A las 6: 10 p. m. de ayer, cuando casi no quedaba un alma en Casa Presidencial, el mandatario, Abel Pacheco, salió de su despacho y bajó la rampa que da a la primera planta para hablar con la prensa.
Caminó apoyado en el hombro de la vicepresidenta, Lineth Saborío.
A esa hora, ya se conocía la renuncia oficial de dos ministros del Gobierno y se rumoraba sobre la posible dimisión del presidente del Banco Central, Francisco de Paula Gutiérrez.
Pacheco intentó sonreír y saludó –emocionado– a los periodistas, pero sus primeras palabras y la expresión de su rostro delataron su verdadero estado de ánimo.
Eran notorios sus esfuerzos para respirar e hilar su discurso.
El Presidente insistió en señalar que Costa Rica no tiene de qué preocuparse, que solo renunciaron tres ministros de un gabinete compuesto por 17.
“A toda Costa Rica: tranquilos, no está pasando nada del otro mundo”, aseguró.
Luego, desmintió la renuncia de “ Chico de Paula”, (presidente del Central) y trató de dar razones, por las cuales “los muchachos” (los ministros Alberto Trejos y Javier Chaves) dejaron sus cargos
“Están muy jóvenes”, manifestó, y agregó: “Se fueron diciendo que me quieren mucho y con lágrimas en los ojos”.
Al Jefe de Estado le molestaban las luces de la televisión y el flash de las cámaras fotográficas. Las preguntas continuaban.
Pacheco enfatizó entonces que está acostumbrado a enfrentar situaciones difíciles.
“No soy un gato de lujo, me he forjado en luchas terribles, soy un hombre de trabajo que sabe lo que es la faena agrícola, lo que es manejar una tienda”, argumentó.
Poco a poco, se mostró más pausado, hasta que soltó un “estoy muy dolido, esto me duele mucho”.
Y antes de la siguiente pregunta, le pasó la palabra a su vicepresidenta Saborío y se despidió.
Al filo de las 7 p. m., de un agitado día para el Gobierno, el presidente Pacheco abandonó Zapote.