Buscar un puesto de trabajo, en especial uno con salario digno, seguridad social y garantías laborales, es una cuesta empinada para personas con ciertas características en Costa Rica. De acuerdo con el más reciente informe del Programa Estado de la Nación, la recuperación del empleo ha sido desigual después del impacto de la pandemia, además de lenta y volátil.
La investigación encontró que las mujeres tienen bajas probabilidades de obtener una vacante en el mercado laboral. Sus posibilidades son de un alarmante 37%, frente al 63% que tienen los hombres.
Ellas actualmente representan a seis de cada 10 personas sin trabajo en el país.
Según el estudio, el mercado de trabajo está cerrando las puertas a personas no calificadas que, como máximo logro académico, llegaron a concluir la secundaria. Sin embargo, a la vez, relega a las mujeres y a las personas más jóvenes.
Según la investigación, la probabilidad de que una persona no calificada obtenga trabajo es de un 47%, frente al 60% de una persona profesional.
Al aplicar el filtro por edad, los desfavorecidos son las personas jóvenes, de 15 a 35 años. Ellos tienen un 47% de probabilidades de encontrar un trabajo, frente al 64% de las personas adultas de 36 años o más.
Mujeres, jóvenes y no calificadas
La investigadora Natalia Morales, del Programa Estado de la Nación, aseguró que las oportunidades laborales se cierran aún más para las personas que cumplen esas tres características, es decir, para las mujeres, que son jóvenes y no calificadas.
“A una persona joven no calificada le cuesta muchísimo más. Entonces, si sos joven y no completaste la secundaria, ya se te pone cuesta arriba. Pero, además, si sos mujer joven no calificada, todavía te va a costar más”, explicó Morales.
Esta realidad coloca al país en una situación muy compleja de cara a la generación de empleo, pues, según el estudio, la fuerza de trabajo costarricense “se caracteriza por tener una mayoría de personas no calificadas”. Siete de cada 10 personas tienen secundaria completa o menos.
“A esta población cada vez le cuesta más conseguir un empleo. Ello se evidencia en el alto porcentaje de 80% que representan entre la población desempleada”, señala el informe.
La investigación logró determinar que, dentro de esta población, el hecho de tener un año más de escolaridad aumenta la probabilidad de conseguir empleo en poco más de dos puntos porcentuales.
Estas mediciones únicamente contemplan las probabilidades de que una persona pueda emplearse según sus características demográficas. No distinguen, por ejemplo, la calidad del empleo que puedan encontrar, si ese puesto de trabajo va a ofrecer un salario digno, aseguramiento social o garantías laborales.
Recuperación del empleo pospandemia
Proceso ha sido lento, volátil y desigual
FUENTE: Informe del Estado de la Nación || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Las consecuencias para el país
Dejar relegadas a estas poblaciones, producto de la falta de oportunidades de trabajo, representa serias implicaciones para el país en diferentes ámbitos.
Menor poder adquisitivo
Se traduce en un menor poder adquisitivo de los hogares que merma el consumo y la recaudación de impuestos producto de la venta de bienes y servicios. Todo ello ralentiza el crecimiento económico en el país.
Presión a programas sociales
Estas personas podrían demandar ayuda estatal para subsistir, presionando aún más los programas sociales, asediados por el aumento de la pobreza y la alta inflación, dijo Morales.
Golpe a seguro social y pensiones
El acceso a la seguridad social, la cotización para una futura pensión y el financiamiento de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), son otras de las repercusiones cuyos efectos podrían empezar a notarse en el mediano o largo plazo.
Inseguridad ciudadana
Otros problemas como la inseguridad ciudadana y el reclutamiento de jóvenes para actividades ilícitas, como el narcotráfico, son posibles repercusiones de las altas tasas de desempleo y las pocas oportunidades de trabajo.
“Tiene efectos por todo lado. Si pensamos que la mayoría de los ingresos de las personas vienen por el trabajo, el trabajo se vuelve clave y los efectos que nos genera como sociedad están relacionados con la parte económica y social”, aseguró Morales.
¿Qué se puede hacer?
El Estado de la Nación urge crear fuentes de empleo y capacitación para las personas no calificadas, que representan el grueso de la población costarricense, así como no repetir los errores del pasado en la formación del nuevo capital humano costarricense, como el desfinanciamiento de la educación.
“Estamos normalizando resultados muy desfavorables, porque se ha vuelto normal decir que el perfil del desempleo es ese, pero no hacemos una política pública para atender a las personas no calificadas”, advirtió la investigadora.
Agregó que muchas de esas personas van a ser no calificadas toda su vida, pero hay jóvenes que se podrían rescatar con programas del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y capacitaciones.
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Y viene la robotización
De acuerdo con el Estado de la Nación, este segmento rezagado también es el que más secuelas afrontará producto de la robotización de los procesos industriales y quedará aún más relegado en el mercado laboral del futuro.
“¿Por qué nos ha costado tanto? Es que es un grupo que cada vez se consolida más, gente no calificada, a veces fuera del Valle Central y con pocas herramientas que el mercado demanda, como inglés o computación. Es un sector muy excluido”, expuso la investigadora.
En su criterio, en un contexto donde hay cada vez más especialización y desaparecerán trabajos de calificación media, el país tiene que estar preparado para saber cómo vamos a atender esto. “Esto no es nuevo, pero en épocas de crisis vuelve a profundizar más y no se están generando políticas para ayudarlos”, concluyó Morales.
El Estado de la Nación recordó que, desde antes de la pandemia, estas poblaciones venían afrontando grandes dificultades para emplearse. No obstante, el informe advirtió que esta última crisis está profundizando las brechas.
La investigadora Natalia Morales aseguró que “estamos comparando esa recuperación (pospandemia) con un nivel que ya de por sí era desfavorable, un desempleo de 12% con más del 45% del empleo informal”.