Luis Guillermo Solís enfrentará la segunda ronda electoral con mucha más holgura económica que Johnny Araya.
Mientras que al Partido Acción Ciudadana (PAC) le sobra el dinero de la deuda política, el Partido Liberación Nacional (PLN) tendrá que recurrir a donaciones para ajustar su presupuesto.
Ese es el panorama económico de los finalistas de la campaña, según una estimación de este medio sobre cómo se repartiría el aporte estatal a los partidos políticos. La reserva de Acción Ciudadana sería cinco veces la de Liberación.
Tanto el PAC como el PLN podrían cobrar más de ¢5.200 millones al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) por la cantidad de votos obtenida el 2 de febrero.
La diferencia está en que, para la primera ronda, el partido de Solís gastó ¢1.500 millones, mientras que el de Araya, ¢4.500 millones.
Para la segunda vuelta, el PAC podría gastar alrededor de ¢3.000 millones, con la seguridad de que el TSE se los puede reembolsar. En Liberación, la deuda política cubriría unos ¢700 millones más.
Para hacer estos cálculos, se proyectó el total de votos válidos para presidente y para diputados según la tendencia registrada en el 89% de las mesas. Luego, se aplicó la fórmula de reparto de deuda política del Código Electoral.
No hay mal que... Leda Zamora, tesorera del PAC, recordó que en campaña no tuvieron acceso al dinero que querían por la posición en las encuestas. Del Banco Lafise, recibieron ¢1.500 millones.
No obstante, ahora el resultado electoral permite al Partido disponer de un gran colchón de deuda política. “Dado que los resultados fueron muy favorables, tenemos un margen muy alto. El PAC llega a esta segunda etapa con holgura”, dijo Zamora.
El Partido evalúa emitir nuevos bonos de deuda política, cuyo pago ya estaría garantizado. Sin embargo, Zamora es clara: “Este partido ha predicado la austeridad y no pretenderíamos gastarnos esa fortuna, pretendemos hacer una campaña efectiva con menos recursos”.
Pauta menos bulliciosa. El jefe de campaña del PLN, Antonio Álvarez Desanti, estimó que dispondrán de ¢1.000 millones para la segunda ronda, de los cuales podrían cobrar unos ¢700 millones al TSE.
Según el diputado electo, ese presupuesto lo alimentarán con una reserva del fideicomiso del Banco Lafise y con donaciones privadas. “Nosotros no gastamos todos los recursos porque era previsible, aunque no deseable, una segunda ronda”, mencionó.
La ventaja, añadió, es que ahora no deben asumir costos que ya cubrieron, como censos y equipo de cómputo, además de que la publicidad será mesurada: “La campaña, en términos publicitarios, será menos bulliciosa que la primera ronda. Hay que competir en calidad”.
El Frente Amplio tendría derecho a casi ¢2.900 millones y gastó ¢900 millones, según su secretario general, Rodolfo Ulloa.
Mientras, la Unidad obtendría ¢1.500 millones y gastó ¢1.200 millones. Cubriría en un 100% sus bonos, dijo el jefe de campaña, Gerardo Rudín. El Movimiento Libertario gastó más de ¢2.500 millones y recibiría ¢1.800 millones. La situación es precaria, dijo el tesorero Carlos Herrera.