Luego de su fallida candidatura con el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), en la contienda electoral del 2014, pocos esperaban que Rodolfo Hernández Gómez regresara al proselitismo.
Sin embargo, cuatro años más tarde, el rostro del doctor Hérnandez figura en la papeleta que los costarricenses utilizarán este domingo 4 de febrero para elegir presidente.
Ahora porta la bandera del Partido Republicano Social Cristiano (PRSC), agrupación acuerpada por el exmandatario Rafael Ángel Calderón Fournier y que debuta en lides electorales.
Muchos reconocen a este político, de 67 años, por su faceta de médico. Hernández fue director del Hospital Nacional de Niños por 13 años. Antes de la campaña anterior, ya era una cara conocida que salía en los medios de comunicación para hablar sobre los problemas de salud de la niñez o sobre las obras de la Teletón.
En total, tiene cinco especialidades médicas y una carrera de más de 40 años en la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), a la cual le puso punto final en el 2014 cuando decidió retirarse de la función pública.
La niñez la vivió en Cartago, al lado de su padre abogado y su madre agricultora. En su adolescencia, asistió al Colegio Saint Francis, en Moravia, donde tuvo la intención de convertirse en sacerdote, aunque después se decantó por la medicina.
Hernández ha estado casado por 45 años con Marcelle De Mezerville, tiene cinco hijas y diez nietos. El candidato, férreo promotor del modelo de la familia "tradicional", exhibe a su seres queridos con orgullo en redes sociales y actividades públicas.
En cuanto a sus pasatiempos, el doctor es aficionado a las caminatas y en numerosas ocasiones ha subido el cerro Chirripó, el punto más alto de Costa Rica a 3.830 metros sobre el nivel del mar. Este gusto por salir a caminar le ha resultado muy útil durante la campaña electoral.
Según cuenta Dragos Donelescu, presidente del PRSC y hoy candidato a diputado por Alajuela, el “toque” del doctor es recorrer las comunidades para que los ciudadanos lo conozcan.
“El sábado (6 de enero), antes del debate del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), estaba en Monteverde reunido con 50 personas, el domingo fue a Tilarán y el lunes venía de camino de Guanacaste para acá. Ese es el doctor. Está muy interesado en el contacto con la gente”, contó Donelescu.
Rodolfo Sotomayor, exdiputado socialcristiano y quien quiere regresar al Congreso con el partido Republicano, coincide con su compañero. “Uno de los recuerdos más conmovedores fue la primera vez que llegó el doctor a Isla Chira y se encontró con un expaciente suyo. Es increíble ver el cariño que le tiene la gente”, narró.
Sotomayor está convencido de que el apoyo al doctor es enorme, especialmente entre la gente más humilde y sencilla.
De acuerdo con resultados de la encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de diciembre, publicados por el Semanario Universidad, Hernández tiene mayor respaldo entre personas mayores de 55 años y de menor escolaridad, principalmente en Limón y San José.
La polémica y la renuncia
Aunque es un hombre reservado, Hernández ha atravesado algunos pasajes públicos amargos en su carrera profesional y política.
En el 2011, estando a cargo del Hospital Nacional de Niños, tuvo que hacerle frente a los cuestionamientos que surgieron luego de que La Nación revelara el alto índice de mortalidad que había en las cirugías cardíacas practicadas por dicho centro médico y críticas a los procedimientos de los cirujanos.
Hernández primero censuró la “fuga de información”. Luego, en una entrevista con este medio, justificó las elevadas cifras de mortalidad alegando que "eventualmente todos nos morimos". Tal declaración sometió al doctor a un vendaval que lo obligó a disculparse y a decir que la prensa sacó sus palabras de contexto.
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Años después, cuando intentaba alzar vuelo en su primera campaña política, la del 2014, vivió un duro episodio con el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC). El doctor había arrasado a Rodolfo Piza en las elecciones internas y se convirtió en el candidato presidencial de los rojiazules.
Su objetivo era revivir a una agrupación que había quedado moribunda tras los escándalos sobre corrupción que salpicaron a las máximas autoridades del partido.
No obstante, el doctor ni siquiera logró inscribir su candidatura de forma oficial en el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE). El 3 de octubre del 2013, Hernández renunció; en su carta afirmaba que nunca pensó que tendría que enfrentar tanta intriga, envidia, egoísmo, traición y deslealtad a lo interno del PUSC.
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“He hecho un gran esfuerzo para continuar, pero no soporto más puñaladas por la espalda”, escribió en aquella ocasión.
Su salida duró apenas dos días. Decidió regresar “con restricciones” a la campaña, a petición de cerca de 500 seguidores que marcharon a su casa para pedirle que no abandonara la postulación. Pidió la renuncia de los hoy diputados del PUSC, William Alvarado y Gerardo Vargas y de otros dirigentes del partido, lo cual no sucedió.
Así, el 10 de octubre, Hernández se retiró definitivamente de su primera campaña presidencial.
Su segunda aventura electoral comenzó, oficialmente, el 28 de agosto del 2016 cuando fue ratificado como candidato presidencial del recién nacido PRSC, durante un acto celebrado en un salón del hotel San José Palacio que contó con la asistencia, entre otros, del fundador del Partido, el expresidente Calderón.
Allí mismo lanzó su primera promesa de campaña: crear 200.000 empleos para impulsar la economía del país.
En forma reciente, el PRSC ha sido noticia porque no ha presentado al TSE sus estados financieros ni los reportes mensuales sobre los contribuyentes de campaña. Dicha agrupación, según los monitoreos del propio Tribunal, es la que más fondos han invertido en propaganda electoral.
El pasado 18 de enero, el máximo órgano electoral confirmó a La Nación que el tema ya fue sometido a investigación.
Luego de que se publicó esta información, el candidato canceló una entrevista que se había pactado previamente para elaborar este reportaje.
Aún así, sus allegados aseguran que es el doctor Hernández es hoy un hombre más maduro políticamente.
Pese a que lo arropa una bandera diferente, conserva el mismo tono de voz calmo y pausado de siempre, y busca ganar electores cara a cara amparado en un discurso profamilia y de rescate de valores.