A Santiago Mora, de 68 años, poco le importa lo que piense la gente cuando él decide dejarse crecer su barba blanca para representar a San Pedro cada Semana Santa.
Este maestro de obras retirado da más importancia a la promesa hecha hace 30 años, cuando a su hijo mayor le diagnosticaron una enfermedad incurable.
"Ahora, él está bien, como si nada, tiene hijos y es casado. Nunca me olvido del favor que Dios me hizo. Lo menos que puedo hacer es devolverle la gracia que me dio", dijo don Santiago a pocos minutos de empezar la interpretación para la cual había practicado en las últimas semanas.
Junto al Grupo de Teatro Bíblico de Tres Ríos de La Unión, Santiago viajó hasta San Pablo de Heredia ayer para llevar a los feligreses de esa parroquia la represen-tación viva del vía crucis, el Santo Encuentro (cuando la Virgen María se topa a Jesús en su ruta del calvario) y el Santo Entierro (después de la muerte de Jesús en el monte Gólgota).
Su fe es la misma demostrada por decenas de personas ayer, Viernes Santo, en diferentes puntos del país, donde las procesiones tomaron las calles.
Vecinos. Apenas a diez kilómetros de San Pablo, en San Isidro de Heredia, niños de todas las edades, vestidos de Nazarenos, se contaban por decenas.
Muchos de ellos eran representación viva de las promesas hechas por sus padres.
Raquel de los Ángeles, de dos años, por ejemplo, venía vestida de morado (señal de luto para los católicos) como expresión de un voto formulado por su mamá, María Elena Chacón.
La señora contó que hace dos meses fue atropellada por un carro y su brazo izquierdo quedó mal.
La operaron y le pusieron un pin . "Vengo a pedirle al de arriba que me cure. A ella (Raquel de los Ángeles), de paso, la vestí para que me la proteja siempre", relató.
En San Isidro, los feligreses forraron una calle con alfombras de flores. Los vecinos de la comunidad llegaron atraídos por la belleza del espectáculo, que además fue transmitido por televisión.
El crujir de las matracas, el incienso esparcido por el viento que llegó a aplacar el calor, y las cimarronas que interpretaron las mejores piezas de entierro, acompañaron a estas procesiones en su lento avance hacia las estaciones.
En San Pablo, Giovanna Silva Quirós hizo lo mejor que pudo para encarnar a la Virgen María.
Giovanna, de 19 años, lleva cuatro haciendo ese papel. Lo ha asumido como una misión en su vida.
Ella, como joven, aspira a que la situación del país mejore y a que la gente sea más devota.
Su madre, María Quirós, no puede evitar el sentirse orgullosa de su hija pues reconoce que " muchos jóvenes escogen ahora caminos que no los conducen a los destinos correctos".