Los estudiantes de la Universidad Nacional (UNA) se plantarán el martes frente a su departamento de Salud para exigir la renuncia de un médico institucional de apellido Camacho.
Se trata de un doctor que fue suspendido en dos ocasiones por acosar sexualmente a dos estudiantes en el consultorio de la institución, en los años 2011 y 2014, y que la UNA mantiene en su puesto.
También lo denunció en el 2005 una alumna embarazada. Sin embargo, en ese caso, el médico resultó absuelto.
Asimismo, una docente de Antropología afirmó públicamente que, hace 20 años, Camacho abusó de ella en el consultorio de la Universidad de Costa Rica (UCR).
La protesta la organiza la Federación de Estudiantes de la UNA (FEUNA), la cual llamó a los alumnos a manifestarse frente a la oficina de Salud de la UNA, en Heredia, a la 1 p. m. del próximo martes.
Cuatro mujeres lo señalan
Denuncias entre 1999 y el 2014
FUENTE: ARCHIVOS DE LA COMISIÓN DE RESOLUCIÓN DE DENUNCIAS SOBRE HOSTIGAMIENTO SEXUAL Y RELATO DE CLAUDIA PALMA. || w. s. / LA NACIÓN.
“Le exigimos la renuncia a usted, Juan Miguel Camacho, porque es el único que puede tomar la decisión, y porque acudir al Departamento de Salud representa un riesgo para nosotras y nosotros, porque hay compañeras que fueron acosadas y ahora su vida está grabada por sus actos manchados de violencia”, publicó la Feuna en su página de Facebook.
Jazmín Arroyo, estudiante de Administración de Recursos Humanos y secretaria de la Feuna, afirmó que las publicaciones de La Nación sobre el tema y el mensaje que envió la antropóloga abusada por Camacho, Claudia Palma, encendieron las alumnas de la Federación.
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“Creemos que solamente por presión es como lo podemos lograr, porque somos estudiantes y seguimos estando en un espacio de riesgo para nosotros, un espacio donde se puede violentar la dignidad humana, la integridad física y el acceso a la salud en un espacio seguro y libre de violencia”, afirmó la estudiante, de 23 años.
La joven dijo que, luego de conocer sobre los casos de acoso por parte de Camacho, la Federación pudo hablar sobre el tema con Alberto Salom, el rector de la institución.
Según Arroyo, el jerarca compartió su preocupación por la situación, aunque también les mencionó que “los mecanismos institucionales están agotados” pues, aunque en el 2014 la Comisión de Resolución de Denuncias sobre Hostigamiento Sexual de la UNA recomendó el despido de Camacho, la rectora de entonces, Sandra León, cambió el castigo a una suspensión sin goce de salario de 15 días. Tal acto administrativo ya quedó en firme.
La representante estudiantil dijo que, por ese motivo, optaron por hacer presión para que Camacho renuncie.
“La lucha sí es por la renuncia, y no porque sea él, sino por lo que representa, que a ningún acosador se le debería tolerar una acto como ese”, afirmó Arroyo.
La Feuna, además, instó a los miembros de la comunidad universitaria a denunciar el hostigamiento sexual en la institución, para que la institución pueda sancionar a los responsables.
“Hacemos un llamado a la comunidad universitaria para que formalice los procesos de denuncia, por el derecho a la educación en libertad y sin acoso”, dice la publicación de la Federación.
Cuatro denunciantes
A Camacho lo han señalado cuatro víctimas de acoso sexual. Las tres afirman que los hechos ocurrieron en calidad de estudiantes y pacientes del médico, dentro de consultorios universitarios.
El caso más antiguo es el de la antropóloga Palma. Según su relato, a ella el doctor la empujó contra la puerta y la manoseó en su oficina, al cabo de un chequeo médico en la Universidad de Costa Rica (UCR).
Según relató ella, los hechos ocurrieron entre 1999 y el 2000, cuando era estudiante de Antropología en la UCR. Pese a que la situación le afectó mucho, en ese momento no logró denunciarlo.
El primer reporte formal lo presentó once años después, en 2005, una estudiante en estado de embarazo. Ella recordó que durante un chequeo y sin previo aviso, Camacho le levantó la blusa, le bajó el brasier y le tocó los senos, indicándole nada más que estaba revisando si estaba en condiciones aptas para amamantar a su bebé.
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En ese caso, la Comisión no comprobó ninguna anomalía en la actuación de Camacho, y lo absolvió.
Seis años después, en el 2011, lo denunció una muchacha que acudió al consultorio para que le trataran un quiste en el párpado. Ella relató que, durante el chequeo, sin informarle ni pedirle permiso, él le levantó la blusa a nivel del pecho y le estiró la licra que vestía, para revisarle el vientre.
Según la resolución del caso, otro día, cuando ella acudió a que le removieran el quiste en una cirugía, Camacho la abrazó, le dio un beso en la mejilla y le dijo frases de connotación sexual, como “ay mi chiquita, usted sí es linda. Usted sí me gusta (...). No, pero es en serio, cada vez que yo la veo, me deja como loco”.
Por esos hechos, a Camacho le dictaron una suspensión de 15 días sin goce de salario.
El último caso que conoció la UNA por la vía formal fue el de otra estudiante a quien el doctor atendió por un dolor de espalda. La joven afirmó que el doctor le dijo que su malestar era normal, “que se debía a que yo tengo mucho rabo”, recordó ante la Comisión.
Luego, el médico le empezó a hablar sobre el autoexamen de mamas y le sugirió practicárselo, pese a que ella no había preguntado por ese procedimiento. Sin previo aviso, el doctor metió las manos bajo su ropa, le desabrochó el brasier, le subió la blusa y realizó el examen.
Aunque la Comisión concluyó que Camacho incurrió en una falta gravísima y le recomendó a la entonces rectora, Sandra León, que lo despidiera, la exjerarca universitaria encontró “dudas razonables” sobre si, en la revisión, medió una connotación sexual, y cambió el castigo por una suspensión de 15 días sin goce de salario.