Rodolfo Piza, ministro de la Presidencia, teme que la gente esté minimizando el riesgo de una crisis fiscal. Y el riesgo es cierto, asegura, tanto así que, si no se aprueba la reforma tributaria, habrá que tomar medidas más fuertes con el gasto o pedir ayuda a organismos financieros que le impondrían sus condiciones al país.
Por ello, considera una obligación del gobierno convencer a los diputados de que restablezcan el 1% de IVA sobre los productos agrícolas de la canasta básica y del 2% sobre el resto, así como el 2% sobre la educación privada. La razón: la reforma debe generar al menos el equivalente a un 1,4% del producto interno bruto (PIB) y, sin esos elementos, generaría un 1,1%.
Piza, el hombre que compara los tiempos del Gobierno con las nueve sinfonías de Ludwing van Beethoven, dice que su ánimo por ahora está tan alegre y tranquilo como la Octava Sinfonía de ese compositor alemán y prevé negociaciones fructíferas.
El ministro de la Presidencia, mano derecha de Carlos Alvarado en la negociación con el Congreso, concedió una entrevista a La Nación el jueves pasado sobre el futuro del debate del plan fiscal.
-¿Por qué cree usted que el mensaje de urgencia en materia fiscal que ha enviado el Poder Ejecutivo no ha calado en un grupo de fracciones legislativas?
-Puede haber ahí una limitación en la comunicación, en la forma de comunicar del Gobierno. También, hay un hecho que viene determinado por la historia. Como se ha hablado mucho acerca de la eventualidad de una crisis, hay un momento en que ya la gente no le cree al discurso de que hay un problema fiscal serio y es verdad que antes había problemas fiscales, pero no de la magnitud que hoy enfrentamos, entre otras cosas, porque el endeudamiento del Gobierno era mucho menor en proporción del producto interno bruto (PIB), porque no teníamos muchos años seguidos de un alto déficit fiscal.
“Entonces, la gente ha pensado que es poco creíble el discurso de que hay una crisis que se debe de enfrentar o evitar, porque en el pasado le hablaron de la crisis y no pasó nada, pero obviamente la situación hoy es distinta, los números objetivos hoy son distintos”.
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-¿Se está haciendo demagogia con el plan fiscal en la Asamblea Legislativa?
-No creo. Creo que es falta de conocimiento (sobre los contenidos del proyecto). Es un proyecto complejo, que tiene muchos equilibrios por el lado del gasto y por el lado de los ingresos que, además, toca distintos temas tributarios (…). Por otro lado, toca y crea un nuevo sistema de impuesto al consumo que es el impuesto al valor agregado (IVA), que es distinto por su naturaleza al impuesto de ventas al que está acostumbrada la sociedad costarricense y, claro, eso hace, por ejemplo, que se crea que si exonero la venta de la canasta básica no va a tener ningún efecto, porque en el impuesto de ventas es así.
“Eso hace muy difícil la comprensión del proyecto. Es un proyecto complejo y, además, tiene varias medidas de contención del crecimiento del gasto que son esenciales (...). Es un proyecto complejo por naturaleza, técnica y jurídicamente”.
-Ciertamente lo es, y discutirlo por la vía rápida quizás aumente esa complejidad. Sin embargo, le pregunto si se está haciendo demagogia con el proyecto porque hemos visto a bancadas peleándose la “medalla” de quitarle el IVA a la canasta básica ¿Eso no es demagogia? ¿No es deber del Gobierno llamar a esos diputados a que abandonen el populismo?
-Yo creo que todos debemos pensar en el país y no en los réditos políticos. Un Gobierno que se atreve a plantear un tema fiscal, como este, obviamente sabe que tiene un costo y sabe que está pensando y que tiene que pensar más en el país que en la ventaja política que tiene. También hay que reconocer a aquellas fracciones que han asumido la responsabilidad de lo que esto significa.
“Yo, al final, creo que el país reconoce más la seriedad. Tarde o temprano, siempre van a triunfar los planteamientos serios, de visión de largo plazo, y no el planteamiento fácil. Yo tengo que respetar a todas las fracciones, el sistema democrático está fundado en ese principio y todos tienen derecho a tener puntos de vista diferentes. Lo que sí espero es que tomen en cuenta la situación que vive el país y que, entonces, si no están de acuerdo (con el plan fiscal), por lo menos que no dificulten la aprobación.
-¿Casa Presidencial veía venir la decisión del diputado Gustavo Viales de salirse de la línea de fracción del Partido Liberación Nacional a favor de gravar la canasta básica con un 2% del IVA? ¿Los tomó por sorpresa su decisión de votar a favor la moción que eliminó el gravamen y que provocó un hueco de ¢65.000 millones en el proyecto de ley?
