Para Rodrigo Cubero, presidente del Banco Central (BCCR), el país urge un acuerdo político realista sobre cómo solucionar el desequilibrio en las finanzas públicas y promover el crecimiento económico.
Si los actores políticos no llegan a un acuerdo coherente con esas metas, ni siquiera el Fondo Monetario Internacional (FMI) accederá a lanzarle un salvavidas a Costa Rica.
La ausencia de un acuerdo político, explica Cubero, sometería al país al riesgo de caer en un impago de la deuda pública, “que sería lo último que quisiéramos, porque eso precipitaría una crisis económica muy severa, como la que tuvimos cuando Costa Rica hizo por última vez un impago, una moratoria, en agosto de 1981″.
Los ochenta marcaron la historia del país: la inflación empezó a subir descontroladamente: 18% en 1980, 37% en 1981 y 90% en 1982. La economía se contrajo un 10% en tan solo dos años. La pobreza alcanzó al 54% de la población.
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-El país se encamina a una negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), primero con un crédito rápido y luego con otro en la modalidad stand by, en donde habría compromisos de parte del país. ¿Por qué es tan importante esta negociación con el FMI?
Por varias razones. La negociación que ya se aprobó por parte del directorio del FMI y está ahora en manos de la Asamblea Legislativa, del instrumento de financiamiento rápido, es una facilidad que nos pone un crédito barato ($508 millones), en forma relativamente rápida, a disposición del país.
Y le abre las puertas al país a otros créditos que están ligados a ese instrumento de financiamiento rápido. Por ejemplo, créditos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), del Banco Mundial. Estos créditos también vendrían, al igual que el del FMI, a proveer parte del financiamiento que el Gobierno necesita para el año 2020.
Ese financiamiento no genera o no financia nuevos gastos, sino que reemplaza la deuda que, de otra forma, habría que incurrir en el mercado doméstico a tasas mucho más altas.
El déficit fiscal está dado por los esfuerzos que el Gobierno haga para tratar de reducir los gastos y aumentar sus ingresos. Vamos a tener un déficit fiscal de determinado tamaño, y ese déficit hay que financiarlo.
Lo podemos financiar en el mercado doméstico, a tasas que andarán alrededor del 8,5% en promedio; lo podemos ir a financiar con créditos multilaterales, como por ejemplo el del FMI, que anda alrededor de un 1,5% de tasa de interés en este momento, u otros créditos multilaterales que, en promedio, andan entre el 1% y el 4%, ya una vez que uno incorpora costos de tasa de interés, comisiones, etc.
-¿Siempre será mucho menos de la mitad?
Mucho menos de la mitad de lo que significaría no contar con esos recursos y tener que financiarse en el mercado doméstico.
Entonces, ¿por qué es importante esta negociación? La primera con el FMI, porque permite proveer financiamiento al país en condiciones favorables de tasa y plazo, y eso reduce la necesidad de que el Gobierno vaya al mercado doméstico a financiar esas necesidades, presionando al alza la tasa de interés no solo para sí mismo, sino para los demás costarricenses.
Por eso, maximizar la provisión de créditos multilaterales, en cualquier momento en el tiempo, es una decisión, desde el punto de vista financiero, muy inteligente no solo para el Gobierno, sino también para el país.
El otro acuerdo, más de largo plazo, bajo el instrumento de un acuerdo tipo stand by, que se pensaría tenerlo por alrededor de tres años, tiene esas mismas ventajas. Da un financiamiento total, porque se subsume el crédito del instrumento de financiamiento rápido, de $2.200 millones o $2.250 millones en tres años.
-¿Más o menos, es el 10% de la necesidad de endeudamiento por año?
Por ahí anda. Un poquito por arriba del 1% del PIB, porque andaría en alrededor de $730 millones. Es es como 1,2% del PIB, que anda alrededor del 10% de la necesidad bruta de financiamiento (por año).
-Igual nos sigue faltando el otro 90%.
Claro que sí.
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Pero usted iba a decirnos por qué...
Bueno, porque, justamente, la otra gran ventaja, al igual que en el caso del instrumento de financiamiento rápido, es que el crédito con el FMI da un sello de confianza sobre el marco de políticas macroeconómicas que está haciendo el país y, en particular, sobre el marco de políticas fiscales, que es el área de mayor vulnerabilidad macroeconómica en Costa Rica en este momento.
Entonces, da un voto de confianza a las políticas fiscales que el país está haciendo y eso le da, entonces, una carta de presentación de mayor credibilidad para financiarse con otros créditos multilaterales en mejores condiciones, y también para salir al mercado, tanto doméstico como extranjero, si eventualmente se contara con la autorización legislativa para colocación de eurobonos adicionales.
Entonces, ese financiamiento del FMI es realmente un instrumento que el Fondo mismo llama un poder catalítico, en el sentido de que atrae otros financiamientos en condiciones favorables para el país.
La tasa de interés que tendría que pagar Costa Rica en esos mercados sería más baja con un programa con el FMI que en ausencia de ese acuerdo.
Si se hace un programa a tres años plazo, esto tendría la ventaja de que permite darle un marco de confianza, continuidad y credibilidad al marco de políticas de cara al proceso electoral que vamos a enfrentar en el año 2022 y que, como sabemos, en Costa Rica arranca desde antes.
Eso también les asegura a los organismos multilaterales y a los inversionistas domésticos y extranjeros que el país va a tener un marco de continuidad de políticas bajo ese acuerdo con el FMI.
-Aquí hay un punto importante, que es el de la credibilidad. Lamentablemente, las calificaciones de Costa Rica por parte de las agencias de riesgo se han deteriorado. Entonces, ¿qué es primero, el huevo o la gallina? ¿Las señales internas que se tienen que dar aquí, sin ni siquiera necesidad del Fondo, como recorte del presupuesto, subejecución del presupuesto, reorganización del Estado, o un acuerdo con el FMI es, en sí, el nacimiento de una fuente de credibilidad? ¿Qué es primero? ¿Tenemos que resolvernos internamente o tenemos que hacerlo con el Fondo?
Lo primero, lo que es esencial, porque el FMI no aprobaría una operación de esta naturaleza si no estuviera convencido de que el programa de políticas del país tiene, primero, la sostenibilidad de mediano y largo plazo en las finanzas públicas, que es absolutamente necesario para tener estabilidad macroeconómica.
Segundo, que las propuestas de política tienen coherencia. Es decir, que son consistentes entre sí mismas, que suman lo que deberían sumar para aportar esa consolidación fiscal, esa reducción en el déficit y en la trayectoria de la deuda en el mediano y largo plazo y que, además, son coherentes con otros objetivos de política. ¿Como cuáles? Promover el crecimiento económico con mayor inclusión, es decir, que no sean contrarias a un proceso de mayor inclusión social, que no fomenten la desigualdad, que las medidas fiscales tiendan a ser progresivas en lugar de regresivas.
Entonces, que, en el margen, favorezcan más a los menos privilegiados que a los más privilegiados, y que también sean coherentes con un estímulo al crecimiento económico.
El FMI va a analizar que el programa de políticas del país cumpla con todos esos objetivos y, si lo hace, lo aprobará; si no lo hace, no lo va a aprobar.
Entonces, en esa pregunta de huevo o gallina, lo primero es, sin duda, un programa de políticas que el país plantee y que sea coherente con esos objetivos.
-Para eso se requiere un acuerdo político...
Para eso se requiere un acuerdo político en el sentido más amplio.
-El presidente Carlos Alvarado ha dicho que el fondo no va a decir el cómo, sino el qué. Que las metas es lo que le interesa al Fondo, los indicadores de deuda, de inversión, pero aun así se necesita un acuerdo político. ¿Con qué grado de discrecionalidad se necesita negociar este acuerdo? Porque muchos diputados, que son los que finalmente dirían sí o no, están reclamando: ‘Queremos saber qué es. ¿Cuál es el qué? Y nosotros decidir el cómo’.
De cara al FMI hay mucha discrecionalidad, es decir, el FMI no es taxativo en que tienen que tomarse estas y estas medidas, como sí lo había sido en el pasado.
Estamos hablando de un FMI que ha evolucionado muchísimo desde los años 80, donde tendía a imponer recetas de política económica, a un FMI que entendió, a partir de mucho rechazo a las políticas del Fondo en los años 80 y 90 en los países emergentes, en particular en América Latina, pero también en Asia, después de la crisis financiera asiática, a finales de los 90, el Fondo entendió que para que las políticas económicas fueran viables y sostenibles desde el punto de vista político, que no se reversaran al cabo de un corto tiempo, esas políticas tenían que ser, fundamentalmente, planteadas por el país. Que el país se las apropiara y se sintiera dueño de ellas. Y no que vinieran impuestas desde afuera.
Entonces, el FMI es bastante neutral en ese sentido, en el tanto, eso sí, las políticas cumplan con los requisitos. Primero, que sumen al cuánto: cuánto deberá ajustarse el déficit fiscal, a cuánto deberá tender la razón deuda-PIB en el mediano y largo plazo
Ese es el primer requisito. Ellos verificarán que las propuestas que se están haciendo de políticas sumen lo que se necesita que sumen.
En segundo lugar, que tengan esa coherencia con los objetivos fundamentales que el mismo país está planteando y que el Fondo, en un programa de apoyo presupuestario como estos, estaría tratando también de promover.
-Y que sean políticamente realizables.
Que sean políticamente realizables es fundamental para el Fondo, y por eso me parece que tanto al FMI como al país les interesa entrar en una conversación, más temprano que tarde, sobre estos temas.
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-Por eso insisto en la pregunta: ¿En qué momento le va a plantear el Ejecutivo a la oposición: ‘Esto es lo que queremos’ o ‘decidamos, entre Legislativo y Ejecutivo, lo que vamos a hacer para planteárselo al Fondo’, incluso, tomando en cuenta que esto le va a quedar al próximo Gobierno, y a los siguientes. ¿En qué momento eso se va a plantear y a conversar?
En las próximas semanas. De hecho, ya ha habido conversaciones con jefes de fracción sobre el proceso de conversaciones que sigue en las próximas semanas, no sobre el fondo todavía pero, ciertamente, en las próximas semanas debería darse ya ese diálogo, porque lo ideal sería que, cuando el equipo económico del Gobierno se siente a negociar formalmente con el FMI el programa de políticas dentro de ese acuerdo, ya exista un acuerdo de cuáles medidas son políticamente viables.
Entendemos que el corazón de ese acuerdo con el FMI van a ser las medidas fiscales, y que muchas de esas medidas fiscales, me refiero a medidas de reducción del déficit fiscal, van a tener que pasar por la Asamblea Legislativa.
En ese sentido es necesario que se tenga un entendimiento claro de qué medidas son políticamente viables desde el punto de vista de la Asamblea Legislativa y de cuáles no, y para eso el diálogo tiene que empezar más temprano que tarde.
-Yo sé que estamos en pandemia y que hay condiciones especiales, pero ¿llegar a un déficit que supere el 10%, 11% del PIB, sería una pésima señal, no solo para calificadoras, sino para una negociación como esta?
Bueno, los esfuerzos que, claramente, está haciendo el Ministerio de Hacienda y el Gobierno como un todo, son orientados a reducir, lo más que se pueda, el déficit fiscal en este año 2020 y a financiarlo de una forma inteligente.
Esa es la labor en la que está el Gobierno y, en efecto, una meta debería ser tratar de contener lo más posible el déficit fiscal.
-¿Qué pasa si no hay acuerdo político?
Bueno, yo esperaría que haya un acuerdo político porque hay un entendimiento de que, al fin y al cabo, lo que se acuerde acá va a transformar al país y va a llevar al país a una situación de sostenibilidad, o no, en ausencia de ese acuerdo político; y lo que ahí se acuerde lo va a heredar el siguiente gobierno, de cualquier signo que sea.
Entonces, creo que a todos los partidos políticos les interesa sentarse a discutir con realismo, pero también con pragmatismo, y con un sentido de patriotismo, lo que debe contener ese acuerdo.
-Yo sé que usted lo responde en positivo, pero uno tiene que ver todos los escenarios, no solo para el acuerdo con el FMI, sino para el presupuesto actual, y las circunstancias que nos trajo la pandemia. ¿Qué pasa si no hay acuerdo político? ¿Qué le pasaría a la población si no hay acuerdo político este año?
Básicamente, la ausencia de un acuerdo político, independientemente de que haya un acuerdo con el FMI o no, es la ausencia de un proceso de consolidación fiscal adicional que el país necesitaría para llevar sostenibilidad a la deuda pública y sostenibilidad a las finanzas públicas, y para asegurarse que el mismo proceso de financiamiento en los mercados se mantenga.
En ausencia de ajuste adicional a la reforma fiscal del 2018, vamos a tener que enfrentar muchísima incertidumbre en los mercados. Eso va a generar tasas de interés más altas, lo que llamamos prima por riesgo, que es el exceso que pagaría el país en tasas de interés por la desconfianza que se estaría generando sobre el marco de políticas económicas.
Entonces, esto comprometería al país y lo sometería a una situación muy difícil donde, eventualmente, podríamos, incluso, incurrir en un impago, que sería lo último que quisiéramos, porque eso precipitaría una crisis económica muy severa, como la que tuvimos cuando Costa Rica hizo por última vez un impago, una moratoria, en agosto de 1981.
El país (en esa época) declara una moratoria de pagos, que es lo que en inglés se conoce como un default, y esta nos sumió en una crisis de proporciones que terminamos pagando durante toda esa década y más.
El país, a todas luces, tiene que evitar esto, y por eso es urgente que se aboque a este diálogo político y que alcance un acuerdo sobre la consolidación fiscal.
Más allá de que haya un acuerdo con el FMI o no, el país requiere una consolidación fiscal adicional, y para eso se requieren medidas legislativas, y esas medidas van a requerir acuerdo político.
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-Una forma de solucionar, en parte, las finanzas públicas y, por ende, las finanzas de todos, es el dinamismo de la economía. En su criterio, ¿cuáles son en este momento los principales obstáculos para que, luego de la pandemia, la economía costarricense pueda crecer?
Decía el expresidente don Ricardo Jiménez Oreamuno (gobernó tres veces: 1910–1914; 1924–1928 y 1932–1936) que el mejor ministro de Hacienda es una buena cosecha de café. Era una metáfora para decir que la mejor forma de reducir el déficit fiscal es teniendo un buen dinamismo económico.
Y, ciertamente, el crecimiento económico es una de las mejores soluciones al problema del déficit que enfrentamos en este momento. No es la única y no va a ser suficiente. Vamos a necesitar, sin duda, un ajuste fiscal adicional, pero también hay que promover el crecimiento económico, y es una agenda que el país tiene clara.
En primer lugar, reducir los costos de producción. Costa Rica se ha vuelto un país muy costoso para producir. Uno de los elementos clave ahí es reducir los costos de emplear trabajadores, que se nos hizo muy caro, en parte, por la forma en que hemos financiado el modelo de seguridad social.
También seguir impulsando la agenda para hacer más flexible al mercado laboral. Ya se aprobó el proyecto de ley de educación dual, hay que aprobar la ley de jornadas excepcionales, la ley del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA); es importante seguir impulsando la participación de la mujer en el mercado de trabajo.
Número dos, reducir el costo de las tarifas eléctricas, que es un componente fundamental del costo de producción.
Mejorar todo el aspecto regulatorio, reducir trámites innecesarios, porque el costo de regulación es también un costo de producción.
Mejorar la infraestructura en el país, porque también la mala infraestructura comporta un costo para la producción del sector privado. Al gestarse estos proyectos de infraestructura pública, se dinamiza el crecimiento en el corto plazo.
También necesitamos mejorar la educación, los procesos de educación y reclutamiento de educadores. Necesitamos seguir trabajando en el tema del bilingüismo. Necesitamos impulsar cada día, con mayor, claridad, el tema de la tecnología en la educación y las STEAM.
El tema del gobierno digital es fundamental.
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