El vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia y expresidente de la Sala III (penal), José Manuel Arroyo, cree necesario abrir el debate sobre la penalización de delitos de “poca monta” relacionados con el narcotráfico.
En entrevista con La Nación , Arroyo habló sobre la prohibición contra las drogas y su efecto en la sociedad, la falta de claridad sobre políticas públicas y el ataque a las redes criminales.
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Señaló que la penalización del narcomenudeo implica un despliegue de recursos que, más bien, se podrían enfocar en golpes más contundentes a las mafias. A continuación, parte de la conversación con ese diario. El que sigue, es un extracto de esa conversación, en la que se cuestionó el éxito de la política criminal.
¿Usted se ha planteado si tiene sentido penalizar el narcomenudeo y el narcotráfico?
En esa materia hay que caminar con mucha prudencia.
Hay un alto porcentaje de personas encerradas por esto.
Sí, claro, un alto porcentaje es por narcomenudeo.
¿Tiene sentido?
No creo que tenga mucho sentido, pero esta es una discusión que la sociedad tiene que dar. Tiene que haber mucho acuerdo para dar los pasos y ver qué es lo que hace falta y qué no. La política antidrogas en este país es relativamente exitosa.
Ahora, le pregunto ¿es exitosa la política de información sobre el efecto de las drogas y la política de desintoxicación?
No, para nada. Vea, en este país, en el momento en que decidimos que la amenaza del narcotráfico es enorme, y empezamos a invertir en serio en Policía, en equipamientos, estrategias, control fronterizo y aéreo, en todo eso se ha invertido millones de millones con ayuda externa; en ese momento, prácticamente se cierra el IAFA (Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia).
”O sea, en el momento en que este país decide combatir en serio la amenaza del narcotráfico y el crimen organizado, en ese mismo momento no tenemos cómo atender a la población que ha caído en la drogadicción”.
¿Cuál es el fundamento para decidir, por ejemplo, que es delito vender marihuana y que no es delito vender alcohol?
Eso se llama política pública. A mis estudiantes yo siempre les cuento: si ustedes se van a los archivos de La Nación, o Diario de Costa Rica de los años 50, la gran amenaza era el guaro de contrabando. Y toda la cultura jurídica y social giraba alrededor de eso. Se crea una policía especial y a San Lucas van a dar los productores de guaro de contrabando.
”Lo que quiero decir es que estas son definiciones políticas. Usted dice: ‘esto es lo que hay que perseguir y por estas razones’. La pregunta es ¿50 años después se ha dejado de producir guaro de contrabando? No. Por supuesto que no”. . Es más, se sigue produciendo, en iguales o peores condiciones.
Pero si usted vende guaro legal, ¿quién es la víctima?
Pues también hay víctima.
Pero no se penaliza.
No se penaliza, es una decisión política. Esto está bien, esto no está bien, tan arbitrario como eso.
¿Es hora de replantearlo?
Por su puesto que sí.
Nunca he visto a la Corte pronunciarse sobre eso.
No, qué va. El asunto es interesante. Hay experiencias aleccionadoras. En los años 20, en EE. UU., empezaron unas voces a decir que el alcohol era la plaga apocalíptica que tiene a la sociedad en jaque y hubo un movimiento de senadores y congresistas diciendo: ‘Sí, hay que prohibir el alcohol’. Y surgieron todas las organizaciones mafiosas y se agravó el problema. Es lo que pasa con la marihuana.
¿La prohibición (a la marihuana) más bien la valoraliza?
Al prohibirla se le convierte en una tentación y, además, la convierte en un negocio lucrativo de unos cuantos.
¿Y usted en lo personal (se ha pronunciado)?
Tampoco, eso es como predicar en el desierto.
Pero nunca como ahora ha sido más propicio.
No creo. Ya en instancias formales se ha visto, pero más temprano que tarde esta sociedad tendrá que discutir estas cosas.
¿A qué se debe que no se abra el debate todavía?
Hay muchos intereses. Nils Christie, quien murió recientemente, tiene un libro muy interesante que se llama "El nuevo ghost”. Christie es un autor noruego y, en el libro, analiza toda la industria que se desarrolla. Se le llama industria del delito, o el nuevo , empezando por los dispositivos electrónicos, las alarmas, las cadenas de alimentación que le venden a las cárceles. En el libro, él analiza todo el negocio que se desarrolla alrededor de toda la industria del delito.
Sin embargo, es un debate pertinente.
Efectivamente, este es uno de varios debates pendientes en política criminal. Lo que pasa es que tiene que hacerse a partir de estudios como el que ha hecho el ACEID y el ACCED, y este señor Ernesto Cortés. El debate no puede hacerse sobre temores o presunciones, o agitar fantasmas.
“El debate sobre la política criminal en drogas tiene que hacerse sobre estudios sociológicos, criminológicos y científicos para que nosotros, sea que mantengamos las políticas actuales o haya un cambio, actuemos sobre bases científicas.
“Lo que pasa es que el tema de drogas es muy delicado y hay mucho prejuicio alrededor. El estudio (de ACEID y ACCED) señala varias cosas preocupantes”.
¿Como cuáles?
En primer lugar, se está penalizando fundamentalmente el narcomenudeo, las pequeñas cantidades de droga, sobre todo de cannabis y crack y las formas típicas del narcomenudeo están llenando la cárceles, que cuentan con escasos y limitados recursos, mientras que los contrabandistas y mafiosos están haciendo su trabajo bastante cómodamente.
”Aunque, obviamente, se les llega de vez en cuando a grandes decomisos o redes en cúpulas, pero lo cierto es que el enorme contingente es de narcomenudeo”.
A criterio suyo ¿cuál debería ser la ruta?
La primera cuestión a dilucidar es si el país va a seguir con esta estrategia o si pudiéramos tener un cambio razonable, para atender lo más grave y poder dar alguna alternativa al pequeño tráfico.
Hay personas que señalan que no se debe desatender el narcomenudeo en barrios.
Yo no ignoro que las comunidades están preocupadas por el narcomenudeo. No se trata de dejar de aprehender eso, pero se trata de trazar una estrategia donde los escasos recursos nos permitan abordar el problema de forma integral. Ustedes comprenderán que, si se desarticulan importantes redes de gran tráfico interno, eso va a terminar incidiendo en el narcomenudeo.
Usted habla de apuntar a las grandes redes, a las cúpulas...
Internacionales e internas, que están causando más daño, y que es lo que finalmente revierte en las menudencias que están causando tanto daño. La política criminal se debe replantear.
”Debe ser un debate serio y científico, sobre datos que nos digan lo que está pasando.
”Vea usted que este estudio de ACEID y ACCED nos dice que, del total de personas en contacto con el en sistema penitenciario, el 20% o más son gente presa por drogas y la inmensa cantidad de estas personas presas son por narcomenudeo.
”Eso hay que replantearlo. Hay que ver cómo se direccionan los recursos en un Estado pobre como el nuestro.
”Otras cuestiones como la penalización o no penalización es un asunto que este país debe discutir. Pero hay, como se sabe universalmente, un importante movimiento que pretende acabar con el negocio ilícito de drogas, es decir, en la medida que hay más prohibición, pues más mafia y más negocio para unos pocos es lo que vamos a tener”.
Al quitarle el componente de la ilegalidad, el negocio perdería atractivo para las mafias, es lo que señala usted.
Por lo menos para cierto tipo de drogas como la marihuana, que en nuestro medio cultural es muy popular, digamos. Es la base del consumo junto con el crack y la cocaína.