-Casa Presidencial siempre sabe que en un proceso legislativo hay posibilidades de cambio en cualquier momento. Y bueno, la tarea es volver, otra vez, a encauzar y encontrar el equilibrio y encontrar la unión de principios de manera que se pueda rescatar el proyecto y que no pierda su consistencia.
-Don Gustavo ha reconocido que mantiene un diálogo con sectores empresariales de su localidad en la zona sur de Puntarenas, opuestos al IVA. Este jueves (30 de agosto) los sindicatos anunciaron una huelga indefinida a partir del 10 de setiembre en contra del plan fiscal ¿Cree se se exacerbó el egoísmo de los diversos grupos de presión en contra del proyecto?
-Puede haber más bien desconocimiento (del proyecto de ley). Yo espero que el Gobierno pueda explicar mejor y que los otros hagan el esfuerzo de entender que todos se van a beneficiar si resolvemos el problema fiscal.
-Pero, don Rodolfo ¿quién gana con el país paralizado a partir del 10 de setiembre? ¿No se hizo tarde para explicarle al país las intenciones de este proyecto que se discute desde el 2015?
-Yo creo que nadie gana con el país paralizado. Ni los empleados, ni el Gobierno, ni la economía, ni la sociedad. Y yo creo que esa no es la vía para resolver las discusiones donde hay puntos de vista diferentes.
-¿Qué va a hacer Casa Presidencial esta semana que iniciamos para poner en su cauce otra vez al plan fiscal?
-Vamos a conversar con todas las fracciones. Yo no renuncio a convencer a los diputados de la importancia del fortalecimiento de las finanzas públicas. Tal vez podamos lograrlo, tal vez no. Pero el deber nuestro es convencer y estoy seguro de que, al final, lograremos convencer a un mínimo de legisladores para que salga un proyecto básico, no como lo pretendía en un cien por ciento el Gobierno, pero sí un proyecto suficiente para dar tranquilidad a los costarricenses.
“Yo espero que por encima de las diferencias podamos alcanzar esas metas”.
-¿Cuál es el mínimo en nueva recaudación con la que el Gobierno se daría por satisfecho?
-La tranquilidad vendría con un 1,4% del producto interno bruto (PIB) de recaudación de impuestos y no desnaturalizar las medidas de contención en el proyecto, que nos darían cerca de un 2% del PIB. Si no se dieran ambas circunstancias, sería mucho más difícil enfrentar el problema y habría que buscar otras alternativas.
-¿Qué lecciones le dejó a Casa Presidencial la semana pasada que fue muy accidentada en el trámite del plan fiscal?
-Que hay que trabajar más y más hasta llegar a un acuerdo y un entendimiento completo.
-¿A qué escenario se enfrentaría el país si el plan fiscal avanza hacia el plenario para su debate final con los inmensos recortes que le hicieron los diputados la semana pasada?
-A uno en el que habrá que adoptar otras medidas complementarias hasta que podamos darles a los costarricenses la tranquilidad de que no vamos a entrar en una crisis.
-En el eventual escenario de que el plan fiscal se apruebe con esos cuantiosos recortes ¿cuánto tiempo tendrá el Gobierno para maniobrar para evitar una crisis?
-Hay algunas partes del proyecto que entrarían en vigencia seis meses y un año después de su entrada en vigor. Por ejemplo, el gravamen (del IVA) sobre la canasta básica no entraría en vigencia durante el primer año. Tendría que darse algún tiempo para que los efectos del proyecto sobre la situación fiscal sean positivos en cuanto a un aumento de la recaudación.
“Pero lo más importante es la señal de aprobar el proyecto, de que se sepa que vamos hacia adelante, que estas son las reglas del juego y, entonces, seguramente, podríamos bajar la prima de riesgo (costo que asume el Gobierno por endeudarse con inversionistas para financiar sus gastos) y se pueda generar la confianza en los sectores económicos para poder empezar a desarrollar el país.
-Uno pensaría, por la actitud de las bancadas que se oponen al plan fiscal, que esos partidos están esperando a que ocurra una tormenta y que esta provoque daños, para después empezar la reconstrucción. ¿El Gobierno percibe esa actitud?
-Yo espero que no. Uno tiene que estar preparado para las distintas condiciones. Por eso existe una comisión de atención de emergencias, digamos, para enfrentar un huracán, o una tormenta. Pero, obviamente, sabe el dolor que provocaría una tormenta, en este caso, económica. Y, aunque esté preparado para distintos escenarios, lo ideal es que podamos pasar esta etapa (de debate y votación del plan fiscal) para llegar a finales de este año con las nuevas reglas tributarias claras y con mayor certeza de lo que pueda acontecer en el desarrollo económico y social.
“En última instancia, cualquier proyecto debe rendir frutos especialmente a los que menos tienen”.
-¿Vendrán presiones de organismos financieros internacionales hacia el país en caso de que el plan fiscal se apruebe vacío, como lo está en este momento?
-No sería una presión. El problema es que podríamos vernos en la obligación de ir a buscar algún apoyo financiero. Y ahí sí. Ellos nos pondrían sus condiciones que siempre serían más difíciles que las que podríamos tomar internamente. No es que ellos van a presionar, es que si queremos mantenernos a flote vamos a requerir apoyo si no pasara el plan fiscal, de mayor magnitud, y ese apoyo requiere siempre cumplir una serie de condiciones.
-¿Cuánto más cree que le daría al país la cuerda en el escenario de que el plan fiscal se apruebe sin cumplir con las expectativas recaudatorias de Hacienda?
-Nos da un poco de cuerda y, además, nos permitiría después buscar medidas complementarias. Yo espero no tener que acudir a medidas complementarias, sino que poder avanzar con el proyecto. Y por eso es importante que no se desnaturalice o no se vacíe de contenido, porque daría más tranquilidad y mayores posibilidades de desarrollo si no se afecta sustancialmente.
-¿En las actuales circunstancias del plan fiscal se afectaría el proceso de ingreso de Costa Rica a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE)?
-La aprobación del plan fiscal sí es una condición no formal, pero es una condición fundamental para el ingreso a la OCDE porque, al final, el ingreso a ese club de países que van a la vanguardia del desarrollo sí supone tener unas finanzas públicas manejadas prudentemente y, entonces, no tener un proyecto fiscal haría muy difícil tener esas finanzas públicas en esas circunstancias.
-¿Cree que el Gobierno quedaría condenado a impulsar un nuevo proyecto fiscal en caso de que la actual iniciativa se apruebe lejana a las expectativas de Hacienda?
-Siempre tendrá que tener medidas en el lado del gasto, ese es un esfuerzo permanente. Sí tendría que buscar algunas alternativas para tener ingresos tributarios adicionales.
-¿Han evaluado algunas de esas alternativas para mejorar la recaudación de impuestos, que va en picada?
-Mire, yo sigo confiando en que podemos tener un proyecto robusto o suficiente y que vamos a poder darles tranquilidad a los costarricenses, tanto a los empresarios como a los trabajadores. Yo, al final, creo que el país toma las decisiones aunque tarde un poco más de la cuenta. Siempre tomamos las decisiones para evitar caer en el abismo.
-La semana pasada la ministra de Hacienda fue acusada de chantaje por mencionar que, sin un plan fiscal acorde a las necesidades, el Gobierno tendría que aplicar medidas dolorosas, como despidos de empleados públicos, ¿Cómo recibió Casa Presidencial esas acusaciones?
-Están en el ámbito de la vida política, digamos. Son normales en el discurso legislativo. Lo que sí es cierto es que el Gobierno, cualquier Gobierno y cualquier ministro de Hacienda tienen que buscar el equilibrio en las finanzas públicas, buscar que los números cierren para no seguir financiando gasto, ampliando más y más el endeudamiento del país porque, tarde o temprano, no tendríamos capacidad de pagarlo y, por tanto, tendría el ciudadano una situación muy difícil de carácter económico. Eso no es nunca una amenaza, es la condición natural de las finanzas públicas.
-¿Cuál es el mensaje de Casa Presidencial para los diputados de las fracciones que están empeñadas en vaciar el proyecto de Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas: Wálter Muñoz, de Integración Nacional; los diputados Carlos Avendaño, Eduardo Cruikshank y Jonathan Prendas, de Restauración Nacional; José María Villalta, del Frente Amplio; y Gustavo Viales, de Liberación Nacional?
-Les digo que tratemos de sacar juntos la carreta del bache y que le digamos al país que por encima de las diferencias naturales en muchos campos, estamos unidos para garantizar que se seguirá manteniendo la paz económica y social de este país.
-¿Temen que se traslape la discusión del plan fiscal con la del presupuesto para el 2019 y que el primero salga perjudicado?
-No tenemos ese temor. Obviamente hemos presentado un presupuesto muy austero, como debe ser en las circunstancias en las que vivimos.
Los diputados deben entender que el país no puede dejar de pagar la deuda (el pago de la deuda crecerá en un 50% en el 2019 con respecto al 2018) porque, en buena parte, los gastos se financian con deuda. El día que se deje de pagar, ya no tendríamos acceso a esos ingresos y el país sufriría una contracción muy fuerte. Espero que los dos temas, el plan fiscal y el presupuesto, se analicen en la Asamblea Legislativa con la mayor objetividad y con el mayor patriotismo posible por parte de todas las fracciones legislativas.