempre hubo tensión en las reuniones entre los jerarcas de la Administración Monge y las autoridades estadounidenses que, según ambos, pretendían provocar que Nicaragua atacara Costa Rica para tener argumentos para realizar una invasión a ese país desde territorio nacional, con el objetivo de desarticular al gobierno de Daniel Ortega.
Fue entonces cuando el presidente Luis Alberto Monge propuso la idea de proclamar la neutralidad perpetua, activa y no armada de Costa Rica frente a los conflictos bélicos, principalmente los que en ese momento destruían Centroamérica.
"Un español radicado en Costa Rica, José Ernesto Mourelos, le habló a Luis Alberto sobre la neutralidad. A él le pareció destacable la idea y la retomó y la presentó al Consejo de Gobierno. Armando Aráuz (vicepresidente de la República) y Fernando Volio se opusieron, mientras que lo apoyó Armando Vargas", recordó Araya.
El 17 de noviembre de 1983, Monge lanzó su Proclama de Neutralidad Perpetua, Activa y no Armada de Costa Rica, siendo que el país la acogió sin peros, esto, según Vargas, porque la opinión pública la consideró como un blindaje para la paz en momentos de cruentas guerras civiles en toda la región.
"La Sala Constitucional y la propia Asamblea Legislativa, que declaró Ley de la República en el 2014 la proclama, reconocieron que esta es, junto con la abolición del Ejército como institución permanente, el otro pilar de la duradera paz costarricense. Vale decir que lo que al comienzo fue motivo de divergencias y de críticas, poco a poco se fue imponiendo y recibió un gran reconocimiento internacional", celebró el exministro de Comunicación.
Suave, pero firme. Armando Vargas definió el estilo de mando del presidente Monge como "reflexivo, maduro, suave en la forma, pero fuerte en el fondo".
Rolando Araya sumó a esas características el apego a los valores tradicionales costarricenses, todo bajo un paraguas hilado con la claridad de la visión de Estado que le atribuyó a Monge.
El mejor ejemplo que encontró Vargas para definir ese estilo fue la decisión del presidente de exigirles a los bancos públicos que facilitaran financiamiento a las cooperativas de productores de café durante su administración.
"Suavecito, sin levantar la voz, sin que trascendiera esto a los medios de comunicación, les dijo a los presidentes de las juntas directivas y a los gerentes de los bancos que esperaba que ellos lo ayudaran, porque si alguno no estaba de acuerdo, entonces que le hicieran el favor y le presentaran la renuncia para que el próximo miércoles el Consejo de Gobierno nombrara quien los reemplazara. Todo eso sin levantar la voz. Y de ahí salieron los gerentes de los bancos a rogarle a los gerentes de las cooperativas productoras de café que, por favor, llegaran a recoger el financiamiento que tanto estaban deseando", narró el exministro.
Fuera del PLN. A su salida del Gobierno, continuó Rolando Araya, Monge se distanció del Partido Liberación Nacional por estar en contra de los postulados de Óscar Arias, quien lo sucedió en el poder para el periodo 86-90.
Desde entonces, explicó, Monge se dedicó a fortalecer sus relaciones con comités social demócratas internacionales, así como con organizaciones de trabajadores.
Mucho después, en el 2002, el expresidente volvió a hablarle la liberacionismo para que apoyara con su voto en las elecciones de ese año a Rolando Araya. Sin embargo, quizás por el enfriamiento que provoca la lejanía, las bases del partido que fundó no le respondieron.
Tampoco lo hicieron en el 2007, cuando les pidió unirse al movimiento del "No" al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, que terminó por aprobarse en un referéndum en el que Monge tuvo un discreto protagonismo nuevamente.
En aquel momento, afirmó que ese TLC, hoy vigente, era una "camisa de fuerza ideológica" y que "iba a acabar con la obra del Partido Liberación Nacional".
Siete años después, en el 2014, Monge volvió a hacer un llamado a los liberacionistas, esa vez para que respaldaran a su sobrino Johnny Araya para que llegara "al rescate de la social democracia" desde la Presidencia de la República, pero los verdiblancos tampoco lo escucharon.
Entonces, decidió refugiarse en su eterna "Villa Mongalva", en Pozos de Santa Ana.Desde allí optó por comunicarse a través de epístolas.
Las dirigió a las cabezas del PLN, a las Asamblea Nacional de ese partido, a Casa Presidencial y firmó dos dirigidas por expresidentes latinoamericanos a la Organización de Estados Americanos (OEA) para pedirle que interviniera para reestablecer la democracia en Venezuela y en la Nicaragua que tanto dolores de cabeza le causó durante su administración, hoy, como entonces, presidida por Daniel Ortega.
Mientras el político se apagaba, un Luis Alberto Monge que Rolando Araya definió como familiar y amigo, sencillo, sabio e intelectual, se mantuvo vivo hasta sus horas finales.
¿Se fue sin manchas el político Luis Alberto Monge? Araya dijo que sí.
"Si usted me lo pregunta por la corrupción (al finalizar su mandanto recibió cuestionamientos de ese tipo) le puedo decir que sí. Él no acumuló riquezas, todo lo contrario. Siempre vivió de una forma muy austera", zanjó.