Dos sillas de madera destartaladas, un viejo cuaderno y un radio de comunicación son las únicas herramientas con las que cuenta el puesto de vigilancia de la casa del expresidente José Joaquín Trejos, ubicada en Sabanilla de Montes de Oca.
Asimismo, el puesto ni siquiera incluye una caseta policial.
A ese lugar iba a trasladarse a José Orlando Jiménez, quien el martes 27 asaltó la embajada de Chile, asesinó a tres diplomáticos y luego se suicidó de un disparó en la barbilla.
Para algunos de sus compañeros (consultados por La Nación ), la medida de trasladarlo a ese puesto fue interpretada por Jiménez como un castigo.
Él cometió los asesinatos a eso de las 3:45 p. m. Solo unas tres horas antes recibió la notificación de que sería trasladado a la vivienda del exmandatario.
Como no hay una caseta, los tres policías que se turnan la custodia de la residencia del expresidente se alojan en la esquina de una cochera.
“Lo más trágico”
Uno de los actuales custodios, Jaison Hernández, no ocultó las carencias del lugar.
“Puedo asegurar que este es el sitio más trágico que le pueden asignar a un policía; nadie quiere venir para acá; uno siempre cree que lo están castigando”, expresó.
El guarda detalló que al principio hacían la custodia arrimados al portón, pero eran tantas las penurias, que optaron por meterse a la cochera.
“Aun así, aquí se nos mete el agua, hace mucho frío y molestan los zancudos, principalmente en la noche”, detalló.
“Aquí, uno tiene que ingeniárselas”, dijo Hernández, de 26 años.
Añadió que afrontan problemas hasta para ir al baño pues deben ir a un servicio a 50 metros.
Colaboró la periodista Kalina Quirós.