El vicepresidente electo y futuro coordinador económico del Gobierno, Stephan Brunner, contradijo este miércoles las declaraciones de la diputada electa y futura jefa de fracción del PPSD, Pilar Cisneros, quien afirmó que Rodrigo Chaves recibe un país en quiebra.
Consultado por La Nación en el acto de entrega de credenciales del TSE, Brunner declaró: “El país está en una situación difícil, eso es cierto, yo no diría que está en quiebra, pero sí está en una situación crítica. De hecho, esos son temas que nosotros tratamos en las entrevistas que hacemos a los posibles candidatos a ministerios y a presidencias ejecutivas.
“Ese es un tema prioritario, en algunas instituciones, el cómo esas personas ven que se puede rescatar la institución que les va a tocar. Sin embargo, no hay por qué alarmarse en este momento. Vamos a tomar las riendas de las distintas instituciones y vamos a hacer lo que sea necesario para que este país no entre en quiebra”, dijo Brunner, economista de 61 años.
El viernes 22 de abril, en declaraciones a Noticias Repretel, Pilar Cisneros, periodista de 67 años, había dicho que el presidente electo recibe el país en una situación “horrible”, “absolutamente preocupante”.
“Creo que este gobierno ha sido muy opaco en decir las cosas como son, no se ha dado la información que la ciudadanía necesita saber. De hecho, yo le he recomendado a don Rodrigo que, lo antes que pueda, haga una cadena nacional de televisión y le explique a los costarricenses en qué condiciones está recibiendo el país. Técnicamente, este país está quebrado, literalmente quebrado”, aseveró la vocera del Partido Progreso Social Democrático (PPSD).
Ante preguntas de la prensa, Brunner insistió este miércoles sobre esa afirmación de Cisneros: “Yo no utilizaría esas palabras. Nosotros necesitamos que los mercados internacionales tengan confianza en la solidez fiscal del país. Nosotros tenemos un déficit muy grande, endeudamiento neto todos los años y necesitamos generar esa confianza porque, de lo contrario, eso se va a reflejar en las tasas de interés que nos van a solicitar los mercados para hacer las deudas y eso no está en el interés del país”.
“Es un país que tiene las finanzas públicas comprometidas y están complicadas, pero no es un país en quiebra. No hemos entrado en default, creo que estamos lejos de eso, pero necesitamos hacer los ajustes en una forma rápida y contundente para no llegar a ese punto”, manifestó.
‘Está un poquito desordenada’
Brunner sí criticó que reciban el Gobierno con problemas como un eventual agotamiento, en agosto, del presupuesto para programas como el de comedores escolares. En su criterio, la casa “está un poquito desordenada”.
“Puede haber distintos puntos de vista, son temas que a mí me parece que no se vale dejar algunos programas fundamentales, para la paz social, que se dejen desfinanciados”, dijo.
‘No soy economista’
Este medio consultó a Cisneros si mantenía la declaración de que el país está en quiebra, luego de que el vicepresidente electo negó que el país estuviese en ese estado.
La diputada electa no accedió a hablar por teléfono, pero contestó con el siguiente mensaje: “Bueno, no soy economista, pero cuando usted recibe un país con una deuda que equivale a más del 70% del producto interno bruto (PIB) y además los ingresos corrientes solo alcanzan para pagar sus gastos los primeros seis meses del año...”.
Cuando se le insistió sobre el tema, Cisneros dijo: “Stephan Brunner es economista. Podrá responder mucho mejor que yo”.
La situación fiscal del país
Al cierre de la administración de Carlos Alvarado, el país registró mejorías en el manejo económico del Gobierno, aunque las cifras fiscales todavía son deficitarias y las necesidades de financiamiento son altas.
Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que Costa Rica superará las metas de equilibrio fiscal pactadas con esa entidad aun sin necesidad de nuevos impuestos.
El FMI calculó que el país alcanzará un superávit primario del 1,3% del PIB en el 2023, una cifra más favorable que el 1% incluido en el acuerdo de ajuste fiscal para ese año.
Un superávit primario significa que los ingresos del Gobierno Central son superiores a sus gastos, pero sin tomar en cuenta el dinero que se destina al pago de intereses de la deuda pública.
Hace dos años, en cambio, el país no tenía superávit primario, sino que tenía déficit primario: un exceso de gasto en comparación con los ingresos.
En el 2019, por ejemplo, el déficit primario del Gobierno alcanzó un 2,78% del PIB, lo que en ese momento equivalía a un faltante de más de ¢1 billón (un millón de millones).
Pese a la mejoría, el país todavía tiene déficit fiscal. Este otro concepto es la comparación entre ingresos y gastos, pero tomando en cuenta el pago de intereses de la deuda.
En este caso, el déficit del 2021 fue de un 5,18% del PIB, una cifra menor al 8,03% del 2020. Para este año, se prevé que este indicador baje de nuevo a un 4% del PIB.
La trayectoria de la deuda pública también empezó a estabilizarse. La tendencia creciente se detuvo. El año pasado, el endeudamiento cerró en un 72,1% del PIB y este año se estima que cerrará en un 70,3%. En el 2023, bajaría a un 69,8%.
Por otra parte, informes de la Contraloría General de la República confirman que el gobierno de Alvarado frenó el crecimiento del gasto en salarios, al tiempo que mejora la recaudación de impuestos.
El año pasado, el aumento del gasto en remuneraciones fue de un 0,4% después de que, entre el 2015 y el 2020, este rubro registró un incremento promedio anual del 3,1%.
A su vez, la recaudación de los impuestos de renta y valor agregado (IVA) superó en el 2021 los niveles prepandémicos.