Zoilamérica Ortega Murillo, socióloga y docente universitaria de 51 años, es hijastra de Daniel Ortega e hija de Rosario Murillo, la pareja gobernante de Nicaragua.
A lo largo de dos décadas sufrió varios tipos de delitos sexuales de parte de Ortega, según su denuncia judicial.
Según ella, de 1977 a 1980 fue víctima de abusos deshonestos; de 1981 a 1990 de violencia, incesto y abuso sexual; y de 1990 a 1998 de acoso sexual y violencia psicológica.
“El abuso empieza acá entre 1977 y 1978”, recuerda Zoilamérica. En aquella época la familia vivía como exiliada en Costa Rica. Ella tenía diez años.
Luego regresaron a vivir a Managua, Nicaragua, en 1979, tras el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, de la cual Ortega se convertiría después en su principal líder.
Dos décadas después, en 1998, Zoilamérica denunció a Ortega en un juzgado de distrito de Managua por los delitos de abusos deshonestos, violación y acoso sexual, caso que fue declarado preescrito por una juez sandinista a finales del 2001.
LEA MÁS: Un acuerdo político dejó sin resarcir a hijastra de Ortega
Desde el 2013 vive en Costa Rica luego de que junto con su esposo, el boliviano Carlos Ariñez Castel, fuera expulsada de Nicaragua en represalia de su madre por el apoyo que ambos brindaron a unos ancianos que protestaban en contra del gobierno, en demanda de una pensión reducida.
“Yo vine de nuevo exiliada al lugar donde empezó la historia”, dice en referencia al inicio de los abusos que ella afirma haber sufrido por parte de Ortega en Costa Rica.
En su condición de mujer víctima, Zoilamérica reaccionó de la siguiente forma a las denuncias en contra del expresidente Óscar Arias, por supuestos abusos sexuales.
– ¿Qué reacción le generan a usted las denuncias de abusos sexuales en contra de una figura como Óscar Arias?
– El tema tiene que ver con las evidencias que dan nuestras sociedades de que esto no es un tema únicamente de cultura o de nivel educativo, porque podemos tener sociedades muy avanzadas, sino que el abuso sexual siempre está vinculado a un tema de poder.
"No deja de doler que muchas de las reacciones sobre estas muchachas son exactamente las mismas que yo viví hace 20 años, es decir, ¿si lo hacen por una razón política?, ¿si lo hacen por dinero?, ¿por qué hasta ahora surge?.
"De la gente con la que me vinculo todos los días, estoy escuchando las mismas preguntas que me tocó escuchar hace 20 años en relación a mi tema y sé lo que duele no ser creída.
“En este caso, la gran diferencia estaría en que el sistema judicial costarricense siempre ha estado a la altura y ojalá esta no sea la excepción”.
Del archivo:
– ¿Qué otras similitudes encuentra entre su caso con el de las mujeres que denuncian a Óscar Arias?
– Primero, el tema del desconcierto, como lo ha dicho cada una de ellas. Hay una situación muy difícil de entender porque el poder no solo se expresa en las circunstancias en las que esto ocurre, el poder no solo se expresa en la persona que te agrede y que te invade; sino que también el poder se expresa en el lugar en donde ocurre.
"Todos (los abusos) han ocurrido en los espacios en donde la persona que te agrede tiene el control. Ese elemento contribuye con esta sensación de sentirse atrapada, encerrada o en manos de la persona y, por supuesto, que hace que la escena, además de desconcertante, genere mucho temor y eso contribuye a reaccionar de una forma a veces paralizante.
"Luego, existe un vínculo de superioridad, de autoridad. Además de la investidura del cargo, también existía un vínculo laboral o de confianza o de aprecio, de respeto, incluso de afinidad política y creo que esas cosas también ocurren en esas circunstancias.
"El otro tema relevante es que hay personas tratando de disminuir el daño que significa el tocamiento en relación con una violación. O que haya pasado una vez y haya durado cinco minutos y otras pudimos haber pasado años (de abusos), como fue mi caso.
"Quiero decir que la intensidad con la que una mujer sufre un acto como este no depende de cuánto duró ni hasta adonde llegó, sino que siempre nos lesiona por lo que te representa la intimidad, el cuerpo y por lo que te representa tu propio sentido de ser. Habrá otras mujeres que podrán reaccionar a eso de una manera más fuerte, tal vez pudieron haber salido corriendo.
“En este caso creo que sí es importante dimensionar que no hay una violencia más grave que otra en ese sentido, sino lo que determina es el sentido de invasión que tiene para todo tu cuerpo y para toda tu realidad”.
LEA MÁS: En 48 horas, cinco mujeres revelaron testimonios de presuntos abusos sexuales del expresidente Arias
– ¿Habrá otras diferencias entre las denuncias en contra de Óscar Arias con su caso?
– A mí me parece que (aquí) las leyes pueden estar muy avanzadas en la descripción del delito, en la parte de cómo se prueba el delito. A mí me podría dar más garantías en el sistema judicial costarricense la forma en la que eso puede leerse dentro los funcionarios judiciales.
"En Nicaragua, por ejemplo, para que una muchacha pueda probar (el abuso) tiene casi que desgarrarse; sin embargo, vemos que hay situaciones recientemente en Argentina donde también la muchacha se tiene que desgarrar para probar que lo que está diciendo es cierto.
"Yo pienso que (aquí) sí hay un nivel de entendimiento de la dinámica del abuso sexual a nivel de funcionarios públicos judiciales, que permitiría encontrar todas esas señales de verdad y de credibilidad más allá de las pericias que se deban de hacer.
“En otros sistemas judiciales, lo que pasa es que el supuesto empieza siendo, dentro de un juicio, culpar a la víctima y salvar al agresor”.
– ¿Qué le lleva a opinar en un caso como este? (ya lo hizo en su red social Facebook). ¿Se siente identificada con las supuestas víctimas?
– Yo sé lo que se siente, yo sé que una mujer no miente sobre estas cosas. Yo sé lo que se arriesga al hablar y yo sé lo que es sentirse atacada y sentirse sola defendiendo tu palabra. Pero también puedo saber lo que es para aquellas personas que han creído en el liderazgo que representa la persona que hoy es acusada, lo que le cuesta también dar credibilidad porque hay una actitud de lealtad ideológica, política y que viven en un sentimiento de necesidad de defenderlo.
“Pero la dimensión del daño está en la estatura política de la persona que agrede y está en el poder que representa. No solo te abusa un hombre, te abusa todo el poder que representa y eso es quizás lo difícil”.
– Hablando de estatura política, ¿le sorprende que en este caso sea denunciado Óscar Arias, una figura importante en Costa Rica y con mucho prestigio internacional?
– En principio mucho desconcierto porque uno siempre guarda la esperanza de que alguna persona de poder haya escapado a una conducta de abuso contra una mujer. Pero la fuerza con la que se ha construido esta arrogancia, en torno a que el poder político equivale a ejercer poder sexual, nos hace pensar que más bien entonces son pocos los que escapan a ser coherentes, a tener principios.
“Hay una generación de líderes quienes definitivamente no superaron la prueba del ejercicio ético y una generación de líderes que son producto de una cultura política de América Latina, que no escaparon a esta construcción del ejercicio de poder”.
– ¿Como se convive con esos traumas del abuso?
– Se logra trascender en el momento en que hablás, en que dejás de guardar el secreto porque solo así podés lidiar acompañada con las consecuencias que te trae.
"Es decir, condenar a una persona que denuncia, aislarla, estigmatizarla, afianza las heridas de lo que ocurrió.
"Hay que superar mucha culpa, hay que superar vergüenza, hay que superar la confusión que genera y eso se logra también a partir de que hay una reacción en tus familiares más cercanos, en las personas más cercanas de comprenderlo.
"Es posible que, por mucho tiempo, la primera reacción que uno tenga es reprimirlo, es guardarlo, es no darle importancia, pero esto es algo que tarde o temprano en algún acto de tu vida cotidiana va a interferir.
"Te vas a sentir diferente a los demás por lo que pasó y en ese momento vas a intentar ser verdadera y esto es importante.
“Nadie habla (denuncia) por odio ni por castigar. Uno habla por salvarse, por ser genuina, por ser verdadera, por superar, por sanar y en ese sentido quienes piensan que hablar es por un asunto de fama está sumamente equivocado”.
– En esa parte de retomar el curso de la vida, ¿la víctima piensa en perdonar?
– Sí, evidentemente que el perdonar es una etapa en la que depende mucho en qué momento la agresión termina. Es muy difícil perdonar cuando a través del proceso judicial, por ejemplo, te siguen haciendo daño.
"Es muy difícil perdonar cuando la herida sigue abierta porque siguen de alguna forma culpándote del asunto, condenándote. El perdón es un proceso personal que empieza por encontrar paz y dejar de sentir que tu vida sigue marcada por eso.
"El ritmo también es muy personal y no se debe utilizar el perdón como una forma de impunidad. Evidentemente el perdón y la paz personal la reencontrarás cuando te das cuenta de que lo que te ocurrió deja de ser relevante en tu vida, pero es un asunto de todos los días, porque hay que tener en cuenta lo que representa el cuerpo y la dinámica del momento. Es muy difícil voltear la página.
– Para convivir, la víctima necesita apoyos como el psicológico, la familia, lo espiritual incluso…
– Eso sí te lo puedo decir enfáticamente: sin la ayuda de Dios y sin la fe y sin aferrarte a la vida, el proceso no avanza porque el abuso sexual es capaz de conducirte a la amargura, a la oscuridad, al miedo, a prolongar por el resto de tu vida lo que viviste en cinco minutos o en diez minutos o en diez años como en mi caso. Por lo tanto, solamente la fe en Dios es la que te permite caminar a ciegas, a ciegas en decir voy a sanar o no voy a sanar; eso está en manos de Dios. Lo que yo sí puedo decir es que voy a seguir caminando y la decisión de vivir es quizá, la más valiente y la más importante porque las huellas intervienen todos los días.
"No solo te marcan tu vida sexual, no solo te marcan tu vida de pareja; sino que te marca tu capacidad de relacionarte con los demás, de confiar en los demás, la posibilidad de saber que podés acercarte a alguien y no te va a ocurrir lo mismo.
"En este caso, hasta te marca tu ejercicio político porque también podés llegar a sanar tu conciencia ciudadana porque también te la lastimó. (Como) la muchacha que llegó buscando la firma de un libro pensando que la persona era depositaria de su confianza y admiración y se encuentra como retribución un acto agresivo. Entonces te marca todos los aspectos de tu vida al punto que podés establecer una ruptura con lo que te rodea y por eso hay casos de gente que se suicida porque no encuentra el camino para retomar lo que pasó.
– ¿Cómo se vive la revictimización cuando se llevan a los juzgados estos casos?
– En esto hay que decir que sí (se revictimiza), es parte de esa paradoja de la que te hablo. Si rompés el silencio te hacen daño pero mantenerte callada también resulta letal para vos misma. Es una elección muy difícil que nadie se imagina y luego de eso el supuesto de no sentirte creída te devuelve la impotencia del momento del abuso. Entonces, si bien para la justicia lo probatorio y lo procedimental es lo más normal y lo más correcto y, cuando la gente viene y dice que sea la justicia la que determine, no está tomando en cuenta que para que eso se pruebe tiene que haber una persona que tiene que dar detalle, que tiene que recordar, que se tiene que revictimizar y que ojalá (al momento) no esté leyendo las reacciones en las redes sociales que son sumamemte crueles.
– La gente no termina de entender por qué las víctimas de abusos duran en denunciar.
– Hay muchas explicaciones digamos psicológicas, pero yo quisiera ir a la explicación más importante que quizá tiene que ver con el tema del temor que te genera. Hay dos cosas: primero el temor de la reacción y es importante ver que los momentos en que ocurren estas circunstancias generalmente son momentos picos de ejercicio de poder de estas personas, eso por un lado, el miedo. Pero también, la tendencia a asustarte, a culparte, a que te dé vergüenza, eso es algo determinante. Sin embargo, en estos casos yo tardé en hablar prácticamente 20 años (después) porque empezó el abuso (de Ortega) a los 10 años (de edad) y en mi denuncia yo tenía 30.
“Estas muchachas están durando cinco, seis, están durando menos. ¿Por qué? Porque se ha avanzado en reconocer que esto pasa y eso hace que se tarde menos en admitir que no fue tu culpa, que se tarde menos en sentirte menos expuesta, menos agredida al decir tu palabra y también por este maravilloso efecto espejo que hay que tomarlo en cuenta: cada mujer que habla, estará permitiendo que veinte más hablen porque se sentirán acompañadas”.