Es un pasillo de 25 metros de largo, a cada lado hay pequeños aposentos en el cual sobresalen los barrotes. En total son seis cubículos, dos de ellos, aulas para impartir clases de educación; las otras son talleres industriales y de cómputo.
Así es el área de trabajo y educación de la Unidad de Admisión de San José, más conocida como la cárcel de San Sebastián, en San José, que este domingo se convirtió en un centro de votación más, con dos mesas para recibir el sufragio de 799 electores, todos privados de libertad.
El ambiente es tranquilo. No se ven armas, esposas, ni mucho ajetreo por traslado de reos, pero sí están presentes seis oficiales de la Policía Penitenciaria que custodian el lugar.
Afuera no se escucha bullicio porque este domingo no hubo visita de familiares.
"Previendo las votaciones, adelantamos la visita. Siempre es viernes, sábado y domingo pero esta vez se empezó jueves para poder concentrarnos en las elecciones y también le dejamos la posibilidad a los familiares para que puedan ir a votar", explicó Mariano Barrantes Angulo, director de Adaptación Social.
A las 8:30 a. m., la afluencia de votantes en San Sebastián era mínima. Solo siete personas. Sin embargo, en la siguiente hora acudieron 12 más.
Se trataba de hombres, la mayoría jóvenes, que vestían en chancletas, pantalones cortos y camisetas de tirantes, sin más pertenencias que alguna cadena y su cédula de identidad.
Tener el documento a mano era requisito indispensable para poder salir de los módulos donde guardan prisión.
La idea de Adaptación Social era crear un espacio donde los internos tuvieran la mayor independencia posible para emitir el voto.
Electores informados
En esta ocasión se abrieron 36 mesas de votación en 25 centros penitenciarios del país. En total hay 9.575 votantes entre los 14.241 privados de libertad.
"Lo que pasa es que hay mucha movilidad. Unos entran, otros salen. Por ejemplo, para citarle un caso, aquí en San Sebastián hay 843 privados de libertad y 799 inscritos para votar, pero de esos inscritos aproximadamente 60 ya están en libertad. Eso pasa en los otros centros", detalló Barrantes.
Vinicio Zamora Corrales, uno de los electores, contó que desde hacía días tenía decidido por quién votar.
"Uno aquí tiene la oportunidad de conocer a los candidatos y lo que ofrecen (...) vimos los debates (por televisión)", contó.
Cuando se le preguntó si él le pedía algo al futuro presidente, respondió: "no es lo que pidamos, sino lo que ofrecen. Este Gobierno ha humanizado mucho las cárceles. Eso es lo que uno espera".
Según Zamora, en el cubículo donde se encuentra preso junto con otros 52 internos, había bastante indiferencia para salir a votar. No supo explicar las razones.
Este hombre de 48 años, tiene cuatro de estar preso. Fue condenado a 16 años y ahora espera que la Sala III de la Corte Suprema de Justicia resuelva un recurso de casación.
Otro de los votantes fue César Felipe Chaves Cerdas, de 24 años, y con casi dos años de estar detenido.
El pasado 23 de enero, Chaves recibió una condena de 20 años por la muerte de Gerardo Cruz, quien fue atacado por dos sujetos el 7 de octubre del 2015 y murió 43 días después. Según la sentencia, una exnovia de la víctima encargó su asesinato. Aparte de ella y Chaves, otras dos personas fueron condenadas.
"Vengo a votar para ejercer mi derecho como ciudadano costarricense (...). Ya lo había hecho antes (votar). Mi voto cuenta, es uno más aunque este aquí privado de la libertad", manifestó Chaves.
"Estar privado de libertad es lo peor que me ha pasado, por algo que no hice. Yo apelé la sentencia. Espero salir y regresar a mi carrera (Administración en Servicios de Salud) en la UNED (Universidad Estatal a Distancia). (...) En el pabellón hay mucha indiferencia pero ellos no dicen nada porque uno salga a votar", comentó Chaves.
Luego de votar, el joven regresó custodiado por un policía penitenciario a su pabellón. Al mediodía de este domingo, cerca de 1.355 reos habían ejercido su derecho al sufragio. Las mesas, como todas las demás, tenían previsto cerrar a las 6 p. m.