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El presidente Luis Guillermo Solís esperaba dejar terminados dos pasos a desnivel en la entrada a Cartago –en las intersecciones a La Lima y a Taras–; además, pensaba que dejaría avanzada la ampliación de la ruta San José-Ramón cuando terminara su gobierno este martes 8 de mayo.
Sin embargo, ninguna de esas aspiraciones se cumplió. Según dice, al hacer una evaluación de su periodo, le genera frustración el lento avance en todo lo relacionado con obra pública.
Afirma que el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) tiene una rectoría demasiado débil y que no fue posible alcanzar un acuerdo político para reformarlo.
Advierte, además, de que hay malas prácticas en la administración de contratos y que muchas constructoras han hecho por decenios lo que les da la gana en los proyectos.
Solís dice, en esta entrevista que concedió a La Nación el jueves, que no se imagina al Consejo Nacional de Concesiones (CNC) licitando contratos de $1.500 millones o $2.000 millones, como el aeropuerto de Orotina. En su criterio, esa oficina hoy no está calificada para hacerlo.
-En el plano de lo que usted quiso hacer y no se pudo, ¿cuáles fueron los hechos que más le pudieron haber causado frustración?
Más que frustración..., tal vez frustración es una buena palabra, yo creo que todo lo que tiene que ver con obra pública, demasiado lento, demasiado débil la rectoría del MOPT. Intentamos eliminar los consejos técnicos de todo tipo, pero no se podía hacer sin una ley.
"La ley, a pesar de que la presentamos a la Asamblea Legislativa, nunca fue aceptada. No hubo consenso en ello, ni la Defensoría de los Habitantes, ni la Contraloría, ni la Casa Presidencial nos pudimos poner de acuerdo respecto de aquella propuesta; una muy mala práctica, muy malas prácticas en la negociación de los contratos de obra pública.
Un Consejo Nacional de Concesiones (CNC) que, a mi juicio, es muy deficiente, no porque las personas que estén ahí sean deshonestas, sino simplemente porque ese es un tema altamente especializado, es una materia en donde se necesita gente que sepa de eso. La concesión de obra pública es muy compleja".
-¿Eso es por la experiencia con el megapuerto de Moín, en Limón?
No solamente con eso, hemos tratado, por ejemplo, de empujar más fuertemente el canal seco y, ahí, las posibilidades de generar condiciones de competitividad no existen, porque las leyes de concesión son muy insuficientes también.
"Lo del megapuerto también, pero yo no me imagino, por ejemplo, al CNC sacando a licitación el aeropuerto metropolitano en Orotina, de Alajuela, no de Puntarenas, como lo dije en mi discurso del estado de la nación, vuelvo a pedir disculpas por ello, pero no tendría la capacidad para ello. Estamos hablando de inversiones de $1.500 millones, $2.000 millones para una primera etapa".
-Nos iba a decir otro tema...
Sí, por ejemplo, a mí me parece que todo lo que tiene que ver con la producción. A mí me gustaría que pudiéramos fortalecer y enraizar nuevamente el tema de los mercados locales. Queda mucho avanzado, con los mercados regionales Chorotega y Brunca y, eventualmente, el que vamos a tener en el Caribe, pero eso pasa por una reestructuración completa del CNP que no pudimos terminar y que a mí me hubiera gustado se hubiese convertido en el instrumento articulador, por medio de la agregaduría de valor a esa nueva economía agroproductiva que me parece tiene muchísimo que darle al país.
-Y, en el caso del Conavi, donde también se hace obra pública, sin querer tirar sombras infundadas, ¿hay mucho control, ya sea por la vía legal o por cualquier otra vía, de parte de los contratistas sobre la administración?
Puede haberlo, yo no me atrevería a decirlo...
-Esto de que empieza un contrato que vale $100 millones y termina costando $200 millones...
$400 millones... No, eso sí, yo me refería a eso como malas prácticas. Yo creo que sí, por eso es que yo creo en un ministerio rector mucho más fuerte. Yo estoy encantado con don Rodolfo Méndez, como nuevo ministro de Transportes, porque creo que él entiende muy bien eso. Y así como no debemos tener un Ministerio de Transportes atrofiado y grandísimo, sin capacidad ni nada, sino que una cosa más estratégica, más pequeña, con más fuerza y tal, tampoco podemos tener a las compañías constructoras haciendo lo que les da la gana con los contratos o administrando contratos de mantenimiento, como lo han hecho muchas de ellas en los últimos decenios.
-Hablando de grupos de presión, ¿qué pasó con la modernización de sistema público de autobuses?
Está la etapa primera concluida y hay una planificación que queda en marcha. Resolverá el ministro de Transportes si eso debe avanzar, me da la impresión que la nueva rectora de esa área, que es la primera dama, doña Claudia Dobles, tiene mucho interés en que ese proceso no se detenga.
-¿Es parte de los proyectos de los que se habló en campaña que usted hubiese querido avanzar más?
Sí, pero es uno de los proyectos de los que sabíamos desde el principio que tenía unos niveles de complejidad tan grandes que problamente no se iban a terminar. Es que hay otros que pensábamos que se iban a terminar como los intercambios de La Lima y Taras, pensábamos que podíamos tener un mayor avance, la ruta San José-San Ramón yo pensé que podíamos tener un mayor avance, pero en el caso de la interconexión vial, en el caso de a troncalización, el pago electrónico, ahí había que empezar por poner en la misma sintonía a grupos que habían sido muy antagónicos, cosa que logró la viceministra Liza Castillo, después de un gran esfuerzo que tomó mucho tiempo.
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