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Costa Rica asumió en el Acuerdo de París el compromiso de reducir “sustancialmente” las emisiones de gases que contribuyen al calentamiento global de la atmósfera. A la fecha incumple.
¿Por qué importa el aporte al calentamiento global de un pequeño país? Por ser de los más expuestos a los efectos del cambio climático por su posición en el planeta. Además, fue la costarricense Christiana Figueres Olsen quien lideró las negociaciones que condujeron al Acuerdo de París, considerado como un logro histórico.
El Acuerdo de París. Para resolver la crisis climática, se creó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático para organizar y conducir esfuerzos de los países. Su órgano principal es la Conferencia de las Partes (COP, Conference of Parties, en inglés). En la COP21 de París, en diciembre del 2015, se adoptó el Acuerdo de París: un hito histórico porque se fijó un marco global y objetivos legalmente vinculantes para las naciones que firmaron.
El compromiso internacional. El Acuerdo, suscrito por el Estado, exige a los firmantes reducciones sustanciales de gases de efecto invernadero. Según el documento, es necesario reducir las emisiones en un 7,6% anual entre 2020 y 2030 para limitar el calentamiento a +1,5 °C.
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¿Cómo se calienta la Tierra? Sobre todo por la emisión de gases liberados de actividades humanas. El principal es el dióxido de carbono (CO2), el cual absorbe gran parte de la radiación solar que recibe el planeta, reteniéndola cerca de la superficie. Esto produce un calentamiento progresivo de la atmósfera. Menos CO2 en el aire, revertiría esto.
Promesa tica. Como parte del Acuerdo, Costa Rica presentó en 2020 objetivos bajo las llamadas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC por sus siglas en inglés). Se prometió un máximo de emisiones netas en el 2030 de 9.110 millones de toneladas CO2 y un máximo de emisiones netas del 2021 al 2030 de 106,53 millones de toneladas: un promedio anual de menos de 12.000 toneladas en nueve años.
¿Cómo vamos al 2022? Fatal. Nada de esto ha pasado y afecta la imagen internacional que tiene el país de campeón de la diversidad y promotor del ambiente. Solo en el 2017, Costa Rica lanzó 14.477 millones de toneladas CO2, de las cuales 55% las aportó el consumo de energía cuya fuente principal es el petróleo.
¿Por qué vamos así? Por una mezcla de ausencia de datos frescos sobre nuestras emisiones (última estimación es del 2017 y el informe correspondiente salió a finales de 2021) y porque sigue creciendo la dependencia de derivados de petróleo que aportan la mayor liberación de CO2 y otros gases.
He aquí nuestra dependencia del petróleo: El país pasó de devorar 18,9 millones de barriles de hidrocarburos en el 2015 a 22 millones al 2019 (83% más). El consumo cayó a 17,2 millones en el 2020 por el impacto de la pandemia en la economía, pero luego se disparó a casi 21 millones el año pasado. El petróleo aportaba 65% de nuestra energía en el 2019, pero en el año 2000 era 62%.
Y he aquí el punto de vista del Gobierno sobre este tema: “Seamos honestos, hay un incumplimiento, pero el problema es que estamos incumpliendo promesas porque prometimos más de lo que podíamos sin disponer de un marco de acción”, reconoció Franz Tattenbach Capra, ministro de Ambiente y Energía (Minae).
¿Y qué se puede hacer? Según Tattenbach, esta administración se propone electrificar procesos en sectores de la economía dependientes de los hidrocarburos como fuente de energía, tales como industria y calderas (fabricación de cemento, vidrio y cal). Costa Rica sí posee abundante potencial para sustituir el petróleo con electricidad a base de fuentes limpias. “Tenemos todo para entrarle a esa transición y lo vamos a hacer”, recalcó el ministro.
