Juan Bautista Robles abre la galería fotográfica de su teléfono celular y muestra una imagen con Mariano Figueres; luego, otra con Luis Guillermo Solís, y, finalmente, la que acaba de tomarse con el expresidente José María Figueres.
“Tengo el corazón partido”, confiesa Robles, con camisa y sombrero del Partido Acción Ciudadana (PAC) y trabajador de la finca La Lucha, bastión del figuerismo y de Liberación Nacional (PLN).
En las tres escuelas ubicadas en la cercanía de esta finca, en San Cristóbal de Desamparados, la situación fue la misma ayer: a las tres pasó el expresidente Figueres a repartir abrazos, pero todas estaban llenas de amarillo y rojo del PAC.
Hubiera sido imposible, para alguien que no conoce la historia política de la zona, adivinar que hace 66 años se forjaron aquí las bases del PLN a punta de balas.
No había signos externos, ni pancartas de “Johnny Araya Presidente”, ni carros verdiblancos jalando votos, ni “pericos” cantándole a Pepe Figueres.
De hecho, en el kilómetro y medio que hay entre la carretera principal de San Cristóbal y la fábrica de La Lucha, solo había una pequeña bandera verde y blanca, pero casi todas las casas estaban llenas de símbolos del PAC.
Allí no quedan liberacionistas, aunque hay figueristas. No hay que buscarlos, pero cuesta identificarlos porque casi todos tienen camisas rojiamarillas del PAC.
Según los habitantes de la zona, hay una causa doble: mitad es virtud de Mariano Figueres, hijo del caudillo del 48 y cabeza actual de La Lucha, y mitad es descontento con el liberacionismo.
“Somos muy figueristas, pero lo que es ahora Liberación Nacional, no representa lo que nos dejó don Pepe”, dice Marieth Segura, de 40 años, quien es fiscala para el PAC en la Escuela Cecilia Orlich Figueres, en el corazón de la finca.
En ese centro la encontró José María Figueres cuando pasó a saludar previo a ejercer su voto, antes de las 8 a. m. ¿Votaría por él? “Si muestra el cambio que Costa Rica quiere, por supuesto. Pero tiene que mostrarlo”, replica.
Los Figueres. El exmandatario votó en la Escuela San Cristóbal Sur, a dos kilómetros de la entrada de la finca. Llegó escoltado por una caravana de nueve carros embanderados de verde y blanco.
Una vez allí, abrazó a los pocos de verde que lo esperaban y a casi todo el grupo de fiscales y voluntarios del PAC, entre ellos a Robles, quien aseguró que votaría sin dudarlo por él. “Esta zona sin los Figueres estaría muerta”, aseguró.
Junto a Robles estaba Luis Paulino Fernández, fiscal suplente del PLN, quien llegó temprano a representar a su partido. Eso sí, votó por Luis Guillermo Solís.
“He sido dirigente toda la campaña, pero ahora no hay palabras para pedirle a la gente que venga a dar el voto”, asegura Fernández, quien fue síndico por el PLN entre 1994 y 1998 y atesora una carta de agradecimiento que le envió José María Figueres tras la campaña en que quedó electo.
Pese al ímpetu del expresidente, el PLN no despertó en la zona. En la Escuela Entrada La Lucha no llegaron los dos delegados de mesa verdiblancos y el fiscal de escuela se retiró a media mañana. Ni esa ni las otras dos en la cercanía, tenía toldos del Partido. Solo PAC.
Eso sí, para los Figueres hay cariño. “Para nosotros él no es el PLN, es José María, el que conocemos de toda la vida”. asegura Isaura Segura, chofer para el PAC.
Pero todos saben que Figueres no hay solo uno y en política son al menos dos: José María con el PLN y Mariano que, desde Alianza Patriótica, apoya al PAC y es considerado por Luis Guillermo Solís más que un amigo, “un hermano”. Su voto, por ello, fue rojiamarillo